Con respecto a Nuestra Señora de Lourdes, en la biografía de Santa Bernardita Soubirous, la vidente de Lourdes, escrita por el Padre Trochu1, encontramos algunos datos que se refieren a la devoción de esa Santa a Nuestra Señora.
El Rosario fue su devoción preferida
La devoción a la Santísima Virgen tenía que ser particularmente tierna y filial. “María, su ideal vivo, ocupaba en su corazón un lugar muy cercano a Nuestro Señor – declaró su vecina de enfermería, Sor Marta du Rais. Había que oírla cuando recitaba el Ave María. ¡Qué acento de piedad, especialmente cuando pronunciaba las palabras ‘pobres pecadores’! cuando decía ‘Mi Madre celestial’, no podía decir más”.
Alguien se atrevió a preguntarle si el recuerdo de la aparición se había borrado de su memoria. “¿Olvidarme? – exclamó en tono de censura – ¡Oh, no, jamás!” Y llevando su mano derecha a la frente, decía: “Está aquí.”
“Tiene que hacernos – le sugirió una compañera – una descripción de cómo era la Virgen, pues Ud. sabe cómo era Ella.” “No podría ni sabría hacerlo” – fue la única respuesta que dio. “No tengo necesidad, la llevo en el corazón”.
La devoción mariana llenó de cierto modo toda su vida. Necesitaba meditar sobre la Virgen. Veía a María en todo y por todo, con su corazón y su entendimiento. Nunca, para un alma religiosa, la oración de quietud podía haber sido más deseada. Cuando rezaba a la Santísima Virgen – atestigua Sor Gonzaga Champy – parecía que aún la estaba viendo. Cuando alguien le pedía que le alcanzase alguna gracia, inmediatamente respondía que le pediría a la Santísima Virgen.
Arrebatada por el Cantar de los Cantares – informa un gran servidor de María – Sor María Bernardita se complacía en alabarla, hacerla conocer, amarla y servirla. Se esforzaba por imitar sus virtudes, especialmente su humildad y su renuncia.
Se dedicó, para su devoción, a componer acrósticos. La primera de esas modestas composiciones se refiere a la Santísima Virgen:
Mortificación
Amor
Regularidad
Inocencia
Abandono
El día de la Asunción, en la capilla, la Madre Henri Fabre, quien estaba situada un poco distante de Sor María Bernardita, de tal modo que le era fácil poder observarla, “a las palabras del canto ‘es mi Madre, yo veo’, la vi – cuenta – como si ella tuviese un arrebatamiento y una conmoción de alegría”. […]
Toda su vida rezó el Rosario como lo había hecho en Lourdes. “El Rosario era su devoción preferida”, dijo una Superiora General. Más de una vez, en la enfermería, la Hermana Gonzaga Champy alternó las Ave Marías con ella. “Entonces – recuerda esa religiosa – los ojos oscuros, profundos y brillantes de Bernardita parecían como si estuviesen viendo a Nuestra Señora.” Por la noche, cuando iba a dormir, le recomendó a una compañera: “Toma el Rosario y duerme rezando. Harás lo mismo que hacen los niños pequeños que adormecen diciendo: ‘mamá, mamá’.”
Una vocación muy parecida a la de Lucía de Fátima
Esos datos sobre Santa María Bernardita atestiguan bien la ardiente devoción que ella tuvo a Nuestra Señora. Pero hay una cosa curiosa en la vida de esa santa: quedó comprobado que ella tenía esa gran devoción a Nuestra Señora, de la cual sin embargo no dejó trasparecer sino muy poco. Es decir, ella no dio ningún dato nuevo, ninguna reflexión nueva, ningún enriquecimiento nuevo a la devoción, algo que pudiese, en fin, representar un impulso a la devoción a Nuestra Señora.
Eso se debe a que Santa Bernardita tuvo una vocación muy parecida a la de Lucía de Fátima. Es decir, tuvo la vocación de revelar al mundo las apariciones de Lourdes. Una vez reveladas, ella las prestigió haciéndose monja y siendo canonizada por la Iglesia.
Aunque la Iglesia no manda a creer en las apariciones de Lourdes, porque son de carácter privado – y en materia de hechos sobrenaturales sólo somos obligados a creer en los hechos oficiales2, no en los privados –, roza en la herejía quien conteste las apariciones de Lourdes.
Porque sería necesario admitir que una santa canonizada por la Iglesia hubiese tenido ilusiones.
Ahora bien, eso no se puede admitir. De tal manera que la vida y la santidad de Santa Bernardita de alguno modo comprueban la autenticidad de las apariciones de Lourdes.
La santidad de Bernardita comprueba la autenticidad de las apariciones
A propósito, también exuberantemente comprobadas por los milagros realizados después, prueba de que en Lourdes actúa la gracia. Durante una de sus visiones – el pueblo no veía a Nuestra Señora, pero notaba que ella hablaba con una persona a la que nadie veía –, [la Santísima Virgen] le dijo a Santa Bernardita Soubirous: “coja tierra y revuélvala, que de allí nacerá una fuente.” Y en un lugar donde nadie imaginaba que existiese agua, la vieron meter la mano directamente en la tierra – ella era campesina – y brotar el agua. De ahí se originó la fuente de Lourdes y ella dijo que en esa fuente se obrarían muchas curas.
Ella hizo una profecía: en esa fuente maravillosamente aparecida habría curas, y después hubo curas. De esta manera, cada una de esas cosas es milagrosa de por sí.
Además, la vida de santidad de ella comprobaba su equilibrio mental, y por lo tanto, la autenticidad de las visiones y de los hechos milagrosos que se dieron en Lourdes.
Después de que esos hechos sucedieron, ella no tuvo una misión pública, sino privada. Y por esa razón ella se calló.
Eso es muy bonito, para ver la diferencia de vocaciones dentro de la Iglesia, y cómo la Providencia suscita a cada persona para una seguir ordenadamente una vocación. Uno tiene una tarea, un segundo otra tarea, un tercero tiene otra. Nuestra Señora distribuye esas misiones de tal manera que nadie se mete en una tarea a la cual no fue llamado, y cada persona se dedica completamente a la misión para la cual fue escogida.
Tenemos, entonces, a Santa Bernardita Soubirous como una especie de testimonio vivo del milagro de Lourdes.
En Lourdes, María Santísima quiso ser conocida en cuanto siendo sumamente bienhechora. Por eso, en nuestras oraciones debemos ser osados, hacer pedidos arrojados – no insensatos; es muy diferente –, difíciles de alcanzar, y necesitamos, al mismo tiempo, pedir con mucha insistencia.
Por ejemplo, pedir una gracia que diga respecto a nuestra santificación. Eso nos lleva a reflexionar un poco sobre nuestra vida espiritual. Y de esa forma, a tener una visión más exacta de nosotros mismos y de nuestras actividades, de nuestros rumbos. Y nos lleva a hacer una oración grata a Nuestra Señora.
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1) TROCHU, Francis. Bernadeta Soubirous: La vidente de Lourdes. Barcelona: Editorial Herder, 1957, p. 472-474.
2) (N. del T.): Es decir, los que se encuentran en la Revelación, en las Sagradas Escrituras.
(Revista Dr. Plinio, No. 215, febrero de 2016, p. 14-18, Editora Retornarei Ltda., São Paulo. Extraído de conferencias del 10.2.1965, 11.2.1967 y 12.2.1982)