Mi Corazón te ama y tu pequeñez no me asusta; antes por ella he fijado en ti mis ojos y te amo con la locura de un Dios. Yo soy el sol que te da a conocer tu miseria. Cuanto más grande la veas más debes aumentar hacia Mí tu ternura y amor. Confía y no temas.
Revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefe Menéndez, religiosa de la Sociedad del Sagrado Corzaón
¿Tus pecados? ¡Yo los borro!… ¿Tus miserias? ¡Yo las consumo!… ¿Tu debilidad? ¡Yo la sostengo!… Vivamos unidos los dos.
Cuanto mayor sea tu miseria, más te levantará mi poder. Te enriqueceré con mis dones. Si me eres fiel tendré en tu alma una morada donde guarecerme cuando las almas me arrojen de sí por el pecado. Yo descansaré en ti y tú hallarás en Mí la vida.
Si tú eres un abismo de miseria, Yo soy un abismo de bondad y misericordia. Todo lo que necesites ven a buscarlo en mi Corazón, incluso lo que Yo te pido. Ten confianza y amor.
No mires tu poquedad, mira la omnipotencia de mi Corazón que te sostiene. Soy tu fortaleza y el reparador de tu miseria. Si estás en mis manos, ¿qué puedes temer? No dudes de la bondad y del amor de mi Corazón. Tu miseria me atrae… Sin Mí, ¿qué serías?… Cuando más pequeña seas, más cerca estaré de ti.
No te aflijas demasiado por tus caídas, pues nada necesito para hacer de ti una santa. Pero no me resistas, déjame obrar, humíllate, que Yo te buscaré en tu nada para unirte a Mí. Recuerda que tu nada y tu miseria son el imán que atraen mis miradas. No te desalientes porque en tu fragilidad resplandece más mi misericordia.
Mi Corazón encuentra consuelo perdonando. No tengo más deseo que perdonar ni mayor alegría que perdonar. Cuando, después de una caída, un alma vuelve a Mí, es tan grande el consuelo que me da que casi resulta para ella un beneficio, porque la miro con particular amor. Nada me importa su miseria, si su único deseo es darme gloria y consuelo. A pesar de su pequeñez, alcanza muchas gracias para otras almas…
Cuando un alma desea ser fiel, Yo la sostengo en su debilidad, y sus mismas caídas mueven a obrar, con mayor eficacia, mi bondad y mi misericordia. Pero es preciso que el alma se humille y se esfuerce, no para hallar su propia satisfacción, sino para darme gloria.
No puedes figurarte cómo agrada a mi Corazón perdonar faltas que son de pura fragilidad. Estate tranquila. Porque eres así de frágil he fijado en ti mis ojos.
Yo deseo aprisionarte de todo en mi Corazón porque mi amor hacia ti es sin medida. Y a pesar de todas tus faltas y todas tus miserias quiero servirme de ti para dar a conocer a las almas mi amor y mi misericordia.
¡Son tantas las que desconocen la bondad de mi Corazón! Y es mi único deseo, que estas almas que tanto amo se pierdan en el abismo sin fondo de mi Corazón.
No tengas miedo: soy tu Salvador… Soy tu Esposo…; ¡qué poco conocen las almas estos dos nombres! Esta es la obra que quiero hacer en ti: el deseo más ardiente de mi Corazón es que las almas se salven, y quiero que mis esposas conozcan con qué facilidad pueden ganarme almas. Yo haré conocer por tu medio el tesoro que muchas veces dejan perder, porque no profundizan bastante estos dos nombres: Salvador y Esposo.
Mi Corazón te ama y tu pequeñez no me asusta; antes por ella he fijado en ti mis ojos y te amo con la locura de un Dios.
Yo soy el sol que te da a conocer tu miseria. Cuanto más grande la veas más debes aumentar hacia Mí tu ternura y amor. No temas.
Tu corazón es una tierra viciada que no puede producir fruto bueno. Pero Yo soy el Jardinero que cultivará esa partecita de tierra. Enviará un rayo de sol que la purifique, y mi mano sembrará…
Mi Cruz se apoyará sobre tu miseria y Yo descansaré en tu pequeñez. Mi Cruz te fortalecerá, y Yo te sostendré. Toma mi Cruz y no tengas miedo; nunca será mayor que tus fuerzas, porque está medida y pesada en la balanza del amor.
Cuanto más miserable es una cosa, con tanta más facilidad se la mueve. Como no eres nada me sirvo de ti como quiero. No creas que a causa de tus miserias voy a dejar de amarte, no; mi Corazón te ama y no te abandonará.
Ya sabes que la propiedad del fuego es destruir y abrasar…, así la propiedad de mi Corazón es perdonar, purificar y amar.
Ya sé que no tienes sino miseria y debilidades, pero como soy fuego que purifica, te abrasaré en la llama de mi Corazón y te destruiré. ¿No te he dicho varias veces que mi único deseo es que las almas me den sus miserias? Si no te atreves a acercarte a Mí,
Yo me acercaré a ti. Cuantas más miserias encuentro en ti, más amor encontrarás tú en Mí. Tu miseria no me importa; ya verás lo que Yo, que soy
Todo, hago con tu miseria.
Tu pequeñez ha dado lugar a mi grandeza…, tu miseria y aun tus pecados, a mi misericordia…, y tu confianza a mi amor y a mi bondad.
Ven…, apóyate en mi Corazón y descansa en El.
Cuando un rey o un príncipe toma por esposa a la hija de uno de sus cortesanos, se obliga a darle cuanto es necesario para el rango a que la quiere elevar. Yo soy el que os he escogido. Por lo tanto, estoy obligado a proveeros de todo cuanto necesitáis. ..
No os pido más de lo que tenéis. Dadme el corazón vacío que Yo lo llenaré… Dádmelo desnudo de todo, que Yo lo revestiré…
Dádmelo con vuestras miserias que Yo las consumiré… Yo soy el suplemento. Yo soy la luz. Lo que no veis os lo mostraré. Lo que no tenéis Yo lo supliré…
Hay muchas almas que creen en Mí, pero pocas que creen en mi amor. Y todavía son menos las que conocen mi misericordia…
Muchas me conocen como Dios, pero pocas confían en Mí como Padre.
Yo me daré a conocer.., y haré ver a mis almas predilectas que no les pido lo que no tienen. Lo que exijo es que me den todo lo que poseen, pues todo me pertenece.
Si no tienen más que miserias y debilidades, Yo las deseo… Si pecados, los pido también; dádmelos, os lo suplico, pero dádmelos todos, y quedaos solamente con esta confianza en mi Corazón: os perdonaré, os amaré y os santificaré.