San Juan Bosco confesando – Basílica de María Auxiliadora, Turín (Italia)
|
Oh, hijo mío!, oye atentamente lo que te digo: si la conciencia te reprocha de algún pecado, ve inmediatamente a confesarte para comenzar enseguida una buena vida; pon en práctica todos los consejos de tu confesor y, si es necesario, haz una confesión general; promete huir de las ocasiones peligrosas, de las malas compañías, y si Dios te llama aún a dejar el mundo, obedécele con prontitud.
Todo lo que se hace para evitar una eternidad de tormentos es poco, es nada: “jamás se toman bastantes precauciones cuando se trata de la eternidad”, escribió San Bernardo.
¡Oh, cuántos jóvenes en la flor de su edad abandonaron el mundo, la patria, la familia, y fueron a sepultarse en las grutas, en los desiertos, no viviendo más que de pan y agua, y a menudo sólo de algunas raíces!… ¡Y todo para no condenarse!
Y tú, ¿qué haces, después de tantas veces que te has merecido el Infierno por el pecado?
Arrójate a los pies de tu Dios y dile: “Señor, heme aquí pronto para hacer todo lo que queráis, demasiado os he ofendido hasta ahora, de hoy en adelante no quiero ya ofenderos, enviadme todos los males en esta vida, con tal que pueda salvar mi alma”.
San Juan Bosco, “El joven instruido en la práctica de sus deberes”