María no solo no pecó, sino que nunca pecaría. Por lo tanto, nunca cometió ni cometería una acción anti sapiencial, porque, precisamente, lo contrario de la Sabiduría es el pecado, que lleva a practicar acciones desordenadas, locas.
Plinio Corrêa de Oliveira
El Corazón de María es un órgano del cuerpo santísimo de la Virgen de las vírgenes, tomado por la Iglesia como símbolo de aquello que es, no propiamente la mera afectividad, sino la mentalidad de Nuestra Señora.
Siendo Madre de Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen es Madre de la Iglesia y, por lo tanto, de cada uno de nosotros. Nunca nadie fue madre más afectuosa, misericordiosa, bondadosa, paciente y dispuesta a perdonar a aquellos que recurren a Ella pidiendo perdón. A tal punto que, aun cuando no nos esforcemos para enmendarnos, podemos decirle: “Madre mía, sé cuánto mi maldad es enorme, pero vuestra clemencia es mayor; tened compasión de mí ¡Vos me lavaréis y me tornaré más blanco que la nieve!” El peor de los pecadores puede rezar así y, si confía, quedará limpio por el auxilio del Inmaculado Corazón de María.
Sin embargo, a esa invocación ya consagrada por la Iglesia le agregamos el título de “Sapiencial” ¿Por qué?
El Corazón de la Santísima Virgen está lleno de Sabiduría. Por ser inmaculada, concebida sin pecado original y confirmada en gracia desde el primer instante de su ser, María no solo no pecó, sino que nunca pecaría. Por lo tanto, nunca cometió ni cometería una acción anti sapiencial, porque, precisamente, lo contrario de la Sabiduría es el pecado, que lleva a practicar acciones desordenadas, locas.
El título de “Sapiencial” atrae nuestra atención hacia lo razonable, el sentido común, la ponderación, que son cualidades inherentes a la virtud de la Sabiduría y apunta para lo que hay de más profundo en la palabra “corazón”, que no significa apenas la bondad concebida como un sentimiento de cariño.
Eso, como vimos, Nuestra Señora lo tiene en condiciones tales, que, si lo comprendiésemos, desmayaríamos de ternura, agradecimiento y afecto, de tal maneara nos impresionaría.
Pero los tesoros del Corazón de María no se limitan a eso, pues todas las riquezas morales posibles en una criatura humana se encuentran en Ella, regidas por la Sabiduría. Así, desde cierta perspectiva, la Sabiduría está para el conjunto de las excelsas virtudes de Nuestra Señora, como el maestro para una orquesta.
Cuando asistimos al crepúsculo de la Civilización Cristiana, nuestra confianza debe subir al Corazón Sapiencial e Inmaculado de María – Sapiencial porque Inmaculado, mas también Inmaculado porque Sapiencial – que será la luz de los hombres en esta situación, y al cual debemos volvernos en mtodas las emergencias por todas las razones, inclusive porque es el camino único, indiscutible, fácil y seguro que nos lleva al Sacratísimo Corazón de Jesús.
¡Con los Corazones de Jesús y de María la victoria está garantizada!
Cfr. Conferencias del 22 y 23/8/1991
