Así fue la prisión de Nuestro Señor Jesucristo el Jueves Santo en la noche

Publicado el 04/06/2023

En la prisión me ultrajaron los soldados, que eran mis enemigos… Pero en el Sagrario me maltratan y me insultan almas que me llaman Padre. Cuántos corazones helados serían para mi cuerpo frío y herido como la piedra de la prisión!

Sagrado Corazón de Jesús 

Cuando los soldados me conducían a la prisión, al pasar por uno de los patios vi a Pedro, que estaba entre la turba… Le miré… El también me miró… Y lloró amargamente su pecado. ¡Cuántas veces miro así al alma que ha pecado!…

Pero, ¿me mira ella también? ¡Ah!… Que no siempre se encuentran estas dos miradas… ¡Cuántas veces miro al alma y ella no me mire a Mí!…

No me ve… Está ciega… La llamo por su nombre y no me responde… Le envío una tribulación para que salga de su sueño, pero no quiere despertar…

¡Almas queridas! Si no miráis al cielo viviréis como los seres privados de la razón… Levantad la cabeza y ved la patria que os espera. Buscad a vuestro Dios y siempre le encontraréis con los ojos fijos en vosotras, y en su mirada hallaréis la paz y la vida.

La Prisión

El prendimiento de Cristo, cuadro pintado por Gerard Seghers, Primera mitad del siglo XVII

Contémplame en la prisión, donde pasé gran parte de la noche. Los soldados venían a insultarme de palabra y de obra, empujándome, golpeándome.

Al fin, hartos de Mí, me dejaron solo, atado, en una habitación oscura y húmeda, sin más asiento que una piedra, donde mi cuerpo dolorido se quedó al poco rato aterido de frío…

Vamos ahora a comparar la prisión con el Sagrario, y, sobre todo, con los corazones de los que me reciben. En la prisión, pasé una noche no entera… pero en el Sagrario, ¡cuántas noches y días paso!

En la prisión me ultrajaron los soldados, que eran mis enemigos… Pero en el Sagrario me maltratan y me insultan almas que me llaman Padre… En la prisión pasé frío y sueño, hambre y sed, vergüenza, dolores, soledad y desamparo…, y desde allí veía, en el transcurso de los siglos, tantos Sagrarios en los que me faltaría el abrigo del amor… Cuántos corazones helados serían para mi cuerpo frío y herido como la piedra de la prisión!

¡Cuántas veces tendría sed de amor, sed de almas!… ¡Cuántos días espero que tal alma venga a visitarme en el Sagrario y a recibirme en su corazón!

¡Cuántas noches me paso solo… y pensando en ella!… ¡Qué de veces siento hambre de mis almas!… de su fidelidad generosa:

¿Sabrán calmarla con aquella ocasión de vencerse .., con esta ligera mortificación?… ¿Sabrán, cuando llegue la hora del dolor…, cuando hayan de pasar por una humillación…, una contrariedad…, una pena de familia o un momento de soledad y desolación, decirme desde el fondo del alma: «Os lo ofrezco para aliviar vuestra tristeza, para acompañaros en vuestra soledad?»

¡Ah! Si de este modo supieran unirse a Mí. ¡Con cuánta paz pasarían por aquella tribulación! Su alma saldría de ella fortalecida y habrían aliviado mi Corazón.

En la prisión sentí vergüenza al oír las horribles palabras que se proferían contra Mí…, y esta vergüenza creció al ver que más tarde esas mismas palabras serían repetidas por almas muy amadas.

Cuando aquellas manos sucias y repugnantes descargaban sobre Mí golpes y bofetadas, vi cómo sería muchas veces golpeado y abofeteado por tantas almas que, sin purificarse de sus pecados, me recibirán en sus corazones, y con sus pecados habituales descargarían sabre Mí repetidos golpes.

Cuando en la prisión me empujaban, y Yo, atado y falto de fuerzas, caía en tierra, vi cómo tantas almas, por no renunciar a una vana satisfacción me despreciarían, y atándome con las cadenas de su ingratitud me arrojarían de su corazón y me dejarían caer en tierra renovando mi vergüenza y prolongando mi soledad.

«¡Almas escogidas! Mirad a vuestro Esposo en la prisión; contempladle en esta noche de tanto dolor… Y considerad que este dolor se prolonga en la soledad de tantos Sagrarios, en la frialdad de tantos corazones…

Si queréis darme una prueba de vuestro amor, abridme vuestro pecho para que haga de él mi prisión. Atadme con las cadenas de vuestro amor… Cubridme con vuestras delicadezas… Alimentadme con vuestra generosidad…Apagad mi sed con vuestro celo… Consolad mi tristeza y desamparo con vuestra fiel compañía. Haced desaparecer mi dolorosa vergüenza con vuestra pureza y rectitud de intención.

Si queréis que descanse en vosotras, evitad el tumulto de pasiones, y en el silencio de vuestra alma dormiré tranquilo; de vez en cuando oiréis mi voz que os dice suavemente: Esposa mía, que ahora eres mi descanso, Yo seré el tuyo en la eternidad; a ti, que con tanto desvelo y amor me procuras la prisión de tu corazón, Yo te prometo que mi recompensa no tendrá límites y no te pesarán los sacrificios que hayas hecho por Mí durante tu vida».

Imitación del divino Prisionero

«¡Escucha los deseos que entonces sentía mi Corazón!… Me consumía de amor el pensamiento de tantas y tantas almas a quienes este ejemplo había de inspirar el deseo de seguir mis huellas.

Las veía fieles imitadoras de mi Corazón, aprendiendo de Mí mansedumbre, paciencia, serenidad, no sólo para aceptar los sufrimientos y desprecios, sino aun para amar a los que las persiguen y, si fuera preciso, sacrificarse por ellos como Yo me sacrifiqué.

El amor me encendía más y más en deseos de cumplir la Voluntad de mi Padre, y mi Corazón, más fuertemente unido a El en éstas horas de soledad y dolor, se ofrecía a reparar su gloria ultrajada…»

Así vosotras, almas religiosas que os halláis en prisión voluntaria por amor; que más de una vez pasáis a los ojos de las criaturas por inútiles y quizá por perjudiciales: ¡No temáis! Dejad que griten contra vosotras, y en estas horas de soledad y de dolor, que vuestro corazón se una íntimamente a Dios, único objeto de vuestro amor. ¡Reparad su gloria ultrajada por tantos pecados!…»

Palabras del Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez, religiosa de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, dadas en Poitiers, Francia, 1923.

Tomado del libro Un llamamiento al amor, pp. 112-115

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->