En medio de la calamidad, UNA MATERNAL SONRISA DE MARÍA

Publicado el 08/26/2024

Mientras millones de personas sufrían los terribles efectos del maremoto, dos mil fieles que se hallaban en el Santuario de Nuestra Señora de Vailankanni, a 500 metros del mar, salvaron ilesos.

 

Padre Joshua Sequeira

De la India, mi patria, muchos occidentales tal vez sólo posean una noción sumaria: es la tierra de los Maharajás, de los encantadores de serpientes, de maravillosos palacios de mármol, en fin, una región misteriosa adonde los antiguos navegantes llegaban en arriesgados viajes, en busca de especias un tanto paradisíacas.

En un abrir y cerrar de ojos, una tragedia de grandes proporciones se abatió sobre ella a fines del 2004 para presentar un cuadro totalmente diferente: el mar que avanza tierra adentro, reduciéndolo todo a montañas de escombros y cadáveres.

Sin embargo, en medio de la inmensa catástrofe estuvo presente una sonrisa protectora de María Santísima.

¿Quién es ésta, a quien las olas obedecen?

En la aldea de Vailankanni, a 500 metros de una de las playas barridas por las aguas, se sitúa la Basílica-Santuario de Nuestra Señora de la Salud, llamada “la Lourdes de la India”, lugar al que acuden cada año más de 20 millones de devotos en busca de remedio para sus males espirituales y corporales. A la entrada de la Basílica se encuentra una imagen de la Señora de la Salud, como Madre en espera de los hijos que la buscan.

El domingo 26 de diciembre, día del trágico maremoto, había en ella más de dos mil fieles. Una ola de doce metros de altura devastó con furia avasalladora toda la región adyacente, dejando millares de víctimas.

Para admiración general – por un misterio que nadie en India teme calificar como milagro– esa ola mortífera llegó nada más que a los pies de Nuestra Señora de Vailankanni, retirándose mansamente después de mojar los primeros peldaños que llevan al pórtico de la Basílica, tal como informó el corresponsal local del “Avvenire”, órgano portavoz de la Conferencia Episcopal Italiana.

“¿Quién puede negar que se trata de un milagro?”

Mons. Devadass Ambrose, obispo de la diócesis de Thanjore, en cuyo territorio se levanta el santuario, se trasladó allá a fin de prestar una mejor asistencia a las víctimas del pavoroso cataclismo.

En el lugar –corrobora el obispo– lo que cuentan los testigos, sumado a lo que podemos ver directamente, va más allá de las crónicas. Los testigos dicen que la ola se detuvo a la entrada de la Basílica, mientras la masa de agua devastaba el terminal de autobuses, a 400 metros, en la parte trasera del Santuario, al mismo nivel del mar”.

En un comunicado emitido el 29 de diciembre, Mons. Devadass afirma que “una nota de consuelo en medio de la calamidad puede encontrase en el hecho de que el mar haya llegado a la entrada de la Basílica, donde está la imagen de la Virgen, y se retirara antes de alcanzar el pórtico”.

Y en una conclusión de hombre de fe, asegura: “¿Quién puede negar que se trata de un milagro? La poderosa bendición de Nuestra Señora de Vailankanni salvó miles de vidas: las personas presentes al interior de la Basílica ni siquiera fueron tocadas por la monstruosa ola. ¡Y el santuario está a sólo 500 metros del mar!

En la noche del 30 de diciembre, Mons. Ambrose celebró en esa basílica una misa por las víctimas del maremoto y en acción de gracias a la Virgen por su providencial intervención. “La fe recompensa siempre. Nuestra Santa Madre hizo maravillas, a despecho de la tragedia” – acentuó el Prelado en la homilía.

“Elocuente señal de los tiempos”

En un artículo publicado el 31 de diciembre por el “Corriere della Sera”, uno de los mayores diarios de Europa, Ernesto Galli comenta que “el desastre del Sudeste asiático presenta algo muy diferente a las catástrofes naturales mortíferas que se abatieron ya sobre el género humano”. Según el cronista, es “una señal de los tiempos”, pues tal como el Diluvio, alcanzó a muchos países, llevando la muerte a los cinco continentes. En el momento en que se realiza la unificación mundial a escala económica y política, aquí se vio la unificación de la vida cotidiana del mundo por medio de la muerte. Y concluye así: “el siglo XXI no podía anunciarse con más elocuentes señales de los tiempos”.

En esta histórica hora de pánico, desesperación y lamentaciones, la intercesión universal de la Santísima Virgen se hizo presente en el lugar de la inmensa tragedia, protegiendo a los que acuden a Ella.

Los católicos no pueden dejar de ver esta maternal intervención como otra elocuente señal de los tiempos de María que se anuncian, como Ella misma lo profetizó en Fátima: “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”.

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“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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