Con gracia y profundidad, el Dr. Plinio describe los modos de ser de los diversos tipos de brasileños. Analizando Pernambuco, transmite las impresiones que tuvo al visitar una antigua finca azucarera de su familia paterna.
Plinio Corrêa de Oliveira
Los modos de ser personales cambian en Brasil de acuerdo con los estados. Por ejemplo, una cosa es la forma de ser de Río de Janeiro, otra cosa es la de Sāo Paulo.
Pero ninguno de los dos es la misma que en el Estado de Bahía; más florida, más poética, más retórica. Pernambuco aún lleva un poco la marca de la guerra con los holandeses. Y así por delante…
El militarismo gaucho tiene algo de feudal

Paisaje rural del Estado de Rio Grande del Sur
Brasil tiene dos estados militares muy distantes entre sí. Incluso el temperamento de los que pertenecen a un estado y otro son diferentes.
Uno de ellos, Río Grande del Sur, es militar por estar en la frontera.
Quien vive en San Pablo, por ejemplo, se encuentra a una distancia astronómica de la parte de la limítrofe donde se luchó. Por lo tanto, la guerra para los paulistas es una cosa remota, pero para
los gauchos (gentilicio de los nacidos en el Estado de Rio Grande del Sur) es algo mucho más reciente. Por eso son muy militares. Gran parte del contingente del Ejército Brasileño está constituido por gauchos.
Hay un modo peculiar del gaucho ser militar. Su militarismo tiene algo de feudal. Su raíz era aún aquella del viejo coronelismo 1 agrícola del Brasil.
Hacendados con propiedades enormes, plantaciones de mate, ganaderías en cantidad, extensiones colosales dominadas por señores
de esas tierras; con mucha población que dependía de ellos.
Eso hacía que en cada guerra de fronteriza – contra los argentinos, raramente contra los uruguayos – los estancieros y sus hombres de confianza participaban como una sola unidad. Y vivían a lo militar. No es el militar francés o austríaco en ab-
soluto. Es un militar caboclo [criollo, mestizo] con aquél gran sombrero, un poco a la far west, con pañuelo rojo al cuello, poncho, mate con bombilla de plata, botas altas y cabalgatas por las grandes extensiones de los campos de ganadería. Eran hombres fuertes, sólidos y dominadores.
Los cearenses son muy inteligentes…

Paisaje típico del interior del Estado de Ceará
Otro Estado militar de Brasil, enteramente diferente, es Ceará. La configuración de este Estado tendrá una influencia en el militarismo del cearense, en aquella tierra seca en que se vaga en medio de los cactus y de la pobreza.
El espíritu de aventura no es el mismo del señor que tiene una base en la tierra y que manda sobre personas, que forma parte de su raíz. Pero es gente de correrías y tropelías por aquellas vastas tierras semi-desérticas, con sicarios; un far west norteamericano del tiempo clásico pero acomodado a las condiciones y al temperamento regionales.
Por tanto, sin aquel aire estable y firme del gaucho, pero con aquella forma de ser que yo también considero simpática, y que es el espíritu de aventura, una especie de D´Artagnan 2 de la polvareda, dando origen a tipos como el Padre Cícero, el Lampaiao y otras figuras por el estilo también legendarias.

Panorámica de la ciudad de Fortaleza, Capital del Estado de Ceará
De todos los lugares por los que viajé, Ceará fue el único en el que, mirando por toda parte y hablando con todo el mundo, no encontré nadie que no fuese muy inteligente. Llegué a caminar solo por las calles de Fortaleza buscando alguien poco dotado de inteligencia pero no lo encontré.
El encanto, principal arma de lucha del carioca 3

Panorámica de la ciudad de Rio de Janeiro, capital del Estado que lleva el mismo nombre
Pasando para Río de Janeiro, veremos que el carioca es enteramente diferente. En primer lugar, no es belicoso ni guerrero, sino que coloca su confianza en el charme, que es su principal arma de lucha. Tal vez esto sea inspirado por alguna circunstancia. Río fue, durante mucho tiempo, la capital del país. Dejó de serlo en tiempo de Jus-
celino 4 , que mandó construir Brasilia.

Ciudad de Rio de Janeiro en la época colonial
El mundo diplomático brillaba en Río de Janeiro, que era la sede de las embajadas, en un periodo en que la vida diplomática era representativa, noble, con el aroma de las antiguas cortes europeas.
Naturalmente, ese ambiente se había relacionado con la alta sociedad de Río, la cual había quedado muy impregnada de todos los vientos venidos de Europa.
Por otra parte, siendo la capital del Imperio y más tarde de la República, Río atraía las élites de casi todos los Estados de Brasil, para allí residir. Había, por lo tanto, elementos exponenciales de lo mejor de todos los Estados brasileños.
Vivían junto a la dulzura y la belleza majestuosa, suave y que descansa, de la naturaleza de Río; mucho más bonita otrora, con aquellas curvas de las playas que habían sido diseñadas por un francés y, por eso, dotadas de la gracia francesa. El mar llegaba más cerca de las casas.
En el Hotel Gloria, por ejemplo, que era en aquel tiempo un gran hotel, casi que se sentían las olas batir en los paredones del edificio. Era esa dulzura del ambiente carioca, con las palmeras imperiales, el Jardín Botánico, aquellas montañas que parecen hermanas suavemente apoyadas unas en las otras, aquella brisa constante, en general cálida, que sopla en Río y el Outeiro da Gloria, bellamente colocado en el Monte de la Gloria.

Teatro Municipal de la ciudad de Rio de Janeiro
Es una verdadera joya, al mismo tiempo una iglesia y un juguete, con un encanto de tal manera atrayente que llevó a los cariocas a colocar su principal medio de acción en el charme. Siempre
muy amables, bromistas y gentiles, sin nada de agresivo y haciendo de esto el medio por el cual atraían, de manera a convergir todo para Río donde reinaba una atmósfera de bonhomía elegante.
Paulistas antiguos y mineros

Teatro Artur Azevedo en la Ciudad de Sao Paulo
Un tipo humano, bien diferente de este, era el paulista antiguo: hacendado, sin guerras, pero señor por entero, serio, amable, con un fondo de
desconfianza, pero no muy cargada, y de pocas palabras.
En cuanto en Río se visitan mucho las casas de los otros, entrar en la casa de un paulista era una dificultad, porque recibían poca gente.
Eran residencias bonitas, muy bien decoradas, para acoger a los parientes y a los íntimos, o a personas de ceremonia, recibidas en una estancia especial
llamada sala de visitas. El resto de la casa era para la intimidad.

Palacete Toledo Lara en el Centro de la capital paulista
Podemos encontrar una típica mansión paulista antigua en la esquina de la calle Doña Veridiana con la Avenida Higienópolis, donde hoy existe un club social. Otra es el Palacete de los Campos Elíseos, una casa paulista aún más característica que la mencionada anteriormente.

Panorámica de la Ciudad de Ouro Preto, en el Estado de Minas Gerais
Al considerar el Estado de Minas Gerais, podemos diferenciar dos Minas. Una es la de Ouro Preto, de los profetas de Aleijadinho, del tiempo colonial: recogida, meditativa, inteligente, calma, desconfiada, rica y ahorrativa.
A lo largo del tiempo del Imperio, ciertas cualidades fueron desapareciendo. El aspecto artístico cayó muy bajo. Eso fue sustituido por el Minas político, bancario, comercial y agrícola, que va comenzando también a ser industrial. Los mejores políticos rivalizaban con los gauchos. El minero es rey de la política en el arte de susurrar, hablar bajito, decir la mitad y dar a entender el resto. La política del gaucho es declamatoria; tiene sagacidad, facilidad de palabra, agrada a las personas, hablando mucho y a los borbotones.
Bahianos cantadores y pernambucanos mandones

Centro histórico de la ciudad de Salvador, capital del Estado de Bahía
Ya Bahía es histórica, tradicional, cantadora, poética, con buena oratoria, gastronómica y pintoresca. Basta recordar estos predicados que todo el mundo sabe lo que es un bahiano, no es necesario describirlo.
En Pernambuco, veo una peculiaridad curiosa, que no es propiamente una mezcla. Los pernambucanos
son unos bahianos medio apaulistados. Tienen aquel charme de la primera capital de Brasil, que fue Salvador. Como los cariocas, poseen el arte de agradar, son leves, graciosos, con una inteligencia luminosa.

Monasterio de San Benito en Olinda, ciudad patrimonio histórico de la humanidad, ubicada en el Estado de Pernambuco,
Los pernambucanos son bromistas e inteligentes, pero no sirven propiamente para tribunos como los bahianos, que puestos en un púlpito o en una tribuna, hablan y arrastran.
Los pernambucanos dan buenos discursos, escriben libros muy bien hechos, conocen primorosamente el
portugués y son espíritus más tendientes a profundizar. Sin embargo, son mucho más hombres de acción, les gusta producir y trabajar. Además, son mandones. En la tierra de cada uno, manda cada uno y ¡hay de quien se quiera meter!
Casa de la finca de producción de azúcar de los Corrêa de Oliveira, en el Estado de Pernambuco
Les transmito algunas de mis impresiones de la finca de plantación de azúcar de la familia de mi padre cuando estuve allí. Era una casa antigua, aún del tiempo colonial, localizada en el Estado de Pernambuco.
En este lugar nació uno de los mayores brasileños, Don Vital Gonçalves de Oliveira, el obispo que luchó contra los enemigos de la Iglesia en el tiempo del Imperio, fue muy perseguido y murió víctima de esas persecuciones. ¡Era un gigante!
Aquella residencia poseía una capilla propia del tamaño de una pequeña parroquia, con imágenes coloniales; todo muy bonito. Estaba unida a la casa principal por un puentecubierto a la manera del Puente de los Suspiros de Venecia.
Otrora, la familia de mi padre había sido muy rica, como todos los dueños de esas fincas de Pernambuco, pues exportaban gran cantidad de azúcar a Europa. Entre tanto, como todas aquellas familias de la zona, perdió la fortuna. Y la decadencia fue tan grande que se hundió ese puente pintoresco, poético, entre la capilla y la casa.
El conducía directamente para la parte superior desde donde la familia asistía a la misa, y estaba el órgano. Quedaron las dos puertas en el aire, una en la casa de familia y otra en la capilla.
En esa residencia había algunos muebles bonitos, sobre todo un reloj del tiempo del Imperio. Pero la
“obra prima” de la casa, era mi tío, hermano de mi padre, apodado Totoño. Un hombre alto, ligeramente obeso, de nariz aguileña, ojos penetrantes para registrar todas las cosas, medio tranquilón y comilón al máximo.
Los pernambucanos en general tiene muy buen apetito. Era un hombre pobre, pero con una majestad, un aire de señorío y su forma extraordinaria de mirar. Me hubiera gustado haberlo fotografiado.

La Feijoada es una comida típica de Pernambuco
La familia nos ofreció un almuerzo pantagruélico. La estancia quedaba cerca del brazo de un río, próxima al mar. A cierta altura del día, el mar entraba trayendo mariscos, cangrejos y todo tipo de delicias. Cuando subía, los pescadores bajaban una
red, que con el reflujo quedaba repleta de los más variados y sabrosos mariscos. Todo sin gasto ni trabajo.
Cultura de espíritu
Sus diversiones también eran las de gente empobrecida. La finca quedaba a una cierta distancia del mar.
Casi todos aquellos hacendados tenían casa en la playa, pero eran construcciones muy elementales.
Llegadas las vacaciones, iban allá a pasar una temporada. También en esto regía la ley del mínimo esfuerzo. Tomaban unas embarcaciones al anochecer, preparaban sándwiches, comidas – sin las cuales los pernambucanos no viven – ponían todo dentro de los barcos e iban cantando y tocando guitara hasta el amanecer.
Sin hacer el mínimo movimiento, porque el río les llevaba. No tenían el menor riesgo, porque era una especie de canal. Era solo cantar, tocar la guitarra, contemplar la luna y comer.
Comprendo que para ciertos pueblos esto no tenga gracia, porque no está contemplado el trabajo por medio. Pero si presenciasen la escena, entenderían todo a fondo. Durante todo este tiempo no piensen que eran ociosos. Eran bromas, dichos con espíritu para mantener un tipo de relación humana que absorbe la atención. Es un juego de alma que exige de la persona estar atenta a lo que se hace. Ese bromear era un juego serio de espíritu. No era un bromear vulgar, sino algo dicho con inteligencia que absorbe y en el cual la cultura se desarrolla.
Quien, encontrando una tierra buena, la trabaja y gana dinero, o se enriquece por medio de la industria o el comercio, hace una cosa loable, desde que sea según los mandamientos de la Ley de Dios. Sin embargo, quien está en una tierra que
solo produce un tipo de fruto que ya no da más dinero y no tiene otra manera de hacerse rico, el mejor partido que puede sacarle la vida es tener
una existencia sosegada, pero llena de cultura.
No es la cultura libresca, por la cual mi entusiasmo es moderado, sino exactamente esa cultura del espíritu, que nace del trato de unos con los otros, de la conversación seria, consistente, acompañada de una gastronomía espléndida y sosiego. Yo pregunto: ¿No es un way of life? ¿No es un camino de vida?
Extraído de conferencia del 14/3/1987
Notas
1) Con el advenimiento de la República, grandes propietarios recibían la patente de Coronel, que reclutaban subordinados de su confianza para mantener el orden social en sus regiones.
2) Principal personaje de la obra Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, (1802 – 1870).
3) Nacido en Río de Janeiro.
4) Juscelino Kubitschek, presidente de Brasil entre 1956 y 1961.