CABALLEROS DE LA VIRGEN

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Cardenal Prevost: Después del primer jesuita ¿el primer agustino?

Con el delicado estado de salud del Papa Francisco y la inevitable expectativa en torno a un futuro cónclave, comenzaron a surgir los nombres de posibles sucesores de San Pedro. En un escenario eclesial globalizado, cada nuevo nombre revelaba algo sobre los rumbos de Iglesia y también sobre las tensiones internas que la atraviesan. Entre los cardenales cuya estrella ha surgido recientemente en el horizonte romano, se destaca un norteamericano poco conocido fuera de los círculos más atentos: el cardenal Robert Francis Prevost, O.S.A.
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Fuente de todo éxito y tranquilidad

La tesis fundamental del católico, del contrarrevolucionario, y específicamente del hombre de la Edad Media, es que la posición natural de la vida del hombre no es la de quien se divierte o gana dinero.
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Preguntan los lectores

Según una bella expresión del magisterio pontificio, la lengua latina es «como el aurea vestes de la sabiduría misma»; presenta «un estilo conciso, diverso, armonioso, lleno de majestad y dignidad, que contribuye de una manera singular a la claridad y a la solemnidad» (SAN JUAN XXIII. Veterum Sapientia).
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Hace 50 años, un providencial y victorioso holocausto

Con la lectura del libro “El alma de todo apostolado” de Don Chautard, nació en mi espíritu la idea de que solo podría realizar la obra para la cual era llamado si me empeñara en ser santo. Y me propuse ofrecerme como víctima expiatoria a Nuestro Señor, a Nuestra Señora, por la victoria de la Contra-Revolución.
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Por la Santa Iglesia, estoy dispuesto a sufrir

¡Mira, Margaret!». Desde una ventana enrejada de la Torre de Londres, sir Tomás Moro llamaba a su hija para que contemplara la escena: cinco sacerdotes —Juan Haile, párroco secular, Ricardo Reynolds, monje brigidino y renombrado teólogo, y tres priores cartujos, Juan Houghton, Roberto Lawrence y Agustín Webster, ataviados con el blanco hábito de su orden— estaban siendo conducidos a Tyburn, el infame cadalso a pocos kilómetros de distancia y destino final de aquellos que se atrevían a desafiar la voluntad real.
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