Ella es María, salud de los enfermos

Publicado el 02/25/2021

 

El hombre que, como consecuencia del pecado original, está sujeto a las enfermedades más aflictivas, recurre a menudo a la Santísima Virgen suplicándole la curación de sus males.

Por eso la Iglesia la invoca como “salud de los enfermos”.

No pocas veces, la Virgen permite enfermedades y pruebas físicas para que los hombres, curados por su intercesión, sientan la bondad maternal con que la Madre de Dios los atiende y sean así más atraídos y conquistados.

María, salud de los enfermos es, por tanto, en un primer plano, Aquella que restituye la salud corporal a los hombres. ¿Será sólo esto? ¿Es María Madre sólo cuando trata de nuestros males? ¿No será también insigne favor el hecho de que Ella nos permita sufrir de alguna enfermedad, y que ésta perdure largamente? Muchas veces sí.

La enfermedad puede ser un medio mejor de acercarnos a ella, de alejarnos de las cosas del mundo, de comprender cómo es transitoria la vida, de purificar nuestra alma de innumerables pecados y defectos. En este caso, la enfermedad es un bien para nosotros.

De tal suerte que podemos decir a la Virgen: “Si esta enfermedad es mejor para mi alma, yo la acepto. Sin embargo, vos tenéis el poder de abreviarla, si está en los designios de Dios que la salud me sea más provechosa que la enfermedad. 

Si es así, si mis pecados no obstaculizan vuestra misericordia, os pido que me curéis. De lo contrario, acojo con humildad lo que me dais.”

Sobre todo, deben dirigirse a María Santísima los pecadores, para que Ella restituya la salud a sus almas enfermas de la peor de las enfermedades, que es el pecado.

Plinio Corrêa de Oliveira, extraído de conferencia de 8/9/1970

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