Espíritu metafísico y espíritu Sobrenatural

Publicado el 03/26/2021

 

La persona con espíritu verdaderamente católico es muy jerárquica, pues en todas las cosas busca los arquetipos aptos para encaminarla hacia Dios Nuestro Señor. Este es el punto fundamental de toda verdadera formación católica, en los términos que pueden interesar al hombre de nuestros días.

Plinio Corrêa de Oliveira

Santo Tomás presenta cinco pruebas racionales de la existencia de Dios. De estas pruebas una de las menos tratadas por los autores de vida espiritual es la llamada “cuarta vía”1. Ésta procede de un principio muy bonito que intentaré explicar ahora.

Las cualidades existentes en un ser determinado proceden de seres superiores

En términos puramente físicos, si analizo un azul claro, me doy cuenta de que debe haber un color intensa mente azul del que este azul tenue no es más que una mezcla.

El hecho de que exista el azul tenue es una prueba de que en algún lugar del mundo hay un azul marino intenso, cargado.

Entonces, podríamos afirmar, de algún modo casi alegórico, que todos los azules existen porque hay un azul – que, en un lenguaje también inadecuado, llamaríamos absoluto – del cual todos los otros son dimanaciones.

Este principio abre nuestro espíritu a otro más genérico: siempre que algo tiene una cualidad en cierto grado, sólo existe porque hay algo más perfecto del que ella participa. El ser dotado de cualidad en grado inferior participa de algún modo de esa misma cualidad existente en grado supremo en otro ser.

Supongamos que alguien vaya a Inglaterra y encuentre varias damas finas, distinguidas. Son señoras de la buena burguesía antigua y tradicional de Inglaterra.

¿De dónde obtuvieron las influencias que las hacen tan finas? De una clase social superior, la nobleza, que aún tiene mucha más finura que esas señoras de la burguesía. Por lo tanto, su finura es la participación de la finura de las damas nobles.

Y estas señoras de la nobleza, ¿de quién recibieron esta finura? De una reina, el prototipo de finura, que posee esa cualidad como en su fuente. Hay burgueses finos porque existen nobles, y nobles porque hay reyes.

En un país con la vida cultural bien constituida, si vemos hombres muy cultos llegamos a la conclusión de que ese país tiene excelentes universidades y debe contar con grandes sabios, porque no puede haber tantos hombres cultos sin la existencia de un foco en una universidad dotada de algunos sabios, por lo menos. Es decir, debe haber siempre focos de irradiación de cualidades de las cuales los otros participan.

Así está organizado el universo. Todas las cualidades existentes en determinado ser proceden de seres superiores.

Pirámide de arquetipos

De este principio Santo Tomás saca la siguiente conclusión: si existe en una criatura una cualidad cualquiera, debe haber un ser extrínseco al universo creado que tenga esa cualidad en grado infinito.

En efecto, el ejemplo de la reina no lo explica todo, porque ¿quién le dio tal predicado? Si apenas llego hasta la reina, tengo una pirámide truncada. Debe existir un Ser de quien ella haya recibido aquella cualidad, el cual, a su vez, la posea de modo absoluto e infinito, y no la haya recibido de nadie. Este Ser en el cual todas las cosas excelentes existen de un modo perfecto e infinito es Dios.

Así, el hecho de que haya en el mundo cosas bellas, nobles, elevadas, armónicas, ordenadas, demuestra la existencia de Dios. Demostración muy importante para comprender el verdadero carácter del espíritu católico y el dinamismo del amor de Dios.

En esto está incluso la prueba de la existencia de los Ángeles, pues es necesario que haya criaturas que tengan de un modo arquetípico estas cualidades, y es de arquetipos en arquetipos, ora mayores, ora menores, que las cosas se difunden.

El arquetipo es un tipo que tiene ciertas cualidades de un modo ultra característico, relevante y pleno, tanto como puede caber en una criatura. Entonces podemos tener tanto un rey como un portero, como un guerrero o un maestro arquetípico.

Cuando existe un arquetipo, florecen a su alrededor muchos hombres poseyendo y participando en grado menor de las cualidades de ese arquetipo. Y para que las cualidades existan en el género humano hay que tener una pirámide de arquetipos.

Todas las cualidades presentes en las criaturas existen en Dios de modo infinito

Pero más allá del género humano debe haber Ángeles que posean cierta cualidad con una densidad mucho mayor que nosotros, los hombres, tenemos. Luego es necesario que haya Dios. Es decir, se prueba la existencia de los ángeles con el mismo argumento de la existencia de Dios.

Todas las cualidades presentes en las criaturas – Ángeles, hombres, animales, vegetales y minerales – existen en Dios de modo infinito.

¿Por qué brilla un brillante? Porque Dios tiene, de un modo espiritual, una cualidad cuya imagen material es el brillante. Si Dios dejara de existir, todos los brillantes dejarían de brillar porque todo el brillo de los brillantes dimana continuamente de Dios que no brilla como una piedra porque Él no es una piedra, sino que tiene una perfección que la piedra imita brillando.

El perfume de una flor es una cualidad que, a su modo, existe de manera infinita en Dios, como en un espíritu y no como en la materia. Al sentir el aroma de aquella flor se tiene una idea misteriosa e inefable de algo presente en un Ser perfecto e infinito.

Pasando al género humano, si yo conociese a un buen conversador, un hombre que conversa brillantemente, por lo tanto, agradable, interesante, atrayente, gentil, en fin, con todas las cualidades posibles, tendría deseos de pasar el tiempo entero en contacto con esa persona.

Imaginen a alguien cuyo reposo me diera descanso, cuya acción me estimulara a actuar, cuyo timbre de voz sonara para mí como una música, cuya mirada emitiera una luz, vivaz. Pues bien, yo miraría a ese hombre y pensaría: “Él es un buen conversador, sin embargo, podría ser más. En última instancia, si lo tiene, debe haber alguien que tenga más que él y, finalmente, un Ser que posea esa cualidad en proporciones infinitas. ¡Qué maravilla cuando pueda ver a Dios cara a cara!”

Todas las cosas fueron creadas y dispuestas a despertar en nosotros el gusto por lo más. Querer más es el movimiento continuo del alma católica. No sólo desear más, sino quererlo todo. Y porque lo quiere todo, no encuentra la plena satisfacción en nada terreno, pero la razón muestra que existe más allá de la tierra y de un modo infinito.

Nace, entonces, la posibilidad de gustar las cosas de un modo no frustrante, porque, aunque todas las criaturas decepcionen, considerándolas en esta línea ellas contienen un anuncio, una promesa y un anticipo.

Ahí sí somos capaces de vivir, teniendo el espíritu antiigualitario, pues en aquellos que son arquetipos vemos imágenes de Dios, aptas para atraerme como la plenitud atrae la parte, pero que me encaminan luego hacia la plenitud de las plenitudes que es Dios Nuestro Señor.

De esta manera me oriento hacia Dios.

He aquí cómo el espíritu católico debe estar continuamente considerando las cosas.

Extraído de conferencia de 17/11/1972

Notas

  1. cf. Suma Teológica I, q. 2, a. 3.

 
 

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