San Vicente de Paúl

Publicado el 09/27/2016

Fundador de las Obras de Caridad y Director de una Orden Religiosa; por otro lado, insigne luchador contra el jansenismo e inspirador de una cruzada contra Túnez. Hombre capaz de, al mismo tiempo, tratar con la reina y con remadores de galeras; de cuidar enfermos y de armar un ejército contra los enemigos de la fe. Dotado de tal amplitud de espíritu, San Vicente de Paúl representó la propia armonía del espíritu de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Plinio Corrêa de Oliveira


 

Me pidieron que comentase una ficha biográfica de San Vicente de Paúl, extraída del Breviario Romano.

 

Vicente nació de padres pobres en la aldea de Pouy, en la región de Landes, Francia, el 24 de abril de 1581.

 

Desde niño cuidó los rebaños de su padre. Pero su viva inteligencia hizo que su familia lo mandase a estudiar entre los franciscanos cordelliers de Dax.

 

Después fue a Toulouse, a fin de conseguir el grado de Doctor, y en 1600 fue ordenado sacerdote. Después de haber estado cautivo en Túnez, en 1616 fue incluido en el cuerpo de capellanes de la Reina Margarita de Valois. Durante algún tiempo fue cura de Clichy y de Chatillon-les- Dombes.

 

Nombrado por el Rey gran capellán de las galeras de Francia, trabajó con un celo maravilloso por la salvación de los oficiales y de los remadores.

 

Indicado por San Francisco de Sales para el gobierno de las religiosas de la Visitación, cumplió esa misión durante 40 años con tal prudencia, que justificó plenamente el juicio del santo prelado, el cual declaró no conocer padre más digno que San Vicente.

 

Pero su carrera se hizo casi entera al servicio de la poderosa familia de los Gondi. Evangelizó las nueve mil almas que vivían en sus tierras, y disminuyó la extensión de las ruinas y de las miserias producidas por las guerras civiles o con extranjeros.

 

Hasta una edad bien avanzada, Vicente se dedicó a evangelizar a los pobres y sobre todo a los campesinos. Para esto hizo un voto especial, aprobado por la Santa Sede. Se preocupó en establecer la disciplina eclesiástica, dirigiendo seminarios para el Clero, y teniendo el cuidado de multiplicar las conferencias espirituales entre los padres.

 

Envió evangelizadores no sólo a través de las provincias de Francia, sino también a Italia, Polonia, Escocia, Irlanda e India.

 

Protegido por los reyes de Francia, asistió a Luis XIII en sus últimos momentos y fue llamado por Ana de Austria, madre de Luis XIV, a hacer parte del Consejo de Conciencia.

 

Lanzó los fundamentos de una nueva Congregación, la de los Lazaristas, y con Santa Luisa de Marillac creó la Institución de las Hijas de la Caridad, o Hermanas de San Vicente de Paúl.

 

Acabado por la fatiga, el llamado Apóstol de la Caridad falleció en 1660. Se afirma no haber existido ninguna miseria que él no hubiese socorrido. Cristianos aprisionados por los turcos, niños abandonados, jóvenes indisciplinados, mujeres jóvenes en riesgo de caer en pecado, religiosas displicentes, pecadoras públicas, condenados a las galeras, extranjeros enfermos, artesanos sin trabajo, los locos y los mendigos, todos fueron recordados por el gran Monsieur Vincent, como era conocido en esa época.

 

Miembro de la Mesa de Conciencia y Órdenes

 

Quiero llamar la atención para dos aspectos de su vida.

 

El primero es la fecundidad casi increíble de esa existencia, tomando en consideración las situaciones tan variadas por las cuales él pasó.

 

Nacido de una familia pobre de campesinos, probablemente analfabetos o semi- analfabetos, él tuvo una ascensión: dada su excepcional inteligencia, fue a estudiar y se ordenó sacerdote. Después cayó cautivo de los berberíes, piratas que recorrían el Mediterráneo y a veces hacían incursiones por los territorios de Europa, llevando católicos como esclavos, los cuales eran vendidos en los países de Oriente.

 

Maravillosamente rescatado de la condición de simple esclavo, es enseguida contratado como capellán de una reina y entra en una corte. De este alto cargo pasa a ser vicario en dos aldeas; entra bajo el servicio de una casa noble poderosa, la de los Gondi, y parece cifrar su trabajo en las nueves mil almas que constituían la población de los feudos o de las tierras en que la familia Gondi tenía restos de poderes feudales.

 

Pero después nuevamente se aproxima a la corte y es elevado a uno de los más altos cargos: miembro de la Mesa de Conciencia.

 

La Mesa de Conciencia y Órdenes era una institución que existía en casi todas las monarquías católicas de aquel tiempo, y tenía una función muy delicada. En aquella época el Estado estaba siempre unido a la Iglesia en los países católicos, y los obispos muchas veces tenían poderes temporales. La diócesis era señora feudal con poderes más amplios o menos, de estas o de aquellas tierras; de esa forma, los nombramientos para las diócesis que quedasen vacantes cabían al Papa por principio, porque sólo el Sumo Pontífice puede nombrar y demitir libremente obispos, aunque mediante la indicación del Rey. Éste proponía en general tres nombres, de los cuales el Papa escogía uno.

 

Naturalmente, cuando un nombre no era el adecuado, el Sumo Pontífice exigía otro nombre. Él no se quedaba maniatado, circunscrito a esos tres, pero el Rey era quien los indicaba.

 

La Mesa de Conciencia no era una mesa en el sentido material de la palabra. Tenía ese título porque sus miembros se reunían alrededor de una mesa, y era un Consejo de las personas de mayor confianza y virtud del reino, más perspicaces e inteligentes, para estudiar cuáles eran los padres que, por su vida y doctrina ortodoxa, cultura y actividad, salud e influencia personal, eran capaces de ser obispos.

 

Como se sabe, toda la vida de una diócesis gira alrededor del obispo, y una de las cosas más importantes para la vida interna de la Iglesia es la designación de buenos obispos. Así podemos comprender cuánto debe tener empeño un país en que sea escogida la flor y nata de los sacerdotes para ser obispo.

 

Él fue escogido por Ana de Austria, la Reina Madre, regente de la minoría de edad de Luis XIV, para esta Mesa de Conciencia y Órdenes, y allí ejerció gran influencia para la designación de los obispos.

 

Ese hombre que subió a tan alto cargo, tratando con los cortesanos en el palacio real de Francia, fue sin embargo capellán general de las galeras, teniendo que hacer apostolado con los criminales, los cuales eran apretujados en los navíos y se pasaban la vida remando. Entre un príncipe y un guerrero hay una enorme distancia; no obstante, tal distancia es menor que la existente entre el sacerdote y el esclavo. Todo eso constituye los vaivenes de su existencia.

 

Multiplicidad de actividades

 

Otro aspecto es la multiplicidad de actividades que él ejerció: Obras de Caridad, Director de una Orden Religiosa que en ese entonces apenas estaba saliendo de las manos de su gran fundador, San Francisco de Sales; por otro lado, luchador insigne contra el jansenismo. Él fue uno de los hombres que más trabajó contra el jansenismo en Francia, impidiendo que esa forma pésima de protestantismo larvado penetrase en los medios católicos. Además, San Vicente levantó una cruzada contra Túnez; fue, por lo tanto, jefe de cruzados.

 

Vemos así la diferencia de aspectos de esa personalidad. Un hombre capaz de tratar con la reina, pero también con remadores de galeras. De atraer la confianza de la soberana y de encontrar palabras que pusiesen a gusto al individuo que estaba remando en las galeras. Un hombre capaz de tratar con un enfermo y de armar un ejército; de dirigir una Congregación Religiosa de monjas de clausura, que pasaban su vida en oración, pero al mismo tiempo capaz de orientar las almas de una corte, pasando el tiempo entero sujeto a tentaciones mundanas.

 

Él tenía un espíritu amplísimo, una personalidad vastísima, rica de los mayores aspectos, con la posibilidad de impresionar profundamente a los hombres más variados. O sea, con una facultad de adaptación a los más diversos medios, que de por sí darían origen a una verdadera novela. Hay personas que leen con entusiasmo la vida de Lawrence de Arabia, porque siendo inglés estuvo en Arabia y se adaptó a las condiciones de vida allá existentes. ¿Qué es eso en comparación con la pluralidad de papeles que San Vicente de Paúl desempeñó de modo tan profundamente brillante?

 

Si hubiese un gran biógrafo que supiese presentar la vida de San Vicente de Paúl con ardor, sin distanciarse en nada de la realidad histórica, pero realzando los aspectos que verdaderamente le dan la llama a su existencia, tengo la certeza de que esta sería una de las biografías más famosas.

 

Una de las figuras más deformadas por la “herejía blanca”

 

Me parece que hasta la consumación de los siglos, una tentación para los que escriben la vida de los santos, va a ser la de redactarla de modo “herejía blanca” 1 . Y la figura de San Vicente de Paúl es exactamente la que más ha sido deformada por la “herejía blanca”.

 

¿En qué sentido? A la “herejía blanca” le gusta presentar a este santo siempre sonriendo y con un niñito a su lado. Que sea presentado sonriendo, ¡excelente! Y con un niñito al lado – si no quieren economizar bronce, pueden colocar hasta cincuenta niñitos, no tengo nada que objetar contra eso –, es algo espléndido. ¿Quién puede objetar el apostolado con los niños, de quienes Nuestro Señor dijo: “Dejad que los niños vengan a Mí”?

 

¡Pero que se quiera ver en este hombre sólo eso! Ese es el lado verdaderamente absurdo. ¿Por qué no se hace, en una iglesia erigida en honor a San Vicente de Paúl, un cuadro de este varón de Dios en presencia de Luis XIII, obteniendo de éste la firma de un edicto que ordenaba la cruzada contra Túnez?

 

No debemos procurar corregir una unilateralidad con otra, escondiendo el San Vicente de Paúl caritativo, para manifestar apenas al San Vicente de Paúl guerrero, porque la belleza consiste exactamente en la coexistencia de los dos aspectos. Ahí está la perfección, la armonía del espíritu de Nuestro Señor Jesucristo.

 


 

1) Expresión metafórica creada por el Dr. Plinio para designar la mentalidad sentimental que se manifiesta en la piedad, en la cultura, en el arte, etc. Las personas por ella afectadas se vuelven muelles, mediocres, poco inclinadas a la fortaleza, así como a todo lo que signifique esplendor.

(Revista Dr. Plinio No. 162, septiembre de 2011, p. 14-17, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de conferencia del 19.7.1971)

 

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