Meditación Primer Sábado de Mes, Octubre 2021. El primer milagro de Jesús en las bodas de Caná

Publicado el 10/01/2021

Introducción:

Realizaremos nuestra devoción de la Comunión reparadora del Primer Sábado contemplando hoy el 2º Misterio Luminoso: “El Milagro de Jesús en las Bodas de Caná”. En una fiesta de matrimonio, Jesús hace su primer milagro público a pedido de la Virgen Santísima, que también por primera vez manifiesta públicamente su poderosa intercesión junto a su Hijo en nuestro favor. Teniendo en vista la proximidad de la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, el día 7, meditaremos sobre el misericordioso papel de María Santísima como intercesora junto a Dios.

Composición de lugar:

Imaginemos una bella fiesta de matrimonio en los tiempos evangélicos: una casa espaciosa, con amplios salones y muchos invitados. Se destacan entre estos Nuestra Señora, Jesús y sus primeros discípulos. Todos en la fiesta están contentos, disfrutando de la buena comida y del buen vino ofrecido por los anfitriones. De repente, vemos a la Virgen María aproximarse a Jesús, y los dos se dirigen a la cocina de la casa, donde algunos de servidores, desconcertados, les presentan grandes jarras de vino vacías.

Oración preparatoria:

Oh, Virgen Santísima de Fátima, Madre de Dios y nuestra, a quien ofrecemos esta meditación en reparación a vuestro Inmaculado Corazón: interceded hoy por nosotros del mismo modo como otrora lo hicisteis en las Bodas de Caná; y rogad a vuestro adorable Hijo que nos conceda las gracias que nos faltan y de las cuales tanto necesitamos, para aceptar los milagros de la misericordia divina en nuestra vida y en nuestra peregrinación rumbo al Cielo. ¡Así sea!

Evangelio de San Juan (2, 3-10)

“3 Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». 4 Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». 5 Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». 6 Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. 7 Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. 9 El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo 10 y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».”

I – Cooperar con Dios en los milagros de la Fe

Caná estaba a diez kilómetros de Nazaret. Podemos suponer que María tenía lazos de parentesco con las familias del joven matrimonio, y habiendo sido invitada a la fiesta, juzgó que tenía la obligación de comparecer. Nuestro Señor la acompaña, llevando consigo a sus primeros discípulos: Juan, Santiago, Pedro, Andrés, Felipe y Natanael. Conforme enseñan los doctores de la Iglesia, al comparecer allí, Nuestro Señor honró el matrimonio y lo elevó a la dignidad de Sacramento, aparte de mostrar a la Iglesia y al mundo que, sin la presencia del Hijo de Dios y de su Madre Santísima, no hay núpcias santas ni agradables a Dios.

1- Nuestra Señora, atenta a los necesitados

 

Como siempre, despreocupada de sí, María Santísima prestaba atención en todo, deseosa de hacer bien a los otros. Entonces percibió la situación embarazosa: el vino se acabó. ¡Qué vergüenza para los anfitriones! ¡Cuando se haga público, qué decepción! Sin embargo, tal cosa no aconteció, pues el Corazón de María no podría ver una necesidad, una aflicción, y aun sin serle pedido, interviene pidiendo un milagro para sacar de la dificultad a estos humildes esposos. Nuestra Señora interpretaba todo con sabiduría y seguramente consideró que la Providencia había permitido la falta de vino, para dar a Jesús la ocasión de manifestar su Divinidad. Él todavía no había operado prodigio alguno, pero Nuestra Señora no duda del poder sobrenatural de su Hijo: por eso le pide que haga lo posible, incluso un milagro, para ayudar a los novios.

2- Jesús se alegra con el pedido de María

Como no podría ser de otra manera, Nuestro Señor también debería tener pena de la situación de aquellas familias. Sin embargo, deseaba instruir a sus discípulos y asociar a la Virgen María a su obra, mostrando el papel decisivo de la mediación de su Madre. Por eso, con toda seguridad se alegró al oír el pedido de María y respondió como quien dice: “Dejad por mi cuenta, todo terminará bien”.

3- Obediencia a la voz de la gracia

Al recomendar a los servidores que hiciesen todo lo que Jesús les mandase, Nuestra Señora los estaba instruyendo para que no colocasen ningún obstáculo a la voluntad de Jesús. Y es esto lo que Ella repite constantemente en nuestras almas: “Haced lo que Él os diga”, es decir, “seguid la voz interior de la gracia, sin oponerle ningún obstáculo”. Infelizmente, con frecuencia no sabemos interpretar bien la voz de Dios y oponemos resistencia a la gracia, al contrario de la actitud ejemplar de aquellos servidores. Sin duda, les debería parecer extraña la idea de ofrecer agua en un banquete, pero obedecieron con prontitud, sin hacer el menor reparo.
Debemos sacar una lección importante de este pasaje para nuestra vida espiritual: importa obedecer fielmente a Dios y a quien ocupa su lugar junto a nosotros, sin indagar con demasiada curiosidad el motivo por el cual nos manda una cosa u otra. Dios quiere nuestra cooperación en los milagros, por la fe, por la obediencia a la voz de la gracia en nuestro interior. Es como si Él nos dijese: “Si hiciereis lo que pudiereis, Yo haré lo que no podéis”.

II – Eficaz y poderosa intercesión de María

Nuestra Señora conocía muy bien el Sagrado Corazón de Jesús, y sabe que será atendida y recomienda a los sirvientes hacer todo cuanto Jesús les mande. Así, a pedido de María, se anticipa excepcionalmente la hora de los milagros de Cristo. Es la eficacia de la omnipotencia suplicante de la Virgen.

1- Debemos confiar siempre en Nuestra Señora

Esto nos muestra cómo debemos confiar en Nuestra Señora sin restricciones, incluso cuando nos parezca ser merecedores del rechazo de Nuestro Señor. Ella será quien nos socorra cuando – también a nosotros – nos “falte el vino”. Pues, por voluntad de Dios, el poder de súplica de la Medianera de todas las gracias es ilimitado. En su infinita bondad, prometió el Redentor: “Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré” (Jn, 14, 13). Ahora bien, si esto es válido para nosotros, concebidos en pecado original y con tantas miserias personales, ¿cómo no lo será en altísimo grado para su Madre incomparable? Si Jesús no le negó nada en la Tierra, ¿actuaría de modo diferente estando en el Cielo? Si Jesús hizo ese estupendo milagro a pesar de que no fuese todavía la hora, podemos tener certeza que, ahora sí, llegó la hora, pues está en el Cielo como Sacerdote Eterno junto al Padre para interceder por nosotros (cf. Hb 4, 14). De este modo, tengamos la seguridad de que, recurriendo a María, seremos atendidos en cualquier circunstancia.

2- María “anticipa la hora” de Jesús en favor nuestro

En las Bodas de Caná, según la interpretación de santos y teólogos, Jesús operó ese milagro por la intercesión de María, para darnos la convicción de que, a pesar de no haber llegado la hora, por una palabra de los labios de su Madre, Él nos atenderá.
En Caná se abrió una nueva era en la espiritualidad del género humano, con la poderosa mediación de María en nuestro favor. Si María no hubiese recomendado a los sirvientes que actuasen de acuerdo con las orientaciones de Jesús, los recién casados y sus invitados no habrían tomado el mejor vino de la Historia, ni los Apóstoles habrían asistido a tan grandioso milagro. De donde podemos concluir la importancia de rezar a Dios con fervor y constancia, por los ruegos de Nuestra Señora, manifestándole nuestras necesidades, pues Él oirá las oraciones de Ella por nosotros.

III – Somos felices unidos a Jesús y María

¡Los novios fueron muy felices al haber invitado a Jesús y a María a su boda! Gracias a esta augusta presencia, todo allí fue santo y edificante, todo allí fue feliz. Cuando faltó el vino, María, que vela siempre por las necesidades de los que la aman, nota la dificultad que esa falta iba a causar a los anfitriones. Sin esperar que invoquen su intercesión, implora la omnipotencia de su Hijo en favor del matrimonio. ¡Y a todos les fue servido el mejor vino!

1- Ganamos al vivir unidos a Jesús y María

Ese episodio nos ofrece esta importante lección: ¡Cuánto ganamos al vivir unidos a Jesús y María, y al practicar todas nuestras acciones en esta unión! Si vivimos unidos a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, todas las amarguras de la vida se suavizan, todas las gracias nos son concedidas, Jesús y María nos asisten y nos ayudan a enfrentar las pruebas que encontramos en nuestro camino.
Pero, por el contrario, triste es la vida separada de Jesús y de María. Es la vida del mundo, donde siempre falta alguna cosa, donde no se da atención a las consolaciones divinas. Aunque poseyésemos todos los bienes que el mundo puede dar, esos bienes serían insuficientes para saciar un corazón hecho para lo infinito. Como decía San Agustín, el corazón humano se inquieta mientras no encuentra a Dios, el único Bien que puede saciarlo plenamente.

2- Cómo vivir unidos a Nuestro Señor y a su Madre

Los corazones se unen pensando unos en los otros, y las voluntades, confundiéndose unas con las otras. Si quisiésemos, pues, vivir unidos a Jesús y María, debemos: pensar muchas veces en ellos, pensar en sus virtudes y en sus santos ejemplos, imitarlos. Amarlos tiernamente, no formar con ellos a no ser un solo corazón y una sola alma, protestarles muchas veces nuestro afecto y esforzarnos en agradarlos. Además, procurar conformar a todo costo nuestros deseos con los de Dios, en los acontecimientos prósperos o adversos, en todo lo que tenemos que hacer o decir. Y como Jesús y María nunca quieren sino la voluntad de Dios, y la quieren de todo corazón, nos encontraremos por eso mismo necesariamente unidos a Ellos. La voluntad de Dios será el punto de reunión entre nosotros y Ellos.
¿Cómo hemos practicado esa unión hasta ahora? ¿Pensamos muchas veces en Jesús y en María, ya sea para invocarlos, ya sea para imitarlos? ¿Amamos a Jesús y a María, y les afirmamos muchas veces nuestro amor y dedicación? ¿Nos agrada conformar nuestra voluntad con la de Ellos – que es la de Dios – en todas las cosas?

Conclusión

Al concluir esta meditación, pidamos a la gloriosa Virgen de Fátima que nos conceda una perfecta confianza en su poderosa intercesión delante de Jesús por nosotros, y nos confirme en el propósito de recurrir siempre a Ella en todas nuestras necesidades, seguros de que la Madre de Dios nos alcanzará del Divino Redentor la gracia de transformar el agua insípida de nuestras miserias en el vino precioso de la santidad a la que somos llamados.
Así sea.
Dios te salve, Reina y Madre…

Referencias bibliográficas

Basado en:
Monseñor João Clá Dias, O Inédito sobre os Evangelhos, Libreria Editrice Vaticana/Instituto Lumen Sapientiæ, Città del Vaticano/São Paulo, 2013, vols. VI y VII.
Monseñor André Jean Marie Hamon, Meditações para todos os dias do ano: Para uso dos Sacerdotes, Religiosos e dos Fiéis. Livraria Chardron, de Lélo & Irmão – Porto, 1904, Tomo I.

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