¿Cómo mirar al pesebre?

Publicado el 12/28/2022

Cuando el pecador menos lo espera, por un ruego amable de Nuestra Señor, el Niño Dios sonríe. Y con esa sonrisa, a pesar de todas su majestad, sentimos que las distancias desaparecen y el perdón invade nuestras almas y que algo nos atrae. Así atraídos, caminamos a su lado y Jesús afectuosamente nos abraza y pronuncia nuestro nombre.

Pesebre… Imaginemos uno de los magníficos pesebres que adornan las innumerables casas de los Caballeros de la Virgen en el mundo entero. Y que al contemplarlo nos fuera dado participar por un designio de Dios en esa convivencia, en aquella noche del primer año de nuestra era. ¿Qúe pensaríamos? ¿Qué haríamos? ¿Cómo reaccionaríamos y qué oraciones elevaríamos a los cielos? ¿Qué alabanzas cantar a la Madre del Niño que ahora se encuentra en la Tierra? ¿Qué regalo ofrecer a Aquel que todo lo posee?

Querido lector, no seremos nosotros quienes daremos la respuesta, sino el Dr. Plinio. ¿Quién mejor que él para sondear, contemplar y discernir los insondables misterios que inundan la noche de Navidad? No hay comentarios que mejor nos sirvan de meditación para este bendecido período.

Aun a lo lejos vemos el abrigo de los animales que se tornó más majestoso que los palacios de los reves. Es la “gruta enorme, alta, grande, casi como una catedral, que evidentemente no tiene una arquitectura definida, pero donde el movimiento de las piedras nos hacen presentir vagamente las ojivas de una catedral de la futura Edad Media”.

 

Acercándonos, notamos la diferencia entre las tinieblas que reinan en la noche oscura y los ángeles luminosos que cantan: Gloria in excelsis Deo… Ellos, que desde el inicio de los tiempos, esperaban ansiosamente el momento en el cual Dios se haría hombre. Él es adorado en el Cielo por todos los ángeles en un coro magnífico en la mayor fiesta hasta entonces realizada: querubines, serafines, ángeles y arcángeles dando gloria a Dios por el Nacimiento de Jesucristo. Esta gloria impregnaba discretamente la gruta porque era necesario que desde fuera no se notara. Solo las almas de fe la sentían”.

Nosotros estamos fuera de la gruta. Los ángeles, los pastores, los Reyes Magos, todos los imponderables de la cercanía del pesebre, disponen nuestras almas a participar de la convivencia de esta Sagrada Familia rodeada de paja. Sin embargo, nuestra fe es pequeña e incapaz de mover las montañas de la tibieza, del orgullo y de las imperfecciones que tornan incierto nuestro camino. ¿Cómo conseguir una sonrisa del Niño Dios? ¿Como estar cerca suyo? Una vez más se lo preguntaremos al Dr. Plinio”

Cuando el pecador menos lo espera, por un ruego amable de Nuestra Señor, el Niño Dios sonríe. Y con esa sonrisa, a pesar de todas su majestad, sentimos que las distancias desaparecen y el perdón invade nuestras almas y que algo nos atrae. Así atraídos, caminamos a su lado y Jesús afectuosamente nos abraza y pronuncia nuestro nombre”.

¡Qué Niño admirable, cuánta inocencia, sabiduría y majestad!

Acostado en su pesebre y siendo todavía un Niño con la Majestad de un verdadero Rey; Rey de toda majestad y de toda gloria. El Creador del Cielo y de la Tierra, Dios encarnado y hecho hombre, ya desde el primer instante de su ser en el vientre de Nuestra Señora, teniendo más majestad, más grandeza, más manifestaciones de fuerza y de poder que todos los hombres que existieron y existirán en la Tierra. Incomparablemente más inteligente que Santo Tomás de Aquino, incomparablemente más poderoso que Carlomagno, Napoleón o Alejandro Magno”. El Niño Jesús manifestaba por momentos esa majestad hecha de sabiduría, de santidad, ciencia y poder”.

Señora, es por tu intermedio que pasaremos esta noche junto al pesebre. Recurramos a esta Señora, pero ¿cómo admirarla?

Imaginemos allí a Nuestra Señora a los pies del Niño Jesús. Ella como verdadera reina con una dignidad y una imponencia tales que no necesitaba ni de ropas nobles ni estar revestida de costosos tejidos. Nuestra Señora estaba majestuosa, purísima, rezando para el Niño Dios; los ángeles invisiblemente cantando a su alrededor cánticos de alabanza y toda la atmósfera saturada de un valor tal que podríamos decir que había en esa pobreza la atmósfera de una corte”.

En esta Navidad será por tus ruegos que podremos conseguir lo que ningún hombre podría imaginar: una sonrisa del Niño Jesús. Esa gracia que fue tal vez despreciada por muchos en esa primera Navidad de la Historia, es lo que ahora aumentará nuestra fe, garantizará nuestra perseverancia y nos reafirmará en nuestra posición contrarrevolucionaria. Esta es la verdadera alegría de la Navidad. “Tan delicada que teme de expandirse enteramente por el miedo a perder su delicadeza y su intimidad”.

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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