Año de luchas

Publicado el 01/05/2022

En diversas ocasiones a lo largo de mi vida, he participado en celebraciones de cambio de año.

Así, en épocas comunes y tranquilas de la historia, me fue dado notar la banalidad de ese acontecimiento. Me acuerdo de las fiestas de Año Nuevo del período entre deux guerres, o sea, entre la Guerra Mundial terminada en 1918 y la que comenzó en 1939: banales, llenas de vulgaridades, bromas y optimismo estúpido.

La manera por la cual el mundo de hoy transpone los umbrales que lo separan de un nuevo año es muy diferente de esos remotos festejos a los que asistí. Retrocediendo en el tiempo y recorriendo el camino trascurrido, encontramos que cada apertura de año, aparentemente festiva, es acompañada de una perspectiva más trágica. ¿Cuál es la perspectiva para la que caminamos en este cambio de año?

Podríamos decir que es la transición de la crisis hacia la catástrofe. En general, cuando se habla de crisis de pueblos y civilizaciones, trátase de un proceso lento y complejo que se va acumulando, pero aún no es la catástrofe. Ésta viene cuando la crisis llega a su pleno desenvolvimiento y se dispone a derribar todas las cosas que ella venía minando.

Hay una diferencia, por lo tanto, entre la crisis y la catástrofe, como entre una enfermedad muy grave y la muerte. Las crisis pueden tener niveles de gravedad diversos. Cuando la gravedad es suprema, porque conduce a una meta gravísima y está a un paso de alcanzarla, entonces estamos al borde de la catástrofe.

Al transponer el pórtico de este nuevo año, tenemos la sensación de pasar de la plena convulsión a la catástrofe trágica. ¿Qué tipo de catástrofe? la total evaporación, o el casi completo apagarse de todo aquello que todavía constituye algo de vivo en la Civilización Cristiana de Occidente, debido a la crisis profunda que mina a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, y que se propaga a la sociedad temporal.

Por otro lado, nuestra Obra está en pleno florecimiento y se va dilatando por toda la tierra de un modo inesperado ¡Quién podría imaginar que tantos lirios naciesen del lodo, durante la noche y bajo la tempestad! Lo que deja pasmados a los observadores es el hecho de que este lodo parecer ser propicio al florecimiento de lirios tan límpidos.

En efecto, todos los que promovieron el lodo para que en él solo viviesen puercos, quedan absolutamente desconcertados viendo que en ese lodo nacen lirios junto a los cuales los puercos se sienten mal. Lirios de los cuales se podría imaginar, encima, la figura heráldica de un león que muestra las garras y amenaza.

Es posible que este nuevo año sea de combates. Nuestra Señora lo sabe. A los estruendos publicitarios hechos en nuestra contra los evitamos, pero no huimos de ellos. Es lo que todo país, sabedor de sus derechos, hace ante el agresor injusto: procura evitar la agresión por los medios adecuados, más, si es imposible frenar la ofensiva, los injustamente agredidos se defienden en el área de sus fronteras.

Por medio de la Virgen María y de San José, pidamos al Divino Niño Jesús – que en la matanza de los inocentes vio lucir la primera púrpura de los mártires que glorificaba al Redentor que llegaba al mundo – que nos prepare para todo tipo de embates en este nuevo año. Luchas, sobre todo, contra nuestros proprios defectos y contra la Revolución, combates terribles que nos esperan y en los cuales debemos tener todo el espirito de fe, toda la fortaleza necesaria para continuar progresando, avanzando y desconcertando al adversario.

Un consejo contiene a todos los demás: cada vez más devoción a Nuestra Señora. De Ella, yo espero poder ser incansable de anunciar esto. Y si muriese estando en plena lucidez, que mis últimas palabras aún sean de recomendación a mis hijos espirituales para que sean siempre más devotos de la Santísima Virgen. Quien pide y obtiene esto, crece en todos los sentidos, vence en todas las batallas. 

 Cf. Plinio Corrêa de Oliveira, Mensaje de Navidad para sus hijos espirituales, 21/12/1983.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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