Como un toque de campana

Publicado el 12/30/2021

En Navidad, el Niño Jesús nos invita al recogimiento y nos pide que dejemos de lado las actividades que nos apartan de Él, para que renovemos nuestra vida espiritual.

Hna. Adriana María Sánchez García, EP

Talán, talán, talán! La campana de la capilla del palacio comienza a sonar y la acompañan otras más grandes, así como las de las iglesias más cercanas. En poco tiempo, las campanas mayores de las basílicas también están tocando. El sonido se difunde por todos los alrededores como un hermoso carrillón proclamando una gran noticia: ha nacido el primogénito del rey.

Si de esta forma era como en muchos reinos del pasado se anunciaba a ricos y pobres, a grandes y pequeños, la llegada de un nuevo heredero, podríamos hablar, por analogía, de una magnífica campana que sonó en la Historia marcando el fin de la Antigua Ley y el comienzo de la era de la gracia, al nacer el Salvador, el Hijo unigénito de Dios. Y hasta hoy, cuando conmemoramos tan magno acontecimiento, vuelven a sonar los toques de esa campana mística invitándonos a contemplar uno de los misterios más grandes de nuestra fe.

A través de los llamamientos de la gracia, Dios habla con nosotros amcada instante. Sin embargo, sólo lo oímos “en el recogimiento, en la paz,y en el silencio. Su voz es tan suavemque nuestro interior debe estar totalmente en silencio; es una dulce melodía. El lenguaje de Satanás es ruidoso: es agitado, impulsivo, perturbador y abrupto”. 1

Si creamos las condiciones para escuchar su voz, Dios nos invitará a amarlo más, sea infundiendo en nuestros corazones el deseo de practicar la virtud al ver un buen ejemplo, sea enriqueciéndonos con sentimientos de piedad al entrar en un ambiente sagrado, sea haciendo resonar en nuestro interior palabras de reprensión por una mala actitud o de advertencia ante ocasiones próximas de pecado.

Cuando nos sentimos angustiados, asumidos por la agitación y sin serenidad de alma, podemos estar seguros de que no es una voz sobrenatural la que está hablando con nosotros. La disipación, la velocidad de las máquinas y el espíritu de frenesí y de competición que dominan el mundo moderno, nos impiden entrar en contacto con Dios. O peor, hacen que nos olvidemos de Él.

A lo opuesto de ese estado de espíritu es a lo que el Niño Jesús nos invita en Navidad. Nos conduce al recogimiento, nos pide que dejemos de lado las actividades que nos apartan de Él y renovemos nuestra vida espiritual. Que el término de este año, como un toque de campana, anuncie la llegada de una nueva etapa de nuestra existencia, en la que queden atrás los momentos en que nos dejamos llevar, cerrados a la mociones de la gracia, por impulsos y malas inclinaciones.

Pidámosle no sólo al Niño Jesús,sino a todos los ángeles y santos del Cielo que a partir de esta Navidad hagan que oigamos su voz y adoremos con especial cariño al Redentor colocado en el pesebre, recordándonos que este tierno Niño está
dispuesto a renacer en nuestro interior para transformarnos por completo. Él que, en cuanto Dios, nos creó a cada uno de nosotros, sin que nosotros hiciéramos nada para merecerlo, se hace hombre en la Noche Santa para redimirnos.

Comuniquémonos con Él por medio de la oración y estemos atentos a sus palabras. “Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón” (Sal 94, 7-8), nos recuerda el salmo.

Abramos nuestra alma para que el Niño Jesús nazca en ella
y permanezca para siempre. Así, también nosotros seremos similares a una campana, haciendo resonar su amor y despertando con nuestro ejemplo buenos sentimientos en los que nos rodean. 

Tomado de la Revista Heraldos de Evangelio n° 149; pp. 50-51

Notas

1 BÉLANGER, Dina. The Autobiography. 3.ª ed. Québec: Religious of Jesus and Mary, 1997, p. 101

 

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