Cuando la Iglesia proclama "Cristo ayer, hoy y siempre!" Ella está, al mismo tiempo afirmado que las verdades contenidas en el Evangelio se aplican al presente y al futuro, así como valían en el pasado.
Sin embargo, los repentinos cambios por los que la humanidad ha pasado acaban por oscurecer la claridad de ciertas doctrinas; sin contar que conducen a la falta de uso de las expresiones cuyo contenido a menudo revelan su esencia. En concreto, la expresión "Santo Sacrificio de la Misa" es una de ellas. Entre los fieles, hoy en día es más común escuchar hablar de la Misa o Santa Misa, poco se escucha refiriéndose a ella como un sacrificio. De hecho, es realmente un sacrificio, sin derramamiento de sangre, es verdad! Pero que renueva el sacrificio cruento del Calvario.
El artículo del Diácono Millon Barros E. P. refleja la belleza y sublimidad que está detrás de la Celebración Eucarística bajo la perspectiva del Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo. Recomendamos a todos que lean con atención y provecho.
Diácono Millon Barros E. P.
Un día un joven se acercó a su párroco en busca de ayuda. Se trataba de un caso muy grave, para lo cual el joven no veía ningún remedio: Habría una reunión el próximo domingo acerca de la doctrina católica, y esta conferencia sería presidida por un famoso orador. Todos sus amigos irían y él no querría perder un evento de tal importancia.
Por eso quería pedirle al sacerdote que le diera otro sacrificio para realizar, porque el domingo no lo podría hacer. Al oír esta petición, el sacerdote no entendió a que se refería el muchacho. Luego le pidió al joven que le explicara mejor. A dicha solicitud recibió la siguiente respuesta: "Es que la reunión será justo en el horario del Santo Sacrificio de la Misa, por lo tanto, le pido que me de otro sacrificio en el lugar del Santo Sacrificio del domingo ".
Ese error relatado arriba, a menudo puede ser de muchas personas y no siempre tan jóvenes. La duda del muchacho se puede expresar de la siguiente manera: ¿Por qué a la Misa se le llama Sacrificio?
El gran problema es debido a la vaguedad del concepto de sacrificio. ¿Qué es realmente un sacrificio? Para muchos, el sacrificio es una acción muy dolorosa que debe llevarse a cabo y de la cual no hay ningún medio de escapar. Este concepto es muy simple y no muestra el contenido real de un sacrificio, llegando así a confundir las ideas de las personas.
Según la doctrina católica, el sacrificio, en su sentido más estricto, es: "La oblación externa de una cosa sensible, con cierta destrucción de la misma, realizada por el sacerdote en honra de Dios, para dar testimonio de su supremo dominio y nuestra completa sumisión a Él." [1].
Este concepto se aplica plenamente a la Santa Misa, lo que hace de este augusto acto un perfecto y excelente sacrificio, así llamado Santo Sacrificio de la Misa.
Hagamos un paralelo del concepto enunciado arriba con la Santa Misa:
La ofrenda externa: no es por lo tanto un acto interior, el cual no es conocido por nadie. Por el contrario, la Santa Misa es una oración oficial de la Iglesia, es mas, es La Oración Oficial de la Santa Iglesia, centro y fuerza vital del Cuerpo Místico de Cristo [2].
Y que el sacrificio … es del propio Hijo de Dios que se ofrece en las especies de pan y vino. Habrá ofrenda más agradable a Dios que Su propio Hijo muy amado en el cual está todo su agrado [3]?
Una cosa sensible: es de suma importancia para la persona que el sacrificio sea algo sensible, porque siendo el ser humano compuesto de cuerpo y alma, el sacrificio debe atender también el cuerpo y no solo el alma. En la Santa Misa lo que despierta la sensibilidad de la persona es el hecho de ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino transubstanciados.
Con cierta destrucción: para ser un sacrificio en el sentido estricto, es necesario que lo que se ofrece sea completamente destruido. Es lo que sucede en la Santa Misa por la comunión del sacerdote y de los fieles, del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Realizado por el sacerdote: es una condición sine qua non para la celebración de la Santa Misa, un sacerdote debidamente consagrado por la imposición de las manos de un obispo.
En honra de Dios, para dar testimonio de su supremo dominio y nuestra completa sumisión a Él: No hay ningún acto que honre más a Dios que la Misa.
Es la renovación incruenta del Sacrificio del Calvario realizado por el propio Cristo en la persona de su ministro. Al mismo tiempo, la persona es llevada a confesar su total dependencia al Señor, no dejando por eso de pedirle ayuda y fortaleza para superar las dificultades de nuestro valle de lágrimas.
Por lo tanto, la Misa es la más bella expresión externa de honra a Dios, ya que Él se ofrece por sí mismo como la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, tornándose así el Verdadero Sacrificio de la Nueva Ley en su sentido más estricto y perfecto.
Sepamos, por tanto, acercarnos a este Sublime Sacrificio, no como una carga o una dificultad, sino al contrario, como un auxilio en las grandes dificultades del mundo moderno y de nuestra vida particular. Acerquémonos a la Cena del Señor con verdadera fe y piedad, sabiendo que todo, absolutamente todo lo que le pedimos a Él, no nos negará, porque éstas fueron sus palabras: "y lo que pidiereis en mi nombre, eso haré,…" (Jn . 14.13). De esta manera no recibiremos la recriminación de Nuestro Señor: "Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre …" (Jn 16, 24).
[1] ROYO MARÍN, Antonio. Teologia moral para seglares. Madrid: BAC, v. I, p. 286.
[2] Cfr. Ecclesia de Eucharistia, João Paulo II, 17 de Abril de 2003.
[3] Cf. Mt 3, 17 |
|||