Dice el Génesis que los patriarcas, hasta Noé, ¡vivieron muchos siglos! ¿Cómo interpretar esto?
Taffarel Bezerra Lopes – Vía correo electrónico
Ante todo, debemos cuidarnos de la mentalidad pragmática, con tintes de ateísmo, que afirma o insinúa que es mito o mera leyenda todo lo que excede el intelecto humano. Imbuidos de esa mentalidad, los autores racionalistas niegan unánimemente la interpretación literal de los textos bíblicos relativos a la edad de los primeros patriarcas.
Sin embargo, comentaristas de gran peso, como San Jerónimo (cf. Liber Hebraicarum quæstionum en Geassim, c. 5-6) en el siglo v y San Juan Bosco (cf. Historia Sagrada. Primera época, c. 4) en el siglo xix, asumen la interpretación literal tanto de la longevidad de hombres como Adán o Matusalén, como del pasaje en el que Dios determina que la vida humana no pasaría —salvo raras excepciones— de los 120 años (cf. Gén 6, 3).
No obstante, existe también una interpretación simbólica y moral, que armoniza con lo literal, aceptada por la mayoría de los comentaristas. En el Antiguo Testamento, la larga vida significaba una especial predilección de Dios. Así, la longevidad de los grandes personajes prediluvianos simbolizaba la bendición divina que flotaba sobre ellos, transmitida de generación en generación hasta Noé. Siguiendo la misma lógica, a medida que los hombres se apartaban de las vías de la virtud, por el pecado, la bendición se retiraba progresivamente, y, en consecuencia, su tiempo de vida disminuía.
En resumen: ¿qué interpretación debemos aceptar? La Santa Iglesia nunca se ha pronunciado de manera solemne y definitiva sobre la necesidad de la interpretación literal de ese pasaje de las Escrituras. Pero nada impidió que los patriarcas hayan vivido siglos, porque «para Dios nada hay imposible» (Lc 1, 37).
Por encima de todo, nuestra preocupación debe ser otra: ¿Cómo me estoy preparando para la vida eterna, en comparación con la cual mil años son sólo un abrir y cerrar de ojos? Que la Santísima Virgen nos ayude siempre a seguir el camino de las bendiciones de Dios, las cuales nos darán fuerzas en esta vida y alegría sin fin en la otra.