Arte: bello camino que conduce a las almas a Dios

Publicado el 07/16/2025

Analizando las diversas construcciones del pasado, el Dr. Plinio se maravillaba porque encontraba en ellas, casi como factor común de su arquitectura, la belleza aliada a la funcionalidad, el arte impregnado del buen sentido que permite a las almas ocuparse de los asuntos del Cielo.

Plinio Corrêa de Oliveira

La Edad Media fue una época en que, bajo la inspiración de la Iglesia, estuvieron absolutamente unidas la plena funcionalidad y la plena hermosura. Esta afirmación no es mía, de un contrarrevolucionario, sino que está en todos los libros de arquitectura que se ocupan del arte gótico medieval, el cual fue funcional en todos sus detalles.  

Lo funcional sumado al pensamiento

Analicemos cómo eran los pórticos de las catedrales, la de Amiens, por ejemplo. En el centro de aquella magnífica puerta hay una columna de carácter funcional por ser indispensable para la sustentación del pórtico y del edificio; no obstante, fue transformada en objeto de arte, impidiendo que se vea, en una primera mirada, el fondo de la catedral, proporcionando así una bella sorpresa a quién entra.

En medio de la columna está la imagen de Nuestro Señor Jesucristo como era representado en las entradas de las catedrales, para indicar que Él es quien divide el destino humano: los que van para la salvación y los que van para la perdición. Él es la piedra de escándalo, como dijo el Profeta Simeón, puesto como señal de contradicción (Cfr. Lc 2, 34). Es el papel histórico de Cristo representado, es la funcionalidad sumada al pensamiento y al arte delicados.

Catedral de Reims, armoniosa alianza entre buen gusto y funcionalidad

Consideremos el frente de la Catedral de Reims. ¡Cómo es magnífica! Tiene tanta arquitectura, tanto arte que no me atrevo ni siquiera a describirla.

¿Cuál es, por ejemplo, la razón de pórticos tan profundos? Era para que los pobres y mendigos, que en ocasiones de tempestad no 32 Samuel Holanda Flávio Lourenço 33 tenían dónde acudir, pudieran protegerse bajo los umbrales maternos de la Iglesia, sobre todo en épocas en que las casas de comercio eran menores. ¡Cuánto arte para esta concepción funcional!

Las torres son un símbolo de la grandeza y de la eternidad de Dios, de la grandeza y de la perennidad de la Santa Iglesia Católica. No obstante, son altas y grandiosas por una necesidad: en ellas están las campanas para que sean oídas por toda la ciudad y en sus alrededores.

La catedral no puede permanecer en la oscuridad. Entonces construyeron un rosetón magnífico. Todo eso es funcional, pero cargado de sentido armónico; es una maravilla de arte.

Los vitrales difunden una media luz por el ambiente interno de la catedral y son la fastuosa Biblia de los pobres, que guía al Cielo: a través de ellos la luz entra armónicamente, y no en gran cantidad, apenas lo necesario, porque el recogimiento pide la media luz.

Así, las dimensiones de los vitrales son proporcionadas al grado de luz que se quiere tener dentro de la catedral. ¡Qué linda luz, equilibrada y armónica!

Los colores magníficos, que hacen de los vitrales verdaderas joyas, ¿para qué fueron estudiados? Primero, porque la Iglesia es un templo sagrado y, en cuanto tal, tiene que contener lecciones de Historia Sagrada y Religión. Entonces, los colores son el resultado de las mil figuras representadas, las cuales explican puntos de la Doctrina Católica y de la Historia de la Iglesia. Dicen que los vitrales eran la Biblia de los analfabetos.

Alguien podría criticar: “¡Entonces, había analfabetos en la Edad Media…!” Yo digo: “¡Sí, pero qué Biblias para ellos! ¡Qué manera de aprender a leer! ¡Qué contradicción con los pequeños manuales de aprendizaje de las escuelas modernas!… ¡Qué fausto!”

¡Con que arte están figurados los personajes de la Historia, de la Cristiandad, reyes y profetas del Antiguo Testamento! Los vitrales tienen la función de proteger

contra el viento, la lluvia, la nieve, de tamizar la luz, enseñar a las almas y encantarlas. Constituyen la alianza del mejor gusto con la más estricta funcionalidad.

La catedral era el palacio de los pobres. Suntuosa, el último de ellos podía entrar allí y sentirse en su casa como un rey, un potentado, como un hombre muy rico. Eran tesoros de arte puestos a disposición del pueblo de Dios.

El edificio tenía necesidad de muchas columnas, por el sistema de construcción de ese tiempo, por la manera de enfrentar lo funcional. Ahora bien, cómo estas son leves, delicadas, artísticas en comparación con las inmensas columnas modernas, las cuales parecen elaboradas en el momento de un crimen, para tener un hombre aplastado debajo; a veces, tenemos la impresión que [ciertas columnas modernas] conducen al Infierno. ¡Las columnas medievales no aplastan, elevan! El espíritu sube a lo largo de ellas, conducen al Cielo. Funcionalidad y arte.

Catedral de Orvieto, sinfonía de colores

Lo que la magnífica Catedral de Orvieto, en Italia, tiene de original es su parte externa, donde no hay principalmente esculturas, sino pinturas y ¡qué pinturas! Para resistir a la lluvia, hay mosaicos espléndidos, hermosísimos, los cuales hacen de la Catedral una sinfonía de colores.

¡Es una instrucción para las personas que pasan, inclusive por el lado de afuera! Los mosaicos protegen muy bien el edificio contra las intemperies, son muy duraderos y están conservados perfectamente.

¿Cuál es la razón de esa decoración? Aquí llegamos a la gran conclusión: el arte es necesario para el equilibrio del alma humana y para llegar a Dios. El arte es absolutamente funcional en cuanto manifestación de belleza.

Poesía funcional de torres y puentes fortificados

La Torre de Belén, en Portugal, es tan hermosa que se diría concebida por un artista extravagante en un lugar poético. Se trata de una fortificación estrictamente útil situada en el Río Tejo, indispensable para ver al enemigo que se aproxima. Las garitas eran necesarias para abrigar a los soldados, y las almenas, imprescindibles para defenderlos. Todo estaba calculado para una fortificación marítima.

Tenía también otro significado: cuando las escuadras portuguesas partían, ya sea para descubrir Brasil, para doblar el Cabo de la Buena Esperanza, ya sea para ir a las Indias, para llevar a San Francisco Javier, la población e inclusive los reyes iban a despedirlas. Las autoridades se quedaban en la terraza junto con el rey y su corte, las banderas y los estandartes de Portugal flameaban al viento; había un gran adiós y una gran despedida. Eran los que iban a la aventura, para el apostolado, a la grandeza de la Cristiandad y de la nación portuguesa.

Patio interno del Hôtel-Dieu

Una vez más vemos la utilidad unida a la funcionalidad. Es como también son ciertos puentes fortificados. Compárenlos con esas “bandejas” modernas… son simplemente bloques puestos sobre un abismo por medio de una técnica terrorífica, y sobre el cual pasan los automóviles.

Alguien dirá: “¿Pero, por qué adornar un puente con torres? Son muy hermosas, se reflejan en el agua de un modo agradable, pero ¿qué utilidad tienen?” Tienen lo siguiente: cada torre puesta en un puente era una fortificación. Y si el enemigo penetraba por alguna parte, tendría que tener tres batallas antes de entrar en la ciudad. Es el arte, el buen gusto, la utilidad.

Arte y buen sentido en armonía

El Castillo de La Rochepot tiene algo de muy hermoso: el lindo colorido del tejado, el cual es alegre, festivo, hecho para ser visto de lejos, como para anunciar que hay algo de bello en la construcción.

En el formato del tejado se ve la preocupación de evitar la acumulación de nieve. Es la funcionalidad en una manifestación artística. El buen sentido de los siglos pasados mostraba que el arte precisa estar presente, porque en cualquier parte que esté el hombre, está sobre todo el alma; y donde está el alma debe estar la belleza.

Otro tejado hermosísimo que no es el de un palacio real, sino el del hospital Hôtel-Dieu en Francia. Esa era la preocupación que nuestros antepasados tenían en poner el arte por todas partes, sin que nada dejase de ser práctico.

Castillo de La Rochepot

Es supremamente funcional; se considera así la naturaleza espiritual del hombre y su finalidad religiosa.

Para mostrar que no es un privilegio del alma medieval construir cosas así, consideremos uno de los castillos del rey Luis II de Baviera, edificio construido en el siglo XIX1, el cual tiene sabor y belleza medievales. ¡Cómo es hermoso! Los precipicios con las piedras, ¡que grandeza tiene! Casi diríamos una reviviscencia de la Edad Media en nuestros días.

Graciosidades de la pequeña burguesía

Por otro lado, cómo son interesantes las casitas burguesas de Ruan, ciudad donde fue quemada Santa Juana de Arco. Transmiten un sentido de la intimidad. Se tiene la impresión de que quién las habita vive en un recogimiento y en una calma muy grandes. En las casas hay a veces pequeños salientes; posiblemente cuando nacía un bebé en la familia, el padre mandaba construir un cuarto adicional. Queda algo tan pintoresco y tan interesante, que hace el encanto y la gracia de la casa.

Pues bien, entre esas casitas se yergue la torre de la Catedral de Ruan. ¡Cómo esto se asemeja a la majestad inmensa de las cosas de Dios! La torre está encima de toda la pequeña ciudad comercial, así como la Religión está encima de todas las cosas terrenas.

Por la ciudad pasa el río Sena, con piedras en su margen; por las calles, lejos de ser autopistas, se podía pasar con tranquilidad conversando, rezando, parando, pensando. Era una vida hecha para el pensamiento, el recogimiento y para un trabajo que no aplasta, propio de los hijos de Dios.

La vida cotidiana en una pequeña ciudad medieval, ¿no era mucho más agradable que en las inmensas construcciones modernas? Las proporciones eran humanas, nada aplastaba, no había confusión, laberintos; estaba presente la paz, la serenidad, el trabajo ordenado, los buenos nervios, sobre todo el recogimiento, la piedad, la felicidad.  

(Extraído de conferencia del 14/1/1974)

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1) Castillo de Neuschwanstein, construido en la segunda mitad del siglo XIX.

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