Llamaos Amigos de la Cruz. ¡Cómo es grande este nombre! Os confieso que él me encanta y me deslumbra. Es más brillante que el sol, más elevado que los cielos, más glorioso y más pomposo que los títulos más magníficos de los reyes y de los emperadores. Es el gran nombre de Jesucristo, al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero Hombre, es el nombre inequívoco de un cristiano.
San Luis Grignion escribió esa obra, Carta Circular a los Amigos de la Cruz, en una época en que los títulos aún tenían mucha importancia, y por medio de ellos se definían las personas con el derecho de usarlos. Entonces el Santo utiliza el valor de la titulatura, conforme al orden natural de las cosas, para mostrar como el título de amigo de la Cruz es elevado.
Ese título equivale al nombre de Aquel que es verdadero Dios y verdadero Hombre, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Nuestro Señor Jesucristo. Pensamiento lindísimo y acertado, pues a lo largo de toda la Historia la piedad católica eligió la Cruz como símbolo del propio Redentor.
Se nota incluso que él no se refiere a la cruz solamente como sufrimiento, aceptado y llevado hasta su término en unión con los méritos infinitos de Nuestro Señor, sino que considera filosóficamente la forma de una cruz como símbolo que trae consigo algo de santo, por el vínculo que adquirió con la Pasión. San Luis desea comunicarnos, así, ternura y veneración por el holocausto redentor de Jesús, así como por la Santa Cruz.
(Extraído de conferencia del 6/6/1967)