El rechazo al llamado de Dios

Publicado el 06/11/2021

Si Luis XIV hubiese sido fiel al Mensaje del Sagrado Corazon de Jesús, Francia entera se convertiría. Pero el rey no lo tomó en serio. Nuestro Señor esperaba que las diversas clases sociales fuesen dejando filtrar, de unas hacia otras, el Mensaje, y todos los corazones batiesen al unísono con el de un rey fiel al Corazon de Jesús. El supremo esfuerzo de ese llamado divino fue el de despertar un movimiento de reparación: la Contrarrevolución.

Plinio Corrêa de Oliveira

 La actitud del Sagrado Corazon de Jesús con Luis XIV fue de misericordia, mas al mismo tiempo de entero respeto –el Corazón de Jesús podía llamarse “Corazón infinitamente respetuoso de Jesús”- en relación a la organización politico-social vigente.

Era bien claro que Él quería considerar al rey de manera tal, que no hizo ninguna alusión directa a la mala vida, ni a los pecados personales del monarca, sino que llamó de “hijo dilecto de mi Corazon” a un pecador que lo había insultado públicamente de diversas maneras. Basta mencionar la destrucción del Calvario edificado por San Luis Maria Grignion de Montfort, pero hay muchas otras cosas que mencionar para que se comprenda bien cuanto Luis XIV erró, al lado de algunas cosas magníficamente acertadas que el hizo, como, por ejemplo, la revocación del Edicto de Nantes.

Consecuencias de la infidelidad a la correspondencia al llamado divino

Acaba siendo, por tanto, que el Sagrado Corazon de Jesús trató a Luis XIV con mucho afecto, porque quiso hacer de él la primera concha de repercusión de su apoyo, pues el recado de Él a Santa Margarita Maria Alacoque, que se dirige al mundo entero, debería ser comunicado antes que nada al rey. Y por la repercusión que encontrase en él, tener una dilatación por toda Francia, hija primogénita de la Iglesia.

En su comunicación, queda bien claro que Nuestro Señor esperaba que las diversas clases sociales fuesen dejando filtrar, de unas para otras, el Mensaje, y que, al final de cuentas, éste se esparciese por el reino entero, con la aceptación de la misión de las clases mas altas de batir al unísono con la de un rey fiel al Corazon de Jesús.

Esto me parece muy importante inclusive desde el punto de vista contrarrevolucionario, pues si Luis XIV hubiese hecho así y Francia entera se hubiese convertido al son de la voz del monarca amado por el Sagrado Corazón, creo que la Revolución Francesa habría quedado impensable. Noten bien: no es decir que ella se tornaría imposible, pero quedaría impensable. Porque con el prestigio que tenía la realeza en aquel tiempo, mas también el prestigio individual colosal que Luis XIV, el Rey Sol, poseía en Europa entera, todo eso junto haría con que el modo de embeberse esa devocion en la nobleza y después en el pueblo sería de un efecto extraordinario.

Por consiguiente, si la llave de la Revolucion no hubiese sido abierta sobre Francia, no habría podido alcanzar al mundo entero como lo alcanzó. El prestigio de Francia concurrió enormemente para que la Revolución se tornase universal. Entonces, queda un hombre colocado en la posición por donde depende todo de él, darse o volver atrás. En lo que dice respecto a la actitud reparadora de nuestra espiritualidad, del Sagrado Corazon de Jesús como devoción inspiradora de pensamientos y actitudes contrarrevolucionarias, esto tiene mucho propósito.

Estado de espíritu difundido por el mal

¿Por qué el Sagrado Corazon de Jesús estaba de tal manera pisado?

Además, en un periodo respecto del cual San Luis Grignion llegó a afirmar que la impiedad estaba inundando la Tierra entera. ¿Cómo se explica que analicemos la situación del mundo en el Ancien Régime casi con una nostalgia de aquello que nosotros no conocemos, situación ésta que incluso antes del fin del Ancien Régime – por tanto, cuando él estaba menos grave de lo que se volvió en las vísperas de la Revolución Francesa – fue calificada por San Luis Maria Grignion y tantos otros santos , y a fortiori por el Sagrado Corazon de Jesús, como una situación gravísima?

Hubo la difusión de un estado de espíritu por el cual, cuando alguien denuncia el avance del demonio, una u otra vez, en sordina, se dicen palabras de apaciguamiento, de duda, de dejar hacer dejar pasar. Se entreve que Luis XIV y las personas de su tiempo que recibieron el Mensaje del Sagrado Corazón participaban de un estado de espíritu que les sugería ideas mas o menos así: “Tenemos al Rey Sol y todo el principio monárquico que brilla con su esplendor máximo; en este momento hablar de la posibilidad de una Revolución que va a llegar hasta la decapitación de los reyes, a un virtual destronamiento de las dinastías es un absurdo. Nuestro Señor dijo eso a Sor Margarita María, pero en la superior sabiduría de Él, de la cual yo soy partícipe – porque la vanidad no puede dejar de entrar en esas ocasiones – percibo por mi feeling y por la sensación normal de las cosas que eso va a demorar”.

De donde la idea de que ese Mensaje no podría ser tomado tan en serio, y debería ser sensatamente relativizado. Así, todos los reclamos hecho por medio de San Luis Grignion y otras personas deberían parecer radicalismos y fanatismos.

Mensajes totalmente viables de ser creídos

Esto constituyó un pecado enorme, pues este Mensaje fue dado en condiciones de, lógicamente, ser creído por todo el mundo. Dios no pidió a nadie una adhesión irracional, pero si un rationabile obsequium: había todas las razones para creer en la autenticidad de este Mensaje como, por ejemplo, en el de Fátima. Estuve leyendo hace algún tiempo, un relato sobre cosas de Fátima y encontré lo siguiente; el medico de Jacinta era uno de los mejores de Lisboa. Y el día del entierro de la vidente había una reunión de un centro medico católico de mucha importancia en la vida cultural de Lisboa. El Cardenal Arzobispo Patriarca de Lisboa presidía la reunión, cuando llegó atrasado ese gran medico cuya ausencia todos es- taban notando. Él pedía disculpas al Cardenal por el atraso y dijo que fue a Fátima a acompañar el entierro de Jacinta. A pesar de la respetabilidad de ese medico, la sala rompió en carcajadas por causa de la credulidad suya. Inclusive el Cardenal reía a banderas desplegadas.

Es decir, el Mensaje de Fátima, dado por medio de tres pastorcitos, tenía todas las condiciones para ser creído. Pues bien, la actitud del público lisboeta frente al entierro de Jacinta es casi una negación juguetona.

Se ve que esa posición fue tomada por ciertas corrientes frente a la devoción al Sagrado Corazon de Jesús. Probablemente hubo risas así en círculos precursores del voltaireanismo, del iluminismo, etc.

Tomado de conferencia de 29/1/1995

 

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