“Despúés de la misión mariana…”

Publicado el 02/15/2021

A lo largo de una semana, misioneros de los Heraldos del Evangelio llaman de puerta en puerta en hogares y establecimientos, invitando a los parroquianos a integrarse o reintegrarse en la vida eclesial. ¿Cuál es el resultado de este trabajo?

La Caballería de María es la comunidad misionera por excelencia de los Heraldos del Evangelio cuya finalidad es la de ayudar a los párrocos en el arduo “combate espiritual” de enfervorizar a los fieles; la componen jóvenes evangelizadores siempre dispuestos a llegar hasta cualquier rincón de su respectivo país.

Para librar las luchas que eso conlleva, cuenta con abundantes “armas” y una poderosa estrategia: la misión mariana, habitualmente de una semana de duración. El programa comienza con una Misa seguida de adoración eucarística, por lo general en la iglesia matriz. Sacerdotes heraldos, y a menudo también el párroco, atienden confesiones.

Después los misioneros se marchan a la “batalla” del día”. Recorren las calles de puerta en puerta, llevando a la imagen de la Virgen de Fátima. En cada casa, tras un breve momento de oración, invitan a los presentes a que participen en la Eucaristía en la parroquia y se preocupan por las necesidades espirituales de los moradores: si hay niños sin bautizar, parejas carentes del sacramento del Matrimonio, jóvenes que aún no han hecho la Confirmación o la Primera Comunión, enfermos que necesitan la Unción de los Enfermos.

En Brasil, por ejemplo, en sus quince años de ininterrumpida actuación, este equipo evangelizador ha llevado a cabo misiones marianas en 319 ciudades de 78 diócesis, transmitiendo mensajes de fe y esperanza a 456.722 hogares, establecimientos comerciales y administraciones públicas. Y los frutos, gracias a Dios y a María Santísima, han sido abundantes. Prueba de ello son las 221 cartas de obispos o párrocos que agradecen a los “caballeros” su proficua labor y atestiguan la transformación operada después de la misión en la grey a ellos confiada.

Conozcamos a continuación algunos de esos testimonios brasileños más recientes [1].

Mayor participación en las Misas y aumento de contribuyentes

“Disponibles, alegres y dedicados para colaborar en la labor pastoral”. Así son calificados los misioneros de la Caballería de María por el P. Luis Antonio Bento, párroco de Nuestra Señora del Rosario, de Maringá (Estado de Paraná).

Y continúa: “Una de sus especialidades es llamar de puerta en puerta, llevando a la bella imagen del Inmaculado Corazón de María, transmitiendo palabras de aliento y de fe, invitando a todos para que vayan a la Misa de la parroquia. El trabajo es metódico: en cada casa, se interesan por la situación familiar en cuanto a los sacramentos del Matrimonio, Bautismo, Confirmación y Confesión. Al finalizar la misión, entregan al cura los formularios con los nombres de todos los que desean integrarse en la vida parroquial”.

Las cifras mencionadas por el P. Bento en su carta manifiestan la intensidad del trabajo: “Los Heraldos visitaron 867 familias, 62 establecimientos públicos y comerciales, totalizando 929 visitas. Además solicitaron el sacramento del Bautismo 87 personas, 78 el de la Eucaristía, 68 el de la Confirmación, 38 el del Matrimonio y 21 el de la Unción de los Enfermos. Nuestras familias jamás olvidarán el día y la hora en que llamaron a la puerta de sus casas y entraron con la bellísima imagen de Nuestra Señora de Fátima”.

Según afirma el mismo sacerdote, después de la misión de los Heraldos “hubo un aumento en la participación en las Misas, posiblemente en función del regreso de aquellos que estaban alejados. También hubo un aumento en el número de los contribuyentes”.

De hecho, los misioneros nunca dejan de esclarecer a los fieles sobre la necesidad de colaborar generosamente en los gastos de la parroquia.

“Centenares de familias rezan el Santo Rosario por usted”

Desde el municipio de Alfredo Chaves (estado de Espírito Santo), el P. Diego Carvalho dos Santos le escribe a Mons. João Scognamiglio Clá bfundador de los Heraldos del Evangelio, dando un conmovedor testimonio de lo que presenció durante la misión mariana en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción.

“Sin  palabras para describir el sentimiento de alegría y emoción que invadió el corazón del pueblo de Dios, que en aquella noche del lunes abrió las puertas del corazón y de la ciudad para acoger a los Heraldos del Evangelio y a la Madre de Dios. Más de ciento cincuenta vehículos los siguieron en procesión desde la entrada de la ciudad hasta la plaza de la iglesia matriz. La semana misionera fue un tiempo para reavivar la llama del amor de Dios”.

A continuación añade: “Sus hijos sacerdotes durante la semana celebraron con celo y ardor las Misas y atendieron centenares de confesiones, atendieron a los enfermos con el sacramento de la Unción y dejaron un legado de amor para con la santa liturgia. Todas las noches la iglesia matriz estaba a rebosar para oír las palabras y las enseñanzas de sus hijos espirituales. Cuando pensábamos que ya teníamos muchas emociones, fuimos obsequiados con la formación del Apostolado del Oratorio, que hoy visita a más de dos mil familias por mes, son ochenta capillas y más de noventa coordinadores. Los Heraldos del Evangelio plantaron numerosas semillas en nuestra parroquia: deseo de confesarse, mayor respeto por la Santa Misa, verdadera devoción a la Virgen”.

Y solamente las palabras finales de la misiva ya justificarían todo el esfuerzo realizado en la parroquia: “Muchas gracias, monseñor, y sepa que todos los días en las sierras capixabas [gentilicio del Estado de Espírito Santo] centenares de familias rezan el Santo Rosario por usted y por los Heraldos del Evangelio. Cuente con mis oraciones y sepa que el paso de la Caballería y la presencia constante de los Heraldos en nuestra parroquia suscitaron en mi corazón el deseo de ser un sacerdote aún más santo y fiel a Jesús y a su Iglesia”.

“Vino al encuentro de nuestras necesidades reales”

Impresiona también el relato del P. Claudio Cándido, de la parroquia de San Pedro, de Presidente Epitacio (Estado de São Paulo): “Desde que conocí a los Heraldos aprendí a admirarlos por su amor a la Iglesia y su disposición en el servicio de la evangelización. Los Heraldos representan muy bien la diversidad de la riqueza de la Iglesia, en su multiforme manera de ser Iglesia. Siempre los vi como grandes compañeros en esta obra de evangelización”.

“Hace un año y cuatro meses que asumí esta parroquia. La encontré en una situación pastoral muy deficitaria. Un éxodo parroquial que la dejó prácticamente vacía. La misión de los Heraldos vino al encuentro de las reales necesidades de nuestro pueblo: la visita en las casas con la imagen de la Virgen ha sido el gran distintivo. También de enorme provecho pastoral fueron las confesiones diarias y las celebraciones Eucarísticas, en las que cada día el número de participantes aumentaba siempre más. Destaco aquí la creación del grupo de los Oratorios de Nuestra Señora de Fátima y la institución de la devoción de los Primeros Sábados con la oración del Santo Rosario en la parroquia, seguida de la Santa Misa”.

Alejados desde hace 25 o 30 años de las actividades eclesiales

“Me confieso admirador incondicional del importante trabajo de los Heraldos del Evangelio”, escribe el P. Evandro Magri Calvoso, de la parroquia de San Juan Bautista, de Clementina (Estado de São Paulo). Y prosigue diciendo: “Los resultados de la misión mariana fueron de veras positivos: más frecuencia y participación en las Misas, búsqueda de los sacramentos, principalmente por parte de adultos que ni siquiera están bautizados, nuevos contribuyentes y más amor, respeto y devoción por la Santísima Virgen”. 

Similares efectos fueron constatados por el P. Marivaldo de la parroquia de Cristo Rey, de Sorocaba (Estado de São Paulo):

“Después de la misión mariana se sienten los frutos del trabajo realizado: creció considerablemente el número de los participantes en la Santa Misa. Muchos fieles que no frecuentaban regularmente la iglesia, hoy buscan la parroquia para confesarse, recomenzando su caminar a partir de la semana misionera. Algunos estaban alejados de las actividades eclesiales desde hace veinticinco o treinta años. Es corriente oír ‘después de la misión de los Heraldos…’. Lo mismo se puede decir con relación al sacramento del Matrimonio. Los casos que parecían insolubles, hoy con mayor claridad buscan el sacramento por opción de fe”.

“La misión ha tenido un defecto: duró poco”

Hay incluso quien hace una amistosa crítica, como el P. Marcelo Néspoli Magalhães, SAC, de la parroquia de Santo Ângelo, de Novo Airão (Estado de Amazonas).

Empieza reconociendo que “los frutos de tal misión fueron un reflorecimiento del interés por el sacramento de la Reconciliación y un redoblado ardor mariano. Incluso los cristianos separados de la Iglesia están regresando gradualmente, en la medida en que reconocen en la Iglesia Católica a la Madre primorosa que quiere y puede, por medio de los sacramentos, santificar a sus hijos”.

A continuación indica un “fallo”: “La misión de los Heraldos sólo ha tenido un defecto: duró poco. Nos gustaría reafirmar que nuestra comunidad parroquial estará siempre abierta para acoger a los caballeros de María, quien sabe, con una misión más prolongada, de una semana y media o dos… Que la Divina Providencia os haga crecer en número y en espíritu para que podáis llevar la fe católica a todos los rincones de nuestro Brasil”.

Llevar a los corazones esperanza, devoción, consuelo y amor

Un elocuente testimonio del matrimonio Cleide y Celio de Souza Rodrigues, de Salto de Pirapora (Estado de São Paulo), expresa el sentimiento de muchos de los que han participado en esas misiones marianas: “Fue por los heraldos que recibimos consejos, recibimos el sacramento de la Confesión, fue por esas manos benditas que recibimos a Jesús Eucaristía. Sabemos cuán difícil es ser misionero, pues depende de mucho esfuerzo personal, de una entrega total al trabajo de evangelización, de una acción generosa y gratuita. Pueden estar seguros de que una fuerza sobrenatural los guía, y nada los detendrá; ni los desafíos, ni las persecuciones impedirán que ese trabajo continúe fuerte en cualquier parte de este país. Este bendito trabajo está iluminado y protegido por el manto de la Virgen”.

Y la misiva concluye con lo que entiende que es la razón del éxito de este apostolado: “Ustedes realizan la misión con coherencia, dando testimonio. Esto es vida que se hace Vida. Una misión hecha por ustedes no es sólo la belleza del traje y de las celebraciones.

¡Es mucho más! Ustedes se implican en las dificultades de la realidad. No tienen miedo de ensuciarse las botas, recorriendo las calles polvorientas o fangosas, para estar con el pueblo. Llevan a la imagen de la Virgen y con Ella la esperanza, la devoción, el amor y el consuelo a los corazones”.

***
En el libro del príncipe de los profetas leemos este encomio a los misioneros de todos los tiempos: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia” (Is 52, 7).

Los heraldos que se dedican a las misiones marianas se sienten ufanos de participar en ese anuncio y agradecen a la Santísima Virgen los frutos con los que Ella bendice su trabajo. Nada hay más alentador para quien sólo quiere servirla que ver regresar al seno de la Santa Iglesia a sus hijos alejados, ayudar a reencender en las almas la llama oscilante de la fe, llenar los corazones abatidos de consuelo, esperanza y amor. 

[1] cf. OLIVEIRA GERALDO, Thiago de. Una comunidad religiosa en misión permanente. In: Heraldos del Evangelio. Santiago de Chile- Madrid. Año XII. Nº 128 [Marzo 2014]; pp. 18-23). Todos los testimonios relatados ahora son posteriores a esa fecha.

 

 

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->