En la vida de Santa Margarita de Escocia se nota la existencia de lo maravilloso en la Edad Media. No de lo maravilloso como una fábula o una leyenda, sino como algo realizable.
Santa Margarita de Escocia – Basílica de San Patricio, Montreal, Canadá
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A la brumosa Escocia, por ese entonces tierra de misión, esa princesa llevaba sangre ilustre, toda la flor de la civilización occidental, convirtiéndose en una magnífica reina, que dejó varios hijos ilustres por sus virtudes, y que intercedió en favor del pueblo, dio limosnas, realizó milagros.
Todo eso – siempre ungido por la corona real – además de una idea completa de la realeza, presenta un mundo concreto donde las maravillas son posibles, y lo extraordinario, lo estupendo, incluso el orden más excelente y audaz, son realizables en la Tierra.
Santas como esta difundían de tal manera el buen aroma de Jesucristo por toda parte, y acababan sacralizando la propia dignidad regia y creando una especie de ambiente de lo admirable y de lo maravilloso de la civilización medieval, de la cual los vitrales son un reflejo que presenta a los bienaventurados en medio de pedacitos de vidrios dorados, color rubí, esmeralda, con una luz en la cabeza, la corona real sobre una mesa, una santa que derrama flores en torno de sí… Todo eso es la imagen del modo propio por el cual el medieval concebía la vida, por ejemplo, de una Santa Margarita, Reina de Escocia.
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(Revista Dr. Plinio No. 236, noviembre de 2017, p. 2, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de una conferencia del 9.6.1964)
Biografía de Santa Margarita de Escocia
Margarita era hija del rey San Eduardo. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, quien al reparar en las cualidades de la joven, se casó con ella, convirtiéndose en Reina de Escocia. Durante su reinado, se dedicó ardorosamente a las labores caritativas, especialmente con los más necesitados y pobres.
Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir a los pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.
Hizo numerosas donaciones que permitieron la construcción de conventos y templos, y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las parroquias. A sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos, y puso bastante esmero y énfasis en conseguir sacerdotes fervorosos y preparados para las parroquias.
Santa Margarita falleció el 16 de noviembre del año 1093. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.