¿Cómo comprender la verdadera Misericordia Divina?

Publicado el 04/16/2023

Hay quienes hacen uso de mis gracias para ofenderme. Otros desprecian mis gracias; no quieren oír mi llamada y van al abismo infernal. Esta pérdida de las almas me sumerge en una tristeza mortal. En tales casos, a pesar de ser Dios, no puedo ayudar nada al alma, porque ella me desprecia; disponiendo de la voluntad libre, puede despreciarme o amarme.

P. Ángel Peña, O.A.R.

En la Biblia se nos habla frecuentemente de la misericordia de Dios. Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó y estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo (Ef 2, 4). Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, es Padre misericordioso y Dios de todo consuelo (2 Co 1, 3).

Dios es misericordioso y clemente, lento a la ira y rico en misericordia (Ex 34, 6). Y nos dice a cada uno:

Con amor eterno te amé (Jer 31, 3).

No tengas miedo, solamente confía en (Mc 5, 36).

Todo es posible al que tiene fe (Mc 9, 23).

Cree en el Señor Jesús y te salvarás y tu familia (Hch 16, 31).

Y nosotros podemos decir: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7). Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Lc 1, 50). Aunque, Él me matara, seguiría confiando en Él (Cf. Job 13, 15).

Di a las almas que es en el tribunal de la misericordia donde han de buscar consuelo; allí tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente.

Y Jesús le decía a Santa Faustina: Hija mía, tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el provecho de aquellos que, leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí. Así pues, deseo que todos los momentos libres los dediques a escribir”.

Di a las almas que es en el tribunal de la misericordia donde han de buscar consuelo; allí tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente. Para obtener este milagro no hay que hacer una peregrinación lejana ni celebrar algunos ritos exteriores, sino que basta acercarse con fe a los pies de mi representante y confesarle con fe su miseria y el milagro de la misericordia de Dios se manifestará en toda su plenitud. Aunque un alma fuera como un cadáver, descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido, no es así para Dios.

El milagro de la divina misericordia restaura a esa alma en toda su plenitud. Oh infelices los que no disfrutan de este milagro de la divina misericordia; lo pedirán en vano, cuando sea demasiado tarde.

¿Por qué tienes miedo, hija mía, del Dios de la misericordia? Mi santidad no me impide ser misericordioso contigo. Mira, alma, por ti he instituido el trono de la misericordia en la tierra y este trono es el tabernáculo y de este trono de la misericordia deseo bajar a tu corazón. Mira, no me he rodeado ni de séquito ni de guardias, tienes el acceso a en cualquier momento, a cualquier hora del día deseo hablar contigo y deseo concederte gracias…

Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero.

¿Quién ha medido mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la fuente de la misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de mi misericordia. ¿Por qué habrías de disputar conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y yo te colmaré de los tesoros de mis gracias.

Retrato de Santa Faustina Kowalska

Di, hija mía, que soy el amor y la misericordia mismos. Cuando un alma se acerca a mí con confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que ella no puede contenerlas en sí misma, sino que las irradia sobre otras almas.

A las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa protege a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas juez sino Salvador misericordioso. En esta última hora el alma no tiene nada en su defensa fuera de mi misericordia. Feliz el alma que durante la vida se ha sumergido en la fuente de la misericordia, porque no le alcanzará la justicia.

Todo lo que existe está encerrado en las entrañas de mi misericordia más profundamente que un niño en el seno de la madre. ¡Cuán dolorosamente me hiere la desconfianza en mi bondad! Los pecados de desconfianza son los que me hieren más penosamente.

Antes de venir como el juez justo, vengo como el Rey de misericordia. Antes de que llegue el día de la justicia, les será dado a los hombres este signo en el cielo.

Cuando te acercas a la confesión, debes saber que yo mismo te espero en el confesonario, sólo que estoy oculto en el sacerdote, pero yo mismo actúo en tu alma. Aquí la miseria del alma se encuentra con el Dios de la misericordia. Di a las almas que de esta fuente de la misericordia las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de la confianza. Si su confianza es grande, mi generosidad no conocerá límites. Los soberbios permanecen siempre en la pobreza y miseria, porque mi gracia se aleja de ellos, dirigiéndose hacia los humildes.

Hay quienes hacen uso de mis gracias para ofenderme. Otros desprecian mis gracias; no quieren oír mi llamada y van al abismo infernal. Esta pérdida de las almas me sumerge en una tristeza mortal. En tales casos, a pesar de ser Dios, no puedo ayudar nada al alma, porque ella me desprecia; disponiendo de la voluntad libre, puede despreciarme o amarme. Tú, dispensadora de mi misericordia, habla al mundo entero de mi bondad y con esto consolarás mi Corazón.

Di a los pecadores que ninguno escapará de mis manos. Si huyen de mi Corazón misericordioso, caerán en mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones para saber cuándo latirán para mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos; y les hablo con la voz de la Iglesia.

Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a mi misericordia. Cada obra de mis manos comprueba mi misericordia. Quien confía en mi misericordia, no perecerá porque todos sus asuntos son míos y los enemigos se estrellarán a los pies de mi escabel.

Pintura original del Señor de la Divina Misericordia, pintado bajo las directrices y la supervisión de Santa Faustina Kowalska. Santuario de la Divina Misericordia de Vilna, en Lituania

Antes el cielo y la tierra volverán a la nada que mi misericordia deje de abrazar a un alma que confía en mí.

Hija mía, tú eres la secretaria de mi misericordia, te he escogido para este cargo en ésta y en la vida futura. Quiero que así sea, a pesar de todos los obstáculos que te pondrán.

Proclama que la misericordia es el atributo más grande de Dios. Todas las obras de mis manos están coronadas por la misericordia.

Hija mía, ¿crees, quizá, que hayas escrito suficiente sobre mi misericordia? Lo que has escrito es apenas una gotita frente a un océano. Yo soy el amor y la misericordia misma; no existe miseria que pueda medirse con mi misericordia, ni la miseria la agota, ya que desde el momento en que se da, mi misericordia aumenta. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella.

En su Diario menciona la palabra misericordia 1.198 veces. Llama a la misericordia de Dios con los nombres de un milagro continuo y fuente de milagros y maravillas. En una carta al padre Andrasz del 25 de mayo de 1933, llama a la misericordia de Dios el mayor adorno del trono de Dios. También solía llamar al sacramento de la confesión o de la penitencia con el nombre de tribunal de la misericordia.

Y, hablando de la Eucaristía, la llama fuente de amor y de misericordia; fuente de misericordia y océano de amor.

Tomado del Libro, Santa Faustina y el Señor de la Misericordia; pp. 110-113

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