Las almas del Purgatorio son amadas por la Santísima Virgen; son almas predestinadas y santas, almas que mucho la quieren y que, la mayor
parte, la sirvieron con fidelidad durante su vida sobre la tierra.
En las almas del Purgatorio María ve a las hijas muy amadas del Padre eterno, las esposas de su divino Hijo, los templos del Espíritu Santo, las imágenes de Dios que brillarán un día en el Cielo con maravilloso fulgor.
Ella ve en esas almas el precio de la sangre de su adorable Jesús, las flores inmortales que adornarán su propia corona durante la eternidad. En ellas, María ve a sus propios hijos.
P. Zéphyr-Clément Jourdain