Entre aquellos que ayudan, amparan y consuelan a los habitantes de este valle de lágrimas, destaca Lucilia Corrêa de Oliveira. Madre de admirable bondad, ha demostrado ser maestra en “dar um jeitinho” para resolver las situaciones más complicadas.
Exclamaciones y comentarios de estupefacción llenan las calles de Cafarnaún. Algunos transeúntes, curiosos, tratan de acercarse a la muchedumbre que se agolpa a la entrada de una casa, en busca de una mirada, de una palabra de consuelo, de una ayuda, quizá de un milagro…De repente, se arma una algarabía:
—¡Paso! ¡Dejad pasar!
Todos intentan de alguna manera aprovecharse de la confusión para adentrarse o al menos garantizarse un sitio en aquel denso conglomerado de personas, pero los cuatro hombres que llevaban a un paralítico en una camilla no logran aproximarse al divino Maestro… Tras infructuosos esfuerzos optan por un camino inusitado:¡abren la techumbre encima del lugar donde estaba Jesús y descuelgan la parihuela en la que yace el tullido! Gracias a la fe de esos cuatro amigos, el pobre hombre puede oír de los labios del Señor: “Hijo, tus pecados te son perdonados. […] Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa” (Mc 2, 5.11).Esta escena del Evangelio tan conocida ilustra bastante bien el papel de la intercesión de los santos e incluso de algún alma de gran virtud más cercana a nosotros… Pues, como enseña la clásica doctrina de la mediación, todos los que, en cierto modo, se encuentran más unidos a Dios pueden ser tomados como nuestros mediadores, estén ya en la eternidad o todavía se hallen batallando en esta tierra.1
Maestra en darle la vuelta a las situaciones difíciles
¿Cuántas veces, sintiéndonos “paralíticos” en medio del caos contemporáneo, no recurrimos a la intercesión de algún santo canonizado, o incluso de algún familiar o conocido en quien confiamos, a fin de alcanzar gracias del Cielo?
Entre las muchas almas justas, aún no beatificadas o canonizadas, que ayudan, amparan y consuelan a los habitantes de este valle de lágrimas, destaca doña Lucilia, madre del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, a quien Mons. João Clá Dias, EP, tuvo la alegría de conocer en vida y por quien alimenta una afectuosísima devoción.
Como buena dama brasileña, ha demostrado ser una maestra en “dar um jeitinho” es decir, darle la vuelta a las situaciones más difíciles, como lo revelan numerosos testimonios de favores obtenidos por su intercesión.
Algunos de ellos, como veremos a continuación, están relacionados con edificantes episodios relatados en la biografía de doña Lucilia escrita por Mons. João, publicada en portugués, español, italiano e inglés por la Libreria Editrice Vaticana.2
Especial cariño por las madres
Dicha obra cuenta que cuando estaba a punto de dar a luz a su segundo hijo, Plinio, fue alertada por los médicos de las complicaciones y peligros de ese parto y compelida a elegir entre su vida o la del niño. Ante tal alternativa, su decisión fue categórica: “¡Si alguien tiene que morir, moriré yo, pero es evidente que la criatura tiene que nacer! ¡Mi hijo por encima de mí!”. Episodio que muestra de un modo especial su rectitud materna y explica su particular desvelo por las madres que pasan por dificultades similares.
El caso de Karine Camargo Silverio Gaffuri ilustra bien dicha actitud: “El 3 de septiembre de 2017 sufrí la pérdida de un hijo de nueve semanas de gestación. Como madre, fue un momento de profundo dolor, pero de mucha resignación y gratitud.
Una semana después tuve un sueño, que más se pareció a un encuentro real, con doña Lucilia: estaba en un lugar donde había un pequeño altar y encima de éste una capillita con una imagen suya. Empecé a rezar delante de esa imagen y le puse una rosa blanca en sus manos. Inmediatamente cobró vida y me llamó para que me sentara a su lado entorno a una gran mesa. He de decir que su piel es la más bonita que ya he visto en mi vida, y su voz algo tan angelical y divino que nunca encontraré palabras para expresar tamaña belleza.
“Durante nuestra conversación yo sólo oía con atención todo lo que decía; habló de muchas cosas, y narro aquí lo que recuerdo cuando me desperté: ‘No tengas dudas, estáis en la asociación cierta, en el lugar cierto, en el momento cierto. Leed el Evangelio diario que envían los Heraldos. Si quieres quedarte embarazada otra vez, reza diariamente el salmo 26 o 27, según la edición de la Biblia.’
“Enseguida me desperté y fui inmediatamente a buscar el salmo en la Biblia, por miedo a olvidarme. Salmo 26 (27): ‘El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?’.
“Recé ese salmo diariamente, siguiendo sus orientaciones y el 23 de diciembre de 2017 supe que estaba embarazada de nuevo.
“En enero de 2018 le mandamos un resumido relato a un heraldo, quien se ofreció presto a hacérselo llegar a Mons. João. Para entonces ya había averiguado el sexo del bebé y aproveché para pedirle que le pusiera un nombre.
“El 12 de febrero de 2018 recibimos un correo electrónico con la respuesta de Mons. João, que en resumen es lo siguiente: ‘Sugiero que el nombre de la niña sea María Lucilia, y así la pequeña estará asistida por dos insignes patronas’.
“En este momento, en la 38.ª semana de gestación, estamos ansiosos, felices y radiantes por esa gracia y, más que eso, por poder sentir cada día la protección de doña Lucilia sobre todos nosotros”.
María Lucilia ya ha nacido y se encuentra muy bien, para alegría de toda su familia.
Gracias que la ciencia no puede explicar