Uno de los modos por los cuales Nuestra Señora hace efectiva su realeza es su Corazón Inmaculado y Sapiencial.
La Virgen María es Reina por derecho por ser la Madre de Dios y porque su Divino Hijo le entregó la regencia del Cielo y de la Tierra. Así, Ella impera sobre los Ángeles, los Santos, las almas del Purgatorio, los hombres que están en el mundo y hasta sobre el Infierno.
En el Cielo, los Ángeles y Santos aman a Nuestra Señora con toda la intensidad, abajo de Dios. Por eso, el Sapiencial e Inmaculado Corazón de María reina sobre los corazones, esto es, las mentalidades, siendo la sabiduría y voluntad de Ella la regla para la de ellos. Por lo tanto, la Santísima Virgen domina el Cielo de Corazón a corazón.
El Sapiencial e Inmaculado Corazón de María ejerce su autoridad sobre todo el mundo tocando con gracias superabundantes los corazones que, al recibirlas, se inclinan a servirla. Su Corazón es, pues, un cetro con el cual la Madre de Dios gobierna todos aquellos que le obedecen.
Se podría representar el Inmaculado Corazón de María encimado por una corona para indicar bien su carácter regio.
Así, la fiesta de Nuestra Señora Reina es la fiesta del Corazón de Aquella que en Fátima dijo: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará.”
(Extraído de conferencia sin registro de fecha)