Eucaristía, Sagrado Corazón y María

Publicado el 06/25/2020

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A fin de enfervorizarnos más en esa devoción, no es superfluo resaltar el vínculo indisoluble entre el Sagrado Corazón y el Sacramento de la Eucaristía y María.

Monseñor João Clá Dias.

En éste, Jesús está realmente presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad. Por lo tanto, en Él se halla vivo y palpitante su Corazón adorable que convida a sí a todos los hombres. Es a través de la Eucaristía que ÉI realiza sus promesas, haciéndonos objeto de su insondable amor, conforme nos enseña el papa Juan Pablo II:

“La infinita majestad de Dios se oculta en el Corazón humano del Hijo de María. Este Corazón es nuestra alianza. Este Corazón es la máxima proximidad de Dios junto a la historia a los corazones humanos. Este Corazón es la maravillosa condescendencia de Dios: el corazón humano que pulsa con la vida divina; la vida divina que pulsa en el corazón humano.”

“En la Santísima Eucaristía descubrimos con el sentido de la fe ese mismo Corazón -el Corazón de majestad infinita- que (en ella) continúa latiendo con el amor humano de Cristo, Dios-Hombre.”

“¡Cuán profundamente sintió este amor el Santo Papa Pío X! ¡Cuánto deseó que todos los cristianos, desde los años de la infancia, se aproximasen de la Eucaristía, recibiendo la Sagrada Comunión: para que se uniesen a este Corazón, que es al mismo tiempo para cada uno de los hombres, Casa de Dios y Puerta del Cielo.

“Casa, una vez que a través de la comunión eucarística, el Corazón de Jesús extiende su morada a cada uno de los corazones humanos. Puerta, porque en cada uno de estos corazones humanos Él abre la perspectiva de la eterna unión con la Santísima Trinidad.” (Meditaciones de la Letanía del Sagrado Corazón, junio de 1985).

Debemos, pues, ir al Santísimo Sacramento para encontrar al Sagrado Corazón, accesible ahí a a todos, infatigable, prodigando las maravillas de su bondad, de su tiernísima compasión por la humanidad pecadora.

Mejor ilustración de ese vínculo no podríamos evocar, a no ser la que nos muestran las propias apariciones de Paray-le-Monial: en la mayoría de las veces, el Sagrado Corazón se reveló a Santa Margarita María, en una hora en que ésta, humilde y recogida en los bendecidos silencios de la capilla, oraba fervorosamente delante del Santísimo Sacramento.

Imitemos el edificante ejemplo de esta celosa hija de San Francisco de Sales, de esa alma electa que, por sus excelentes virtudes y obras, no cesó de glorificar y exaltar al divino Corazón de Jesús hasta el fin de su vida y, por esto mismo, mereció ser inscrita para siempre en el rol de los héroes de la fe.

Sí, procuremos seguir el camino trazado por Santa Margarita María, sin olvidarnos nunca de que debemos hacerlo implorando la omnipotente mediación de Nuestra Señora. Mejor intercesora no podríamos invocar, pues Ella es la Madre del Hombre Dios, Aquella que engendró y nutrió con su propia sangre al Corazón de Jesús, la que llevó encerrado en su claustro virginal esa fuente de amor infinito, cuyas pulsaciones baten desde entonces al unísono con las de su Corazón Inmaculado.

Ella es, sobre todo, la que supo corresponder de modo eximio, creciente e ininterumpido a las ardientes efusiones de la caridad de su divino Hijo. junto a quien no cesa de pedir por cada uno de nosotros. “A través del Inmaculado Corazón de María permanecemos en la alianza con el Corazón de Jesús, que es el más espléndido y perfecto tabernáculo del Altísimo” (Juan Pablo II).

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Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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