
Hay bailes y bailes: el baile honesto, en familia, y el baile en que los padres son excluidos porque, según la expresión de una joven, «mientras están presentes todo resulta soso y aburrido». ¿Basta que haya baile para dejen de ser reprensibles ciertas conductas?
Padre George Hoornaert, SJ.
«¡Qué diría una madre si viera a su hija fuertemente abrazada a un joven, tal como están en el baile… pero sin música!» ¿Es qué lo malo se vuelve bueno simplemente por que estén bailando?
Cuando una persona censura los bailes, al punto se la tacha de anticuada porque no comprende a la juventud.
Por lo que a mí toca, prefiero seguir el Evangelio que comprender a los jóvenes en este sentido: «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón…» (Mateo 5,27-28).
El Señor no prohibió el mirar a la mujer, sino el mirarla con deseo impuro, con codicia de placer. Se me hace muy difícil creer que un joven soltero no la desee con malas intenciones cuando aprieta a la chica tan fuerte contra su pecho.
Además, tal joven enciende la misma llama en su compañera, de suerte que es a la vez atraído y atrayente, inflamable e incendiario. En tales situaciones las más hermosas y limpias promesas se pueden evaporar como una gota de agua en el calor del verano.
Deja después el chico embarazada a la chica, y todos se escandalizan farisaicamente, cuando era lógico que terminasen así. ¡Es la lógica del mundo! Todo está organizado para inducir a los jóvenes a una temprana actividad sexual, y luego se asusta de que tantas chicas queden embarazadas.
Se arrojan sin cesar tizones ardiendo a la paja seca, ¡pero con la prohibición de que ésta arda! La madre alegremente lleva su hijo a una «fiesta», atiza las brasas, y luego se asombra de que haya un incendio: «¡No sabes como está la juventud! ¿Adónde vamos a parar? ¡Este hijo va a acabar conmigo!…».
Te voy a hacer dos preguntas, a las que quiero que respondas sinceramente.
¿Te gustaría ver a tu hermana bailar con un chico tal como bailas tú?
No hagas a nadie lo que no quisieses que hiciesen a tu hermana o a tu futura hija.
Segunda pregunta: pasado el momento de locura del baile, ¿te quedas con la conciencia tranquila? Porque es muy difícil engañar a la conciencia! Ya puede el mundo multiplicar los sofismas, ya pueden los amigos acumular excusas y más excusas, que si has hecho mal, tu conciencia te lo reprochará, porque no tiene miedo de llamar a las cosas por su nombre: has pecado.