Escudo de la Iglesia y gladio contra los demonios

Publicado el 09/29/2022

Suscitado por Dios para precipitar a los demonios en el infierno, proteger a la Iglesia y a los hombres contra los ataques diabólicos, San Miguel Arcángel, caballero arquetípico de la milicia celestial, es escudo y gladio en defensa de los planes divinos.

Plinio Corrêa de Oliveira 

Respecto a San Miguel Arcángel tenemos una pequeña nota:

San Miguel, Príncipe de milicia celestial, en la batalla que se dio en el Cielo luchó contra los ángeles rebeldes. Tiene la misión de continuar esta lucha para librarnos del demonio. De él dependen los Ángeles de la guarda. Es el Ángel protector de la Iglesia.

Caballero leal, fuerte, puro y victorioso

San Miguel Arcángel

Llamo la atención sobre el hecho de que San Miguel Arcángel comandó la lucha contra el diablo y lo precipitó en el infierno, y además es la cabeza de los Ángeles de la Guarda, de individuos e instituciones. Él mismo es el Ángel de la Guarda de la Institución de instituciones, que es la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Por lo tanto, tiene una función tutelar en la que podemos preguntarnos qué relación hay entre su misión, precipitando en el infierno a los que se levantaban contra Dios Nuestro Señor, y la protección por él dispensada a la Iglesia y a los hombres en este valle de lágrimas, en este campo de batalla que es la vida.

Estas dos misiones están concatenadas. San Miguel defendió a Dios, quien quiso usarlo como su escudo contra el demonio, y quiere que también sea el escudo de la Santa Iglesia y de los hombres contra los ataques diabólicos. Sin embargo, un escudo que es a la vez un gladio. Por lo tanto, no se limita a defender, sino a derrotar y precipitar en el infierno. Aquí está la doble misión de San Miguel.

Debido a todo esto San Miguel era considerado en la Edad Media como el primero de los caballeros, el caballero celestial. Ideal y perfectamente leal, fuerte, puro, victorioso como un caballero debe ser, poniendo toda su confianza en Dios y en Nuestra Señora.

Es, por lo tanto, a esta admirable figura de San Miguel a quien, visto así, debemos considerar en cuanto siendo nuestro aliado natural en las luchas. Porque no queremos ser otra cosa sino hombres que ejecutan en el plano humano la tarea de San Miguel Arcángel, es decir; defender la honra de Dios, la gloria de Nuestra Señora, la Iglesia Católica, la Civilización cristiana; pero a nivel de una contraofensiva a postrar en el suelo el imperio del demonio y establecer en esta tierra el Reino de María.

Por lo tanto, hay una enorme afinidad con nuestra misión y hacen muy bien aquellos que quieran constituir a San Miguel Arcángel como su patrono especial.

¡Adelante, no desanimen, ataquen!

San Miguel y los Ángeles buenos expulsando al infierno a los espíritus rebeldes – Museo de Bellas Artes, Valencia, España

En Ana Catalina Emmerich1, Visiones y Revelaciones Completas, encontramos los siguientes datos sobre San Miguel:

Volví a ver la Iglesia de San Pedro con su gran cúpula. Sobre ella resplandecía el Arcángel San Miguel vestido de color rojo, teniendo una gran bandera de combate en las manos.

La Tierra era un inmenso campo de batalla.

Los verdes y azules luchaban contra los blancos. Éstos, sobre los cuales resplandecía una espada de fuego, parece que iban a sucumbir.

No todos sabían por cuál causa combatían.

La Iglesia era de color sangriento como la vestimenta del arcángel.

Escuché que me decían: “Habrá un bautismo de sangre. La Iglesia será purificada en la sangre del martirio y la persecución”. Cuanto más duraba el combate, más se borraba el color rojo vivo de la Iglesia y se hizo más transparente.

La purificación iba haciendo de ella algo diáfano y puro.

El Ángel bajó y se acercó a los blancos. Éstos ganaron gran coraje sin saber de dónde les venía. El Ángel derrotó a los enemigos que huyeron en todas las direcciones. La espada de fuego que estaba sobre los blancos desapareció.

Era una especie de acción diabólica, de maldad, una cosa así que oprimía a los blancos.

En medio de los combates, aumentó el número de los blancos. Grupos de opositores se pasaban a ellos. Y en una ocasión fueron en grandes cantidades.

En el campo de batalla había, en el espacio, legiones de santos que hacían señales con sus manos, diferentes las unas de las otras, pero animados del mismo espíritu.

Son señales que exhortaban como diciendo: “¡Adelante, avanzad, no desaniméis, atacad!”, mientras los buenos luchan bajo ese aliento que el cielo les proporciona. Es, por lo tanto, como si todo el cielo se abriese para los buenos, y acababan venciendo a los malos con la implantación del Reino de María.

Sentido de bienaventuranza

El Arcángel San Miguel derrota al demonio. Museo Lázaro Galdiano, Madrid, España

También tenemos una ficha de Don Guéranger sobre la vocación contemplativa de los Ángeles:

Así, la Iglesia considera a San Miguel como el mediador de su oración litúrgica. Él se mantiene entre la humanidad y la divinidad. Dios que distribuye con un orden admirable las jerarquías visibles e invisibles, emplea con opulencia para alabar su gloria, el ministerio de estos espíritus celestiales, que contemplan sin cesar el rostro adorable del Padre y que saben mejor que los hombres, adorar y contemplar la belleza de sus perfecciones infinitas.

Mi-Ka-El: ¿quién como Dios? Este nombre expresa por sí solo, en su brevedad, la alabanza más completa, la adoración más perfecta, el reconocimiento más completo de la trascendencia divina y la confesión más humilde de la nada de la criatura.

Modelo, por tanto, de humildad. Porque quien exclama que nadie es como Dios, afirma que no es nada. Y ésta es la humildad perfecta.

La forma de humildad propia del caballero es ésta: Dios es todo y todos somos nada. Ahora vamos a conversar a partir de este tópico.

La Iglesia de la Tierra también invita a los espíritus celestiales a bendecir al Señor, cantarle, alabarlo y bendecirlo sin cesar. Esta vocación contemplativa de los Ángeles es el modelo de la nuestra, como nos hace recordar el hermoso prefacio del Sacramentario de San León: “Es verdaderamente digno darte gracias a ti, que nos enseñas por tu Apóstol que nuestra vida está dirigida al Cielo; que con benevolencia quieres que nos transportemos en espíritu al lugar donde sirven ésos que veneramos, especialmente para dirigirnos hacia esas alturas en la fiesta del Bienaventurado Miguel Arcángel”.

Aquí hay un aspecto de la devoción a los Ángeles que es necesario notar muy bien. Los Ángeles son habitantes de la corte celestial, donde viven en la contemplación eterna de Dios cara a cara. Y las visiones de todos los grandes místicos nos refieren las fiestas que hay en el Cielo y que son verdaderas solemnidades. No son imágenes o quimeras, sino auténticas fiestas en las que Dios va manifestando sucesivamente sus grandezas y ellos aclaman con nuevos triunfos, que nunca terminan.

Hay una felicidad celestial, un sentir que es la patria de nuestra alma y, propiamente, el orden de las cosas para las que fuimos creados, que corresponde plenamente a todas nuestras aspiraciones. Algo de esta sensación de la bienaventuranza celestial por la contemplación cara a cara de Dios, que es la perfección absoluta de todas las cosas, puede y debe pasar para la tierra. En las épocas de verdadera Fe, algo de esta felicidad se filtra, algo de esta piedad es percibida y comunicada por las almas más notablemente piadosas, como un tesoro común para toda la Iglesia.

Deseo de las cosas celestiales

Esto es lo que tanto hace falta en estos días, de manera que no se tiene idea de la felicidad celestial. Y sin esta idea no hay apetencia del cielo y las personas se revuelven en la pura apetencia de los bienes terrestres. Pero si pudieran comprender por un instante lo que es un consuelo, una gracia del Espíritu Santo, ese tipo de felicidad que la consideración de los bienes celestiales comunica, entonces comenzaría el desapego de los bienes de la tierra, vendría una comprensión de cómo todo es transitorio, que hay valores que están por encima de las cosas terrenas, y que hacen que toda la tierra sea solo como un poco de polvo.

Eso es exactamente lo que los santos Ángeles pueden obtenernos, ellos están inundados de esta felicidad, la cual de vez en cuando se comunica de esta forma a los santos. Hay un modo de fenómeno místico que se manifiesta como un concierto muy lejano, de una maravillosa y extraterrena armonía.

Fotografía de Santa Teresita del Niño Jesús

Santa Teresita del Niño Jesús tuvo esto e incluso lo menciona en la Historia de un Alma. Es un poco del canto eterno de los Ángeles, que llega por esta forma a los oídos de los hombres para darles la apetencia de las cosas del Cielo.

En nuestro tiempo esta apetencia falta brutalmente. Las personas sólo se interesan y emocionan por las cosas de la tierra, por el dinero, por la politiquería barata, por el espíritu mundano, por la trivialidad de las noticias diarias, pero no se entusiasman con los asuntos elevados, doctrinales y menos aún por las cosas específicamente celestiales.

Pidamos a los Ángeles que nos comuniquen el deseo de las cosas celestiales con las que están inundados. Ésta es una excelente intención para ser presentada en la fiesta de San Miguel Arcángel, junto con la petición de que nos haga sus imitadores y perfectos caballeros de Nuestra Señora en esta tierra. 

Extraído de conferencia del 28/9/1966

Notas
1) Ana Catalina Emmerich (*1774 – †1824), terciaria Agustina alemana, beatificada en 2004. Recibió los estigmas de la Pasión y fue favorecida por muchas revelaciones místicas sobre Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima y otros temas religiosos.

 

 

 

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->