El espíritu del mundo y la mentalidad de las naciones

Publicado el 06/20/2022

En la introducción de una serie de conferencias para jóvenes que se preparaban para hacer la consagración a Nuestra Señora, según el método de San Luis María Grignion de Montfort, el Dr. Plinio elaboró unas interesantes consideraciones sobre el espíritu del mundo y la formación de la psicología de los pueblos y las naciones. A continuación podrá saborear algunos extractos de estos comentarios

Plinio Corrêa de Oliveira

¿Qué es el mundo?

En la primera parte de su preparación para la consagración, San Luis María Grignion de Montfort desea que las personas hagan una operación de vaciarse del espíritu del mundo.

Para vaciarse del espíritu del mundo debemos comenzar por saber cómo es él.

El mundo es la sociedad temporal en la cual el sujeto vive. En todo país católico como en Brasil, existen dos sociedades: la espiritual y la temporal.

En cierto sentido, la sociedad temporal vive en la espiritual y en otro sentido, la espiritual vive en la temporal.

Habitualmente , el mundo tiene un determinado modo de pensar, de actuar y de vivir, que todos sus habitantes — o al menos buena parte de ellos — cree verdadero y exacto, conforme a sus tradiciones, costumbres, cultura modo de ser, etc., y quieren conservarlo.

El mundo considerado así, o es definidamente católico y en este caso es un colaborador de la Iglesia, o su mentalidad no es enteramente católica sino parcialmente, estando así el mundo construido de un modo opuesto a lo que la Iglesia enseña, siendo en este caso su adversario.

Esto supone el principio de que cada sociedad temporal tiene una mentalidad, o sea, un conjunto de principios, de maneras de vivir y de sentir, una cultura, unas costumbres, una tradición, unas esperanzas, unas preferencias, etc., y ese conjunto representa las aspiraciones de todos sus integrantes.

El sujeto que tiene la mentalidad del mundo vive muy bien en ese ambiente en el cual él tiene el consenso general, ya que él mismo está de acuerdo con ese consenso. Sucede que si ese consenso no es enteramente católico el hombre que vive en ese ambiente sufre una solicitación continua para abandonar la mentalidad de la Iglesia y adoptar la del mundo.

Y en ese sentido, el mundo es el gran enemigo del alma. En este caso la Iglesia advierte a sus hijos: “¡No tomen la mentalidad del mundo ya que es mala!”.

Tener una idea bien clara del espíritu del mundo

Entonces, para nuestra defensa contra el espíritu del mundo debemos tener una idea bien clara de lo que ese espíritu es, de cómo se estructura, de cuál es su fuerza y como se puede producir su derrota.

Alguien dirá, “eso es imposible”. Y yo le preguntaría ¿Usted tiene idea de cuál es el adversario al que estamos combatiendo? ¿Entonces, cómo dice que ser imposible algo que usted no conoce?

Es claro que todas las cosas que no conocemos pueden parecernos imposibles. Pero en realidad son francamente posibles si las conocemos bien.

Derrotar el espíritu del mundo es posible en dos dimensiones: individual y colectiva. Individualmente, señalando a un sujeto lo que es el espíritu del mundo de una manera precisa para que lo combata en sí mismo, ya que si no sabe lo que es, no podrá combatirlo al máximo, haciendo unos combates esporádicos contra uno u otro aspecto, pero no arrancará por entero al monstruo dentro de sí.

Al principio, la Iglesia tenía “mundos” diferentes delante de sí

Diferentes pueblos conformaban el Imperio Romano

Si tomamos la Historia de la Iglesia en los primeros siglos — de cara a los pueblos del Mediterráneo, donde ella se desarrolló inicialmente y del Oriente Próximo — veremos que ella encontraba mundos diferentes porque las carreteras y caminos eran muy poco transitados, las comunicaciones eran difíciles y por eso cada país tenía su mentalidad y su cultura, formando un mundo” propio. Pues bien, un determinado “mundo” — en este sentido de la palabra — podía estar más próximo o más lejano de la Iglesia.

Por ejemplo, los romanos eran muy primitivos cuando Grecia estaba en su apogeo.

A su vez, cuando Roma llegó a su apogeo, Grecia era una sociedad decadente, pero la cultura griega había sido asimilada por los romanos, quienes pasaron a vivir según la mentalidad de los griegos.

La cultura griega se había expandido por un “mundo” que abarcaba más allá de la Grecia propiamente dicha, parte de la península balcánica, Bizancio y parte de la península itálica, inclusive Roma. Pero una parte de ese mundo todavía era bárbara.

Del otro lado de Mediterráneo estaba Egipto, con una cultura sensiblemente diferente a la cultura griega.

En cada país, la Iglesia tenía una posición diferente ante el mundo.

¡Cómo la mentalidad genera el estilo!

Panorámica de la ciudad griega de Atenas. Al fondo, el Partenón

Antiguamente se veía cómo una nación era diferente de otra considerando los monumentos, la literatura y todo lo que había sido legado por la tradición.

Esto fue así desde el Antiguo Egipto hasta la Revolución Francesa y la era de los grandes inventos. Hasta el siglo XIX, las naciones eran muy diferenciadas unas de otras; cada una constituía un mundo aparte, con su mentalidad, con su modo de ser y su filosofía.

Por ejemplo, ¿Cómo se formó el súper conocido y altamente valorado estilo arquitectónico clásico griego?

Hubo un tiempo en el que los griegos vivían en cabañas. En cierto momento, ellos comenzaron a construir y comienzan a aparecer obras monumentales y extraordinarias, no solo por el tamaño sino por el gusto, por la armonía y la simetría.

Por ejemplo, ¿Cómo se llegó de la tienda de un pueblo de pescadores más o menos ignorantes, al Partenón de Atenas?

Alguien me dirá: “Dr. Plinio, es muy simple. Un bonito día apareció un hombre con talento y había otro hombre que quería construir un templo y le dio el dinero necesario. Entonces aquel que recibió el dinero lo construyó”.

No es así. Cuando el estilo clásico griego cuando apareció, encontró el apoyo entusiasmado de toda la población porque un estilo siempre representa la imagen de una mentalidad.

Era necesario que esa mentalidad ya estuviera medio incubada en los atenienses, para que cuando apareciera el estilo ellos exclamaran “¡Esto es!”.

Es decir, en primer lugar hubo una elaboración del estilo en el subconsciente de los atenienses.

Esto no significa que todo el tiempo estuvieran ellos en esta búsqueda, ya que hay ciertas cosas que el hombre solo encuentra cuando no piensa mucho en ellas.

El conjunto de los habitantes de Atenas tenía una especie de avidez de aquel estilo. Cuando surgió un hombre especialmente capaz de sentir en sí aquella avidez colectiva, y además dotado de los medios artísticos para darle expresión arquitectónica a esos sentimientos, él hizo el Partenón.

Pero, cuando lo hizo, actuó como un portavoz de todos los habitantes de la ciudad, de manera que hubo una aclamación general por su obra.

Aquí, estilo no es solo el estilo arquitectónico. En el caso griego es toda una mentalidad ateniense, todo un espíritu que en alguna medida — sin exagerar nada — los filósofos de Atenas y sus grandes intelectuales expresaron.

Dos mentalidades reflejadas en un pequeño episodio

Por ejemplo, cuenta una leyenda que hubo un concurso de escultura en Atenas, para el que se admitieron toda clase de escultores que quisieran participar. Y las dos estatuas más valoradas fueron la de una diosa esculpida por un griego y la de una reina esculpida por un persa.

El escultor persa cinceló una estatua con un vestido riquísimo, a la usanza de los potentados persas. Siendo un rico imperio, Persia tenía todo el lujo y el esplendor de la corte imperial. Por eso, aparecía en ellos la preocupación de presentar en las esculturas el esplendor de la corte como un elemento integrante de la mentalidad nacional.

Por su vez, los griegos en Atenas constituían una república que volvió célebre. El hecho concreto es que el griego esculpió una diosa muy bonita pero vestida con una túnica muy sencilla.

El jurado constituido por griegos hizo una apreciación entre las dos obras de arte, dando la victoria a la estatua griega.

El escultor persa, como es natural, quedó indignado y protestó airado:

¿Por qué no ganó mi escultura si ella está tan ricamente adornada?

Los miembros del jurado respondieron:

¡Tú la esculpiste rica porque no la supiste esculpir bella!

Ustedes están viendo que en un pequeño episodio son dos filosofías, son dos mentalidades que se dejan ver.

La consonancia atrae, la disonancia repele

Barrio popular en la Ciudad de México, la cual poseía numerosos canales, siendo llamada la Venecia de América Latina. Fotografía en la actual calle Roldán, hacia 1898

En una ciudad antigua había barrios, había extranjeros, existía todo lo que hay en las ciudades de hoy. En las ciudades de hoy, como lo era antiguamente, varios barrios entran en una especie de contacto mudo unos con otros, mucho más por la mirada y por la convivencia que por la conversación. Y el modo por el cual un barrio influencia otro, crea en él una mentalidad de conjunto que es propiamente su “filosofía”.

De esta manera, cada barrio tiene su pequeña filosofía propia y acaba teniendo un cierto contacto — más próximo o más remoto — con otro barrio.

Se forma así, una especie de “bolsa de filosofías”. Esas filosofías son afines por causa de la vecindad. Y puestas en una misma bolsa engendran una “filosofía común”, la cual es una filosofía amplia que abarca todos los aspectos de la vida, constituyendo una mentalidad total

Generalmente, cuando un sujeto es político y quiere ser astuto, él nota que cuanto más sus opiniones sean características de un determinado ambiente, más atraerá ese ambiente en torno suyo.

Y que cuanto más sus opiniones sean disonantes, será más repelente al ambiente que lo rodea.

¿Cuál es el resultado de esto? Es que desde niño, el ser humano instintivamente va buscando parecerse con los demás y adoptar la mentalidad de los otros para tener una convivencia agradable con ellos. A veces, nota de un modo vivo las disonancias, aceptando unas cosas y rechazando otras. La mayor parte de las personas acepta todo y forma ese “pastel” que en su conjunto se llama “opinión pública”.

Por tanto, si alguien quiere tener un rumbo en la vida, necesita darse cuenta cuál es el efecto que está causando y juzgarlo: si es un efecto razonable, aceptarlo, aceptar; y aceptarlo mucho más aún si ese efecto está de acuerdo con la fe.

Y si ese efecto es contrario en algo al espíritu sobrenatural, a la doctrina de la Iglesia, rechazarlo. Y hacerlo a cualquier precio.

Si uno no procede así, si uno no ejerce una vigilancia continua sobre sí mismo en ese punto, acabará por convertirse en una pelota en manos de los circunstantes.

Tomado de la Revista Dr. Plinio n.º 63; pp. 10-13

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->