
Gervásio José Lima Goulart
Es Domingo de Ascensión del año de 1902. El amanecer es aterrados para los habitantes dede Saint Pierre, en el Departamento francés de Ultramar de Martinica, en el Caribe.
Toda la ciudad se ve cubierta por las cenizas expulsadas por el volcán. El Monte Pelée da indicios de una inminente erupción.
Muchas personas continúan en la ciudad pues no temen el peligor. Creen ser imposible que la explosión los alcance.
Entretanto, en determinado momento, la montaña explota violentamente y en pocos minutos, la lava arrasa la ciudad. ¡Qué tristeza! ¿Qué fue lo que hizo esta gente, sería algún castigo?
El Viernes Santo anterior todos estaban en recogimiento, meditando sobre la Pasión del Salvador, cuando una gran algarabía se oyen en la calle.
Un grupo de jóvenes se dirigían a uno de los mejores restaurantes de la ciudad para romper el ayuno del día santo.
Como si no bastara el irrespeto cometido, arrastraron un crucifijo por el piso, gritando toda suerte de injurias contra el Redentor, mientras que el pueblo de Saint-Pierre no hizo nada.
Los jóvenes se dirigieron rumbo al volcán que hacía mucho tiempo se encotraba extinto. Por el camino, vociferaron un viacrucis de blasfemias y, al llegar a la cima del Monte Pelée, arrojaron el crucifijo al cráter. Este inmenso pecado clamaba a los cielos por venganza.
¿Habría pasado desapercibido a los ojos de Dios este horrible sacrilegio?
Algunas señales se hicieron ver: pocos días después, se posó sobre la ciudad una espada de fuego y el volcán comenzó a dar signos de erupción. Nadie se inquietó, pues como decían que la última explosión había sido muchos años antes, ciertamente nada sucedería. Pocos huyeron. Hasta que en el día de la Pascua, el castigo divino cayó sobre Saint-Pierre y en pocos instantes todos murieron tragados por el fuego…
Se estima que entre 30.000 y 40.000 residentes murieron instantáneamente y la ciudad de Saint-Pierre continuó ardiendo durante los días posteriores
Así fue castigado ese lugar. El Viernes Santo, día del holocausto de Nuestro Señor, el crucifijo fue arrojado en el fondo del cráter del volcán. La respuesta de los cielos llegó el Domingo de Ascensión, día de la glorificación del Salvador.
Con la erupción del Monte Pelée, además de ser castigado aquel pueblo la Santa Cruz fue glorificada.