Un lindo ejemplo para los gobernantes eclesiásticos – Rey San Edmundo

Publicado el 11/20/2017

El Rey San Edmundo fue martirizado porque no aceptó hacer negociaciones de paz con los paganos, pues eso significaría la apostasía de sus súbditos. Su sangre hizo que toda Inglaterra se cristianizase y, hasta la época del protestantismo, fuese una nación católica, que durante algún tiempo fue llamada la Isla de los Santos.

 


 

Comentaremos una síntesis biográfica sobre San Edmundo, extraída del libro Los santos militares, del General Silveira de Mello 1 .

 

San Edmundo – Iglesia de San Marcial, Angoulême, Francia

Enfrentando al enemigo por excelencia

 

Edmundo, que había sido educado en la Religión Católica, se convirtió en un modelo cristiano para su pueblo. Justo y bueno, era un hombre de una energía excepcional. Percibió tempranamente el peligro que representaban los escandinavos para su país y se preparó militarmente, así como también preparó a su pueblo para una posible guerra.

 

Los escandinavos eran, en aquel tiempo, el gran peligro de los pueblos civilizados. Hoy tan pacíficos, fueron sin embargo, en el pasado, los tiranos de los mares. Ellos ocupaban Escandinavia y lanzaban migraciones por los mares, que iban descendiendo por varios lugares de Europa y representaban, por así decir, la última camada de las invasiones bárbaras en el continente europeo.

 

Para tener cierta idea de cuál era el espíritu de ellos, algunos usaban el título de reyes del mar, porque eran monarcas de pueblos que vivían en barcos – junto con las mujeres, los hijos y todo lo demás – haciendo piratería de un lado a otro. Eran, a propósito, barcos con unas proas lindas, de una audacia y de una arrogancia de la cual Suecia y Dinamarca perdieron el secreto. Con la caída de las proas cayó todo. Se habla de figuras de proa: se podría decir que cada pueblo tiene la proa que merece.

 

De manera que preparar su pueblo contra la invasión de esos enemigos significaba enfrentar al enemigo por excelencia.

 

No se engañó en sus previsiones. De hecho, los daneses atacaron el reino inglés. En el primer combate fueron duramente rechazados, pero, uniendo esfuerzos en gran número, vencieron a San Edmundo y lo aprisionaron en Hoxne.

 

Él venció la primera camada de enemigos que atacó su reino. Pero ellos se concentraron y evidentemente lo aplastaron, debido al gran número que había desembarcado en varios puntos de Inglaterra.

 

El nexo entre los asuntos políticos y religiosos

 

El jefe de los adversarios hizo varias propuestas de paz al rey santo, que este rechazó, porque eran contra la Religión Católica y los derechos de sus súbditos. Fue duramente torturado y, por fin, decapitado. Fue martirizado el 20 de noviembre de 870.

 

Un Concilio nacional reunido en Oxford, en 1122, hizo obligatoria la fiesta del mártir. Sus reliquias, incluso un salterio que usaba diariamente, fueron veneradas en la Abadía de Cluny hasta el surgimiento de la herejía protestante.

 

Preso y llevado a Hoxne, San Edmundo fue intimado a hacer negociaciones de paz, por las cuales él cedería su reino a los vencedores. Ahora bien, él no quería hacer eso porque sería entregar su pueblo a los paganos y favorecer el restablecimiento de la religión pagana en ese lugar. Él resistió y fue, entonces, muerto.

 

Vemos la altísima conciencia que tenía ese hombre de su papel de rey, de sus obligaciones, y de las relaciones entre los asuntos políticos y los asuntos religiosos.

 

Él tenía la noción de que su caída y la implantación de una dinastía de reyes paganos traería consigo la paganización del Estado y de los individuos. Causaría, por lo tanto, la apostasía de esos pueblos, la perdición de las almas. Él comprendía muy bien el nexo entre la vida política, la forma del Estado y la forma religiosa, y por eso se mantuvo fiel hasta el fin, siendo martirizado.

 

¿Por qué razón querían que él renunciase?

 

Evidentemente, porque San Edmundo continuaba teniendo prestigio, sino su renuncia no valía de nada. Porque era difícil consolidar la conquista mientras no hubiese una prueba de que él había renunciado.

 

Tal vez los enemigos quisiesen incluso llevarlo a su propio reino para declarar a sus súbditos que él había renunciado. San Edmundo entendió eso y no quiso renunciar, probablemente con la esperanza de que sus súbditos organizasen una especie de revolución, de guerrilla contra el ocupante, para salvar la fe. Y él regó con su sangre esa esperanza de una restauración católica.

 

Debemos ser fieles a nuestra vocación hasta la muerte

 

¡Qué lindo ejemplo para los gobernantes eclesiásticos! Sin duda alguna, la sangre de ese rey valió porque, de hecho, Inglaterra entera acabó cristianizándose y, hasta la época del protestantismo, fue una nación católica que durante algún tiempo se llamó la Isla de los Santos, tal fue el número de bienaventurados que florecieron en ese país.

 

El Dr. Plinio en la década de 1970

Debemos pedir a Nuestra Señora que nos dé muchos hombres de Estado y muchos hombres de Iglesia que tengan ese espíritu. Porque mientras los pueblos católicos no sean gobernados en el campo temporal y, sobre todo, en el campo espiritual, por hombres dispuestos a derramar su sangre por la Santa Iglesia, no serán dirigidos por alguien que valga. Sólo gobierna bien quien está dispuesto a llevar la fidelidad a sus principios y a su cargo hasta el martirio: de lo contrario no vale de nada.

 

Así como un militar que no está dispuesto a morir es igual cero, un obispo, un príncipe, un rey, un alto gobernante que no esté decidido a morir por el cumplimiento de su deber es igual a absolutamente cero. Los altos cargos exigen un alto coraje. Los cargos pequeños se pueden acomodar a un valor moral normal. Los grandes cargos requieren un gran espíritu de dedicación, un gran sacrificio.

 

Sin embargo, ¿será un cargo lo más alto que Dios le concede a un hombre? ¿Qué vale más: un cargo o una vocación? ¿No hay situaciones en las cuales una vocación vale más que un cargo?

 

Nosotros tenemos más que un alto cargo, poseemos una alta vocación.

 

Pensemos en el ejemplo de ese rey, para tener siempre la deliberación de ser fieles a nuestra vocación hasta la muerte.

 

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1) No disponemos de los datos bibliográficos de esa obra.

(Revista Dr. Plinio, No. 236, noviembre de 2017, p. 20-22, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de una conferencia del 20.11.1970)

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