¡No pequéis más!
Víctima expiatoria, la Beata Alexandrina pasó 30 años inmóvil en la cama
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A los 14 años, la Beata Alexandrina María da Costa no trepidó en saltar por una alta ventana para preservar su virginidad amenazada por algunos bandidos. Como secuela de la caída sufrió una parálisis, parcial en un comienzo, pero que avanzó inexorablemente hasta que en 1925, a la edad de 21 años, quedó reducida a la inmovilidad total en su lecho de dolores.
Ahí pasó los siguientes 30 años de su vida.
Hasta 1928 pedía la gracia de la curación. Después, comprendiendo que su vocación era el sufrimiento, la abrazó con prontitud. “La Virgen me concedió una gracia todavía mayor. Después de la resignación, me dio la conformidad completa con la voluntad de Dios y, por fin, el deseo de sufrir”, confidenció.
Cuanto más dura se volvía su vocación de víctima por la conversión de los pecadores, tanto más crecía su amor al sufrimiento.
El 13 de octubre de 1955 falleció, poco después de haber exclamado:
“¡Soy feliz porque voy al Cielo!”
Sobre su lápida pueden leerse estas palabras que tanto deseó: “Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pudieran ser útiles a vuestra salvación, aproximaos: pasad todos encima de ellas, pisadlas hasta que desaparezcan, ¡pero no pequéis más! ¡No ofendáis más a nuestro Jesús! Pecadores, ¡quisiera deciros tantas cosas! ¡No bastaría este gran cementerio para escribirlas todas! ¡Convertios! ¡No perdáis a Jesús por toda la eternidad! Es tan bueno… ¡Amadlo! ¡Amadlo! ¡Basta de pecar!”