Contrarios armónicos en la arquitectura oriental

Publicado el 11/05/2022

Los contrarios armónicos de las construcciones orientales parecen indicar que no fueron pensados de una sola vez. Una generación construyó una torre; más tarde surgió el deseo de satisfacer algo brotado del fondo del alma y se añadió una cúpula. El resultado final es algo mítico, propio a lo oriental.

Plinio Corrêa de Oliveira

Al analizar el Taj Mahal, tengo la impresión de que sería necesario distinguir, nunca separar –porque quedaría un monstruo– dos elementos en los cuales se realiza un equilibrio prodigioso: las partes laterales y la línea constituida por la cúpula y por el cuerpo central, destacado por las dos torrecitas. Me parece indispensable considerar las partes aisladas para comprender el todo.

Contrarios armónicos del Taj Mahal

Hay un aspecto interesantísimo y muy bonito que es el siguiente: a primera vista, en la parte central está el peso. Sin embargo, existe un juego ambivalente por el cual, al mismo tiempo en que, visto de un lado, el conjunto parece leve, considerado por otro prisma se trata de un “cupulón” pesado, de aplastar. ¿Cómo hacer para que un cuerpo de edificio cargue esa cúpula pesada no sólo manteniendo cierto aire de levedad, sino dando la impresión de que la cúpula está en suspenso y no achata?

La enorme puerta que tiene cualquier cosa de ojival y de ahuecado –el elemento ahuecado posee un enorme papel en eso– sostiene la cúpula en un equilibrio perfecto. De manera que no se puede decir que quede propiamente leve, sino que no se percibe el peso. Cuando el “globo” impulsa hacia arriba, la puerta y todo lo demás quedan elevados. En ese sentido hay entre lo leve y lo pesado una especie de juego sumamente bien puesto y que da la idea de armonía, a mi ver expresada en los siguientes términos: estabilidad armónica perfecta, porque imponente y leve. El conjunto gana mucho en expresión con las torrecitas laterales, que constituyen una especie de analogado primario1 en relación a la cúpula central, pero tienen por analogados primarios los altos de los minaretes laterales, los cuales son mucho más pequeños en relación a las torrecitas, y estas, a su vez, son pequeñas en relación a la cúpula del centro. Tal graduación ayuda a dar la ilusión de levedad.

Ésta es la simetría de los contrarios armónicos. La genialidad del artista original consiste en inventar una forma de oposición en la cual nadie pensó, pero que no resulta en ningún monstruo a la manera del arte moderno. Tenga genio, haga algo que saque de ese mare magnum de posibilidades de los contrarios armónicos una belleza nueva y no sea cretino.

La unidad artística y lo contrario armónico

Detalle de los minaretes del Taj Mahal

De esto se desprende un principio muy curioso: cuando queramos dar a un determinado elemento una expresión a la cual no se presta –en este caso, la de levedad–, si colocamos a su lado algo análogo dotado de esa expresión, todo se manifiesta en el espíritu humano en un todo único.

En ese sentido, los micro-minaretes ejercen un papel importante. Es un juego de analogías de lo menor para lo mayor cuya relación se explica en el todo, en que cada elemento hace más leve al otro, abriéndose para lo infinito.

Además, hay un principio de analogía por el cual, siempre que en una determinada línea o unidad artística no se logra colocar el contrario armónico entero como se desea, algo de ese contrario armónico puede ser puesto en un objeto colateral análogo. Porque, para la mirada humana, ellos forman un solo conjunto.

En el Taj Mahal, en un primer momento, sorprende un poco tanto el tamaño de la cúpula cuanto el de la puerta. Seríamos llevados casi a decir: “Exageraciones armónicas”. No obstante, lo que me parece genial es cómo el arquitecto logró dar al rectángulo tanta fuerza que, ahuecándolo, restableció la levedad. El ahuecado es muy oriental, misterioso, casi como una mirada. Está muy bien hecho.

Feudalidad expresada en las torres de las construcciones rusas

Es interesante notar la reversibilidad entre los principios arquitectónicos y las relaciones humanas.En el orden civil monárquico bien constituido, la aristocracia es un elemento más importante que la monarquía.

Con todo, en el orden eclesiástico se da lo contrario: la monarquía es un elemento más importante que la aristocracia.

¿No habría una contradicción en eso? No, porque la Iglesia tiene una naturaleza tal que ella abarca el conjunto de todas las almas bautizadas del mundo, y no habrá nunca un Estado que abarque todas las almas del mundo. La esfera temporal, como un orden más bajo, pide que se haga una especie de federación que la espiritual no comporta. De donde un Sacro Imperio, por ejemplo, constituyó una federación de federaciones.

Cuanto más pienso en el feudalismo, más me convenzo que su debilitamiento comenzó a partir del momento en que los feudos más grandes comenzaron a absorber a los más pequeños. La plenitud de fuerza y de vida del feudo pequeño es la base viva del sistema feudal. Donde si tal señor feudal tiene dos mil castillos, ya se trata de un feudalismo muerto. Él puede incluso federar bajo su autoridad dos mil feudos vivos, pero solamente en la medida en que no los absorba.

En ciertas construcciones rusas notamos mucho esa unidad feudal. Cada torre es figura ardiente de vitalidad propia y, es curioso, parece ignorar completamente a la otra. Se tiene la impresión de que están ciegas una en relación a la otra, y sólo se explican de lo alto de un cono o del fondo de una distancia de la cual son vistas juntas. Entonces se esclarecen fabulosamente, y los contrarios armónicos se afirman, primeramente, entre la cúpula y la base en cada una de ellas, y después ellas entre sí. Cada una es, hasta cierto punto, el contrario armónico de la otra.

Toda la gloria y riqueza se encuentran en las cúpulas

Catedral de San Basilio en Moscú, Rusia

A mi ver, el auge del estilo ruso es la Catedral de San Basilio, donde la tal simetría de los contrarios armónicos se afirma mucho más ricamente que en otros edificios rusos, en los cuales a veces, hay una igualdad empobrecedora entre una torre y otra.

Sin embargo, incluso en esas construcciones, el juego de los contrarios armónicos, de las trascendencias, aparece en esto: ora una torre trasciende a otra por analogía, ora por contrariedad. Ese juego de la analogía y de la contrariedad está siempre presente, inclusive cuando hay una torre central más noble, con la cúpula dorada, que supera a las circundantes.

En muchos de esos edificios toda la gloria y la riqueza de la construcción se encuentran en las cúpulas coloridas, en las cuales se ven estrellas que, aunque no estén lanzadas enteramente al azar, tampoco están dispuestas en línea recta. Otras cúpulas están elaboradas de tal modo que se vuelven sumamente visibles cuando los rayos del sol inciden sobre ellas, pero que debido a su material y colorido, en ciertos momentos parece que la cúpula se diluye en el cielo, formando una especie de cuerpo etéreo de materia medio sólida, medio gaseosa, encimada por una cruz y terminando en un sueño.

El oriental no planea todo ya, crea al acaso

La ciudad de Bagan, declarada Patrimonio de la Humanidad, fue la antigua capital de varios reinos birmanos, actualmente pertenece a la república de Myanmar en el sudeste asiático.

Se tiene la impresión de que una maravilla de esas no fue planeada de una vez, sino poco a poco. El arquitecto dice: “Qué interesante sería hacer una torre con una cúpula verde…” Y hace la torre. Después de haberla hecho, el mismo provee al proyecto de un contrario armónico para satisfacer otra apetencia de la propia alma. Generaciones después, un artista, a fuerza de contemplar, piensa: “Sería interesante tal detalle así para equilibrar esa catedral…” Y lo pone. Cada generación va enriqueciendo y embelleciendo aquella obra de arte. A mi ver, si no hubiese caído el régimen zarista y no hubiera entrado aquella rigidez del absolutismo, habría otros edificios que poco a poco irían siendo compuestos así.

Entonces, si se tratara de un arquitecto católico, construiría, por ejemplo, una capillita a Nuestra Señora de Fátima que tendría un contrario armónico enteramente sorprendente, con un nicho allí cerca. Después, habría gran popularidad en torno de esa capillita, y otro arquitecto abriría una especie de concavidad en la torre para que entren todos los fieles… Y así, cada uno haría el contrario armónico de lo que fue elaborado en la generación anterior. De un modo medio sorprendente, a medida que las almas fuesen sintiendo la necesidad de poner contrastes armónicos.

Extraído de conferencia del 2/10/1974

1) Semejanza de un elemento a otro que camina hacia un absoluto.

 

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