Estamos en una época en que sólo existe la alegría por las cosas del mundo. Casi nadie tiene la alegría de la virtud. San Francisco Solano fue llamado por Dios para comunicar esa alegría, que no consiste en estar haciendo bromas o en decir cosas graciosas, en mostrarse como payaso, sino en ser serio y tratar en todas las cosas de servir a Nuestro Señor Jesucristo.
La ficha que vamos a comentar se refiere a la biografía de un santo español, San Francisco Solano, que fue apóstol de América del Sur; los datos de esta ficha son tomados de un libro escrito por un franciscano peruano1.
Nobleza de sangre y de virtud
San Francisco Solano Catedral de Lima, Perú
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San Francisco Solano fue una figura suscitada por la Providencia para hacer parte de la Contra-Reforma española. Nació en Montilla, Andalucía, en 1549, de familia noble. Su padre fue dos veces gobernador de Montilla, capital del marquesado de Priego. Su madre, tanto por la nobleza de sangre cuanto por la nobleza de la virtud, era conocida como “la noble” del lugar.
Esta conjugación de la nobleza de sangre y de la nobleza de virtud, nos lleva a evocar a cierto tipo de señoras extraordinariamente virtuosas y dignas al mismo tiempo, que hubo en el pasado, en quienes había una alianza maravillosa entre la elevación de alma y la de sus buenas maneras. De tal forma que la elevación de maneras no aparecía simplemente como un adorno externo casi mecánico de los gestos y actitudes, sino que era la propia expresión de la nobleza de alma de la persona; y, es grato al hombre, encontrar formas exteriores elevadas que correspondan a las interiores.
Así vemos cómo la madre de San Francisco Solano es llamada “la noble” por excelencia, por la nobleza conjugada de la virtud, de la sangre y de las buenas maneras. Ésta era la persona a quien la Providencia le dio la misión de formar al misionero de algunas de las tribus más salvajes de América del Sur.
Esos son los contrastes de los designios de la Providencia. ¿Cuántas veces él se habría acordado de “la noble” atravesando las calles de la capital del pequeño marquesado de Priego? Todo esto tiene su belleza y su sentido y es bueno recordarlo aunque sea de paso.
Cuando ella esperaba al futuro santo, lo consagró a San Francisco de Asís, de quien tomó su nombre. San Francisco Solano recibió una educación sumamente cristiana de sus padres y la completó en el colegio de los padres jesuitas de su ciudad. Él mismo era una persona de buen porte, agradable conversación, bella voz y un raro sentido musical.
Como veremos, todas esas dotes fueron previstas por la Providencia para el esplendor de su apostolado.
Comunicar la alegría por las cosas santas
San Francisco de Asís – Óleo de Francisco de Zurbarán, Museo de Bellas Artes, Lyon, Francia
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Por influencia del rey católico, para compensar el daño que la Religión sufría por la apostasía de muchos pueblos, hubo un verdadero renacimiento religioso en España. Por su celo, brillaba entre las figuras de ese renacimiento religioso, en la Orden de San Francisco de Asís, el gran San Pedro de Alcántara. Atraído por el ejemplo y el prestigio de este santo y el de la Orden Franciscana, San Francisco Solano salió del colegio de los jesuitas y tomó el burdo sayal franciscano. Por sus virtudes y capacidades fue siendo designado rápidamente para cargos directivos. Su virtud se caracterizó por una nota: no tolerar que nadie manifestase tristeza a su alrededor por estar sirviendo a Dios.
Nada de caras alargadas, llenas de tedio porque la vida es dura, pensando ¡cómo sufre un pobre religioso…! Cuando la persona comienza a tener pena de sí misma y a quedar con cara deprimida, entra por un camino en cuyo fin está la apostasía. Es necesario manifestar, por tanto, la alegría del servicio a Dios, comunicar el júbilo de las cosas santas.
San Francisco Solano recibió esa gracia, cuán rara y cuán preciosa en nuestros días, de comunicar el gusto y la alegría por las cosas santas. Hoy estamos en una época en que sólo existe la alegría por las cosas del mundo. Casi nadie tiene la alegría de la virtud. San Francisco Solano fue llamado por Dios para comunicar esa alegría, que no consiste propiamente en estar haciendo bromas o decir cosas graciosas o en mostrarse como un payaso.
Se trata de tener la alegría de la seriedad que es la más noble y elevada de las alegrías. Veremos a San Francisco Solano dar el ejemplo de eso por todas partes, y haciendo el apostolado de la alegría en la lucha, en la seriedad y en el sufrimiento.
Movimiento rítmico de gran candor, nobleza, elevación y pureza
Cuando viajaba, incluía en su minúsculo equipaje, junto con el cilicio y las disciplinas, un violín, que era su gran instrumento de apostolado.
Esta relación me parece que dice muy bien todo: el violín sin el cilicio es el camino abierto para el abandono del ideal. El cilicio sin el violín pierde algunas de sus expresiones, porque lo normal del cilicio bien usado es dar alegría. Más o menos como el soldado que va para la lucha… parte alegre. Un soldado que va llorando y pensando: “¡Oh Patria, cómo me duele dejarte…! ¡Oh familia querida, qué amargura…! ¡Oh pobres miembros de este cuerpo que las balas pueden herir…! Él retrocede, ¡no vale dos caracoles!
Lo bonito es ver al soldado que avanza por encima del peligro y hasta de la muerte, alegre en el sacrificio y en el dolor. Así también debe ser el religioso: la alegría de cargar las obligaciones, de asumir los votos con amor, de pertenecer enteramente a Nuestra Señora, de no poseer nada propio y, por causa de eso mismo, tenerlo todo: Violín y cilicios. La fórmula me parece tan magnífica que se podría hacer de ella un motivo de decoración en una capilla, recordando ese apostolado en el continente americano.
San Pedro de Alcántara Basílica de San Pedro, Vaticano
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La alegría de San Francisco Solano era tan singular, que cuando estaba junto al Santísimo Sacramento o veía una imagen del Niño Jesús en las manos de Nuestra Señora, se emocionaba tanto que muchas veces iba hacia el interior del convento y llamaba a los padres: “Padres, vengan por favor… ¿Ustedes no se han alegrado todavía? ¡Miren aquí cómo está de contento el Niño Jesús con Nuestra Señora en esta imagen! Vivamos así en la tierra; ¡vamos a alegrarnos! Y cuando él se llenaba de entusiasmo cogía el violín, tocaba, cantaba y bailaba delante de la imagen o del Santísimo Sacramento.
Era evidentemente un movimiento rítmico de gran candor, nobleza, elevación y pureza. Los sentimientos del alma pueden expresarse por los ritmos de la música y también por los del cuerpo.
Antiguamente, se hacían incluso danzas delante del Santísimo Sacramento. Esto me parece un encanto. Imaginemos cuál sería nuestra sensación al entrar en una iglesia y encontrar allí a un santo en éxtasis, tocando el violín delante del Santísimo Sacramento o de una imagen de Nuestra Señora, cantando y danzando: ¡quedaríamos extasiados!
San Francisco Solano era muy celoso de la sagrada Liturgia, por eso ponía un empeño enorme para que los frailes aprendiesen bien las rúbricas y el canto llano, a fin de dar todo el esplendor posible a los santos misterios.
Censuraba los malos hábitos renacentistas
Esos contrastes armónicos me maravillan. Él cantaba y tocaba músicas religiosas populares para agradar al pueblo, pero era de un espíritu sublime que comprendía la belleza superior de la Liturgia, con todo el pensamiento teológico, la piedad, todo aquello de sobrenatural que hay en la Liturgia y, por lo tanto, también en el arte, en la música litúrgica que exigen ese esplendor. O sea, el esplendor abarca los dos extremos. Nos debe gustar ver almas así, amplias, abiertas, capaces de entusiasmarse por los opuestos no contradictorios aunque extremos. Categoría es eso; así era San Francisco Solano. Muchas veces sucedía que, andando por las calles de España, se ponía a tocar el violín, y todos los niños salían corriendo atrás de él para ver, pues se interesaban… Él entonces paraba un poco y les daba un pequeño curso de religión.
Podemos imaginar qué curso lleno de encanto y atractivo. Como el curso atraía a muchos niños, los mayores también iban detrás. Cuando percibía que éstos estaban bien empeñados, transformaba el curso de catecismo en sermón y censuraba e increpaba en los más viejos las malas costumbres, infundiéndoles la virtud cristiana. Los mayores, cautivados por el candor de los niños, formaban una rueda. El niño iba hacia el fraile… el adulto tras el niño… el fraile terminaba hablando con el adulto. Era un circuito perfecto. Ahí el santo corregía los malos hábitos renacentistas esparcidos en su tiempo. Un apóstol eximio.
Virgen del Carmen – Antigua Parroquia de los Indios – Ciudad de México, México
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Como San Francisco Solano se estaba volviendo muy célebre en España, sus superiores resolvieron mandarlo, a pedido suyo, para América. Entonces comenzó a recorrer la América española a pie: Panamá, Colombia, Paraguay y Bolivia. Imaginemos recorrer todo eso a pie por los caminos de aquel tiempo –cuando los había–, en una topografía torturada por los Andes, subiendo y bajando, resbalando… Después, navegar por aquellos ríos en las embarcaciones de esa época. Pues bien, fue hasta Paraguay, llegó a bajar a Argentina y hacer apostolado en Tucumán. El trayecto Panamá-Tucumán, es propio de un gran expedicionario, pionero o precursor.
Si fuese un expedicionario del mundo, con certeza se hablaría mucho de él. Aquí consideramos a alguien que hizo eso por amor a Nuestro Señor, probablemente se habla menos de él que de los grandes descubridores o expedicionarios…
Música que acompaña el gorjeo de los pájaros y el murmullo de las aguas
San Francisco Solano pasó una buena parte de su vida en Lima, entonces conocida como la Ciudad de los Santos Reyes, donde florecía la Orden Franciscana, con 180 miembros, en aquel tiempo tan ilustres por su virtud, que hicieron a Lima famosa en los ambientes franciscanos de Europa, por causa de la santidad que allí florecía. En ese tiempo, era Arzobispo de Lima Santo Toribio de Mogrovejo, y comenzaba su carrera hacia la santidad Santa Rosa de Lima.
Por estos datos podemos ver lo que podría haber sido América del Sur. Pues cuando ése es el punto de partida, ¿cuál debería ser el punto de llegada?
Después de una estadía en Lima, donde sus virtudes fueron granjeando estima y cargos, una vez más, huyó.
San Bernardo decía que la gloria es como la sombra: cuando huimos de ella, ella corre atrás… cuando corremos tras ella, ella huye.
En la región de Tucumán buscó la aproximación con los indios más temibles. Cierto día, estando cansado y andando en plena espesura, se sintió vigilado de lejos.
Expedicionario y pionero Fernán Dias Paes Leme – Museo paulista, São Paulo Brasil.
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Los indios hacían mucho eso: cuando desconfiaban de una persona, la seguían de lejos, vigilándola, para ver hacia donde iba; en cierto momento, la mataban.
Aunque se sintiese observado, como estaba muy cansado de caminar y con sed, se detuvo cerca de una fuente y se curvó para beber.
La escena es linda, daría para hacer una bella ilustración medieval. Una espesura virgen, un fraile franciscano con su austero sayal, que se detiene junto a una fuente burbujeando, se persigna y bebe de aquella agua. Después se sienta y descansa un poco. Mientras descansa, oye el canto de los pájaros, en gran número en las selvas, y el murmullo del agua. Como él tiene un genio altamente musical, resuelve entonces acompañar con su violín el murmullo de las aguas y el cántico de los pájaros. O sea, hace una composición. Observemos su tranquilidad de conciencia… Sabía que podía ser muerto durante aquella composición que hacía, pero también comprendía que iría para el cielo tocando música, encantando con eso a los ángeles.
¿Quién de nosotros no tendría un empeño enorme por conocer la música con que él acompañó el gorjeo de los pájaros y el murmullo de las aguas?
Mientras tocaba, San Francisco sintió un dardo pasar cerca de su oreja yendo a clavarse en un árbol. Siguió tocando… De repente vio a un salvaje emerger en medio de la vegetación: era el cacique de una tribu de indios feroces que el santo buscaba. Dejó el violín, y todo radiante de amor de Dios se dirigió hacia el indio para abrazarlo.
El cacique se conmovió, se impresionó vivamente, lo llevó a la tribu, y San Francisco Solano comenzó la evangelización de esa nación india.
¡De qué forma magnífica en sus cantos y en sus músicas se habrá manifestado San Francisco Solano para conseguir de esta manera convertir esa nación infiel…!
Era necesario conversar con ellos. ¿Cómo hablar con aquellos indios? Él comenzó a hablar en castellano y se dio cuenta que el don de lenguas había entrado en él, los indios entendían el castellano con toda simplicidad. ¡Así se hace el apostolado!
Castidad: la única virtud que no se esconde
Milagro de Santo Toribio de Mogrovejo Museos Vaticanos, Italia
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Durante trece años el santo estuvo en esa región, empleando todos los recursos para apaciguar a blancos e indios, resolver disensiones, cautivar a unos y a otros para la Religión. San Francisco Solano, émulo de San Francisco Javier resucitó muertos, curó enfermedades mortales, amansó fieras salvajes, hizo surgir fuentes en lugares áridos, de tal forma que era muy venerado por los blancos e indios con los que tomaba contacto.
¡Es el fundador de una nación! Hombre que resucita muertos, habla en su propia lengua y los otros le entienden en sus respectivos idiomas… Así se funda una nación. Cuántas cosas bonitas en ese sentido habría también para contar de San José de Anchieta, el fundador de Brasil.
Cierta vez, cuando una nube de langostas o grillos devastaba una plantación de indios, el santo les ordenó que se fuesen a un bosque vecino.
Así, con esa facilidad: “Se van hacia esa floresta”. Y ellos se fueron.
Entonces los colonos le preguntaron por qué no exterminaba de una vez a los grillos. Y dio dos razones: primera porque las langostas de aquella especie habían servido de alimento a San Juan Bautista en el desierto.
Conversión de los indios – Basílica antigua de Guadalupe, México
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Por lo tanto, por amor a San Juan Bautista él no mandaba exterminar las langostas.
En segundo lugar, porque también los indios comían esos grillos, y era bueno que los hermanos indios no quedasen privados de su alimentación.
¡Me parece encantador!
Ese hombre tan extraordinariamente suave era inmensamente austero.
Ya hablé de los violines… quiero ahora decir algo sobre los cilicios.
No sólo era casto, sino que era la única virtud que quería que lo viesen poseer.
Lo que es altamente bien pensado, pues es la única virtud que no se esconde. Tiene que mostrarse.
Y por causa de eso, nunca permitió que ninguna mujer llegase a cien pasos a la redonda de su morada.
¿Será que comprendemos la responsabilidad individual de cada uno de nosotros? ¿Cuál será nuestra historia? ¿Qué promesas están en nuestras manos? Y también, ¿qué desilusiones pueden caer bajo nuestra responsabilidad si no correspondemos a la gracia?
Ésta es una tarea individual; pues del buen procedimiento y de la buena dedicación de cada uno de nosotros, puede deducirse una notable mejoría o empeoramiento de todo el conjunto.
Entregó su alma a Dios, mientras se cantaba el Credo
San Francisco Solano Iglesia Santa Rosa de Lima, Lima, Perú
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Cuando podía, mandaba construir una choza al lado del coro de la iglesia, para tener siempre la presencia del Santísimo. Cuando no lo conseguía llevaba al coro una estera, y se acostaba en el propio coro, donde después de unos momentos de descanso, se inflamaba de un tal amor a Dios que se traducía en los famosos cantos y danzas, acompañados de violín.
Estando ya para morir y casi en el último momento, para manifestar su amor y reconocimiento hacia la Santísima Virgen, pidió que le cantasen el Magníficat.
Es siempre la nota de alegría.
Recordándose enseguida de que era misionero, o sea, propagador de la Fe, pidió que le cantasen el Credo. Y a las palabras: Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, precisamente en aquel instante expiró, cuando las campanas del convento anunciaban el momento de la elevación en la Misa Conventual.
Todo al mismo tiempo. No puede ser más bonito. O sea, en el Convento se tocaba la campana pues era el momento de la elevación de la Misa. En su celda, cantaban el Credo. Al entonar las palabras que se citaron, por coincidencia se daba la elevación, las campanas tocaban y el alma de San Francisco Solano subía al cielo…
¡Esto es morir! O mejor, ¡esto es nacer!
Después de muerto, habiendo querido certificarse del rejuvenecimiento que presentaba su cuerpo, tan maltratado durante la vida por los ayunos y penitencias, un médico palpó primero sus pies y sus manos. Al intentar palparle una de las piernas, el Santo la encogió doblando la rodilla. Y es así como es representado en el retrato suyo que se hizo al día siguiente de su entierro.
O sea, fue un milagro más que hizo. Para mostrar la presencia de Dios por su gracia encogió la pierna, a fin de manifestar cuánto la Providencia lo había amado en vida, dándole la posibilidad de obrar ese prodigio. No se auto-resucitó, pero su cadáver se movió. Aquél que había resucitado a tanta gente daba esa manifestación de vida.
Como el Virrey estaba ausente de la ciudad, mandó que se postergase el entierro para poder estar presente. Y tanto el Arzobispo como el Virrey entraron en el cortejo para besar humildemente los pies del santo. Cuando el Virrey vio que la almohada que sustentaba la cabeza del santo en el cajón, era de un tejido muy ordinario, o por lo menos eso adujo, la hizo cambiar por la de terciopelo bordado en oro que tenía consigo. La otra, la llevó como reliquia.
San Francisco Solano fue beatificado en 1675 y canonizado en 1726. Antes de su beatificación, fue escogido como Patrono por las ciudades de Lima, Buenos Aires, Cartagena de Indias en Colombia, Panamá y Santiago de Chile.
(Extraído de conferencia de 16/8/1974)
1) No disponemos de los datos biográficos.