El Adviento: Tiempo de penitencia y alegre esperanza

Publicado el 11/27/2022

El otoño es una buena imagen para referirse al tiempo del Adviento. Así como en el otoño la naturaleza se dispone para la llegada del invierno, así la Santa Iglesia se prepara durante el Adviento para el mayor acontecimiento de la historia, el nacimiento del Salvador del mundo en un portal de Belén.

Hno Guillermo Torres Bauer, EP

Lentamente la naturaleza se va vistiendo de rojos, naranjas y ocres; las hojas de los árboles se van secando, y poco a poco van cayendo al suelo sacudidas por los fuertes vientos que ya se comienzan a sentir; son las señales inequívocas de la llegada del otoño. Sin embargo, un árbol huye de esa regla, permaneciendo siempre verde durante toda la estación y combatiendo firmemente las inclemencias del clima, es el pino, símbolo de la virtud de la esperanza. Dentro de poco las alegrías inocentes del invierno se comenzarán a sentir, cubriendo todos los rincones con el cándido manto de la nieve.

El otoño es una buena imagen para referirse al tiempo del Adviento. Así como en el otoño la naturaleza se dispone para la llegada del invierno, así la Santa Iglesia se prepara durante el Adviento para el mayor acontecimiento de la historia, el nacimiento del Salvador del mundo en un portal de Belén.

Curiosamente, la liturgia de Iglesia en vez de vestirse de colores alegres para prepararse para esta gran fiesta, se reviste de color morado, color de penitencia; puesto que, así como los árboles se despojan de sus hojas secas en el otoño, así los católicos debemos aprovechar estas cuatro semanas penitenciales para arrancar de nuestra vida todo aquello que nos aparta de Dios, de esta forma, podremos hacer de nuestra alma una digna morada para acoger al Divino Niño Jesús.

Y de la misma manera que el pino permanece incólume ante las borrascas otoñales, así mismo el Adviento debe ser para todos los cristianos un tiempo de “piadosa y alegre esperanza”1; que nos haga tener la convicción imbatible de que ese Niñito que vemos en la gruta es realmente el Salvador del mundo que se hizo hombre para vencer las tinieblas y redimir a toda la humanidad.

La Santa Iglesia a través de su Liturgia desea que los fieles participen de las mismas gracias y bendiciones de las fiestas que celebra, por esa razón en las lecturas que se leen en las Misas durante todo el tiempo del Adviento podremos contemplar: la expectativa de los Patriarcas y Profetas ante la llegada del Mesías, la piedad de San Zacarías y Santa Isabel, la voz de San Juan Bautista invitando a la conversión, la fidelidad inmaculada de San José y finalmente los anhelos inefables con los cuales la Reina del Cielo, la Santísima Virgen María, aceleró la venida del Salvador del mundo.

Muchas prácticas de piedad en familia podrían ayudarnos a preparar nuestras almas para la Navidad durante este Adviento: hacer el Pesebre, decorar el Árbol de Navidad, hacer la Corona del Adviento, rezar la Novena de Aguinaldos, la carta al Niño Dios, etc. No dejemos que el ambiente comercial “navideño”, las vacaciones, los viajes, los regalos, desvíen nuestra atención del verdadero sentido de la Navidad, y aprovechemos este Adviento para hacer de nuestra alma un verdadero santuario que pueda acoger dignamente a la Sagrada Familia de Belén.

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1 Normas Generales sobre el Año Litúrgico y del Calendario Universal, 39

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