
Antes de principiar te diré que este Santo Sacrificio se llama Misa, esto es, enviada, porque representa la legación que media entre Dios y el hombre; pues Dios envía a su Hijo al altar, y de aquí la Iglesia le envía a su Eterno Padre para que interceda por los pecadores.
Mucha paciencia se necesita para tolerar el contagioso lenguaje de algunos libertinos que con frecuencia se atreven a difundir proposiciones escandalosas, que tienen sabor de muy pronunciado ateísmo, y son un veneno para la piedad cristiana.
“Una Misa más o menos, dicen, poco importa”. “Ya no es tan poca cosa oír Misa los días de obligación”.
“La Misa de tal sacerdote es una Misa de Semana Santa: y cuando lo veo acercarse al altar escapo de la Iglesia”.
Los que así se expresan dan bien a entender que en poco, mejor dicho, que en nada aprecian el adorable sacrificio de la Misa.
¿Sabes, querido lector, lo que es en realidad la Santa Misa? Es el sol del mundo cristiano, el alma de la fe, el centro de la Religión Católica, hacia el cual convergen todos los ritos, todas las ceremonias y todos los Sacramentos; en una palabra, es el compendio de todo lo bueno, de todo lo bello que hay en la Iglesia de Dios.
Medita, pues, atentamente, piadoso lector, lo que voy adecirte en estas páginas para tu instrucción.
Excelencia del Santo Sacrificio de la Misa
Es una verdad incontestable, que todas las religiones que existieron desde el principio del mundo establecieron algún sacrificio que constituyó la parte esencial del culto debido a Dios: empero, como sus leyes eran o viciosas o imperfectas, también los sacrificios que prescribían participaban de sus vicios o de sus imperfecciones.
Nada más vano que los sacrificios de los idólatras, y por consiguiente no hay necesidad de mencionarlos. En cuanto a los de los hebreos, aun cuando profesaban entonces la verdadera Religión, eran también pobres e imperfectos, pues sólo consistían en figura, porque no podían borrar los pecados ni conferir la gracia divina.
El sacrificio, pues, que poseemos en nuestra Santa Religión es el de la Santa Misa, el único sacrificio santo y de todo punto perfecto.

Aspectos de la Santa Misa. Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, Tocancipá – Cund. Colombia
Por medio de él todos los fieles pueden honrar dignamente a Dios, reconociendo su dominio soberano sobre nosotros, y profesando al mismo tiempo su propia nada. Por esta razón el santo rey David le llama sacrificio de justicia, no sólo porque contiene al Justo por excelencia y al Santo de los Santos, o mejor dicho, a la Justicia y Santidad por esencia, sino porque santifica las almas por la infusión de la gracia y por la abundancia de dones celestiales que les comunica.
Extractos de San Leonardo de Porto Mauricio, de su obra, El tesoro escondido de la Santa Misa