Fascinación e intransigencia

Publicado el 08/12/2025

Nuestra Señora quiere que nos dejemos fascinar por la Contrarrevolución considerada como un todo y que detestemos todo lo que se opone a ella. La misma Virgen Santísima nos acompañará en el camino de todas las intransigencias y de todas las seriedades, porque nos invita a ello.

Plinio Corrêa de Oliveira

Cristo Rey (archivo particular)

Cuando por una acción de la gracia alguien contempla en Nuestro Señor, en Nuestra Señora, lo que debe contemplar, la persona queda deslumbrada. En la medida en que esto ocurre, llega un pedido de la gracia para reconocer con toda seriedad, ver de frente lo que se opone al objeto del deslumbramiento y no pactar con eso.

Reciprocidad entre el asombro y la fidelidad

Tener hambre y sed de discernir estas oposiciones, para percibir, a través de un pequeño síntoma, el mal que hay detrás de lo que se opone al deslumbramiento, eso es tener hambre y sed de justicia.

Hay, pues, una acción recíproca: deslumbramiento-fidelidad, fidelidad- deslumbramiento. Quien forma este estado mental vigilante y combativo ha respondido a la fascinación, pero también se mantiene fascinado. Quien no lo tiene no se deja fascinar, porque es propio del hombre que ha renunciado a fascinarse con el bien encontrar siempre la posibilidad de acomodarse, porque, como no tiene en mente el valor de eso, tiende a sacrificarlo por otras cosas. Las composiciones, arreglos y mañas entran en juego debido a esto.

Cabría preguntarse: ¿qué viene primero, el deslumbramiento o la fidelidad? Es el deslumbramiento. Algo deslumbra y la persona camina en esa dirección. Pero, en el primer paso, la gracia pregunta: “¿Quieres ser inflexible? ¿Quieres romper con lo que se me opone?”

Para dar una metáfora que ayude a expresar mi pensamiento, consideremos a un individuo que hace exploraciones astronómicas, pero con un telescopio sucio. ¿Qué verá? Una mancha de grasa. Sin embargo, la tomará por un planeta, por una galaxia. Sólo con un telescopio admirablemente limpio podrá contemplar el cielo. Así pues, el alma de una persona recta es como un telescopio transparente.

Alguien dirá: “Esto presupone, ya en el primer paso, una gran rectitud de alma”. Es cierto, pero la gran rectitud vino a causa del deslumbramiento original. Sin esto no hay rectitud. Deslumbrada, el alma se entrega. Ésta es la fascinación.

Coraje para destacar la diferencia, para fascinarse con el bien

Hay que tener coraje para ser así, para tomar los propios mitos revolucionarios y arrancarlos del alma. Esto es a menudo fuente de tensión y dificultades de algunas personas que están conmigo, porque siempre le pido a Nuestra Señora esta posición de intransigencia, de lente limpio.

Noto que esto produce una sacudida y, en el fondo, un cerrarse: “¿Qué quiere este hombre de mí? ¿Que sea diferente a los demás?”. La respuesta es: de todo el mundo revolucionario.

Lo que marcó a Noé en relación con el mundo destruido por el diluvio es cómo supo ser diferente. Si queremos permanecer fuera del diluvio, ¿cómo no ser diferentes? Y esto lo debemos resaltar, subrayar, marcar incluso con hierro candente en nosotros mismos. Entonces tendremos entusiasmo y seremos sensibles a la fascinación del bien.

La complejidad de la “política de la gracia” en las almas

¿Cómo surge esta fascinación? El bien fascina en diferentes formas, porque hay mil formas del bien en las almas. Hay almas que contienen una determinada forma de bien que es muy característica de ellas, pero en todo lo demás son sólo buenas.

Hay, sin embargo, almas más o menos como —si uno pudiera imaginarlo así— una torre cortada en diagonal, de modo que una parte se ha caído y la otra tiene un tocón que se extiende hasta la cima. ¿Tiene la altura original? Sí, pero por un lado es una ruina trágica; por otro, no pasó nada.

Hay almas así. No fueron fieles a la gracia excepto en uno u otro punto, y en estos realmente respondieron. Sin embargo, se relajaron en otros. El resultado es que, en ciertos aspectos, fascinan y, en otros, por el contrario, decepcionan.

Me atrevería a llamar a esto “la política de la gracia”.

El Dr. Plinio durante conferencia en 1982

Ella es extremadamente compleja y no sabemos cuántas cosas pueden suceder en un alma ni cómo ocurren.

Leí en algún historiador —no recuerdo quién— el caso de una mujer que antes de la Revolución Francesa no llevó una buena vida desde el punto de vista moral. Esta dama, en el torbellino revolucionario, discernió la persona de María Antonieta, la admiró, se dedicó desinteresadamente a ella, arriesgó su vida y realizó hazañas de todo tipo por la Reina.

Con eso, completó algo en el pináculo de la torre agrietada que apuntaba a Dios. No recuerdo si acabó en la guillotina o no, pero es hermoso ver cómo tuvo más dedicación que muchas duquesas cuya primera acción, cuando estalló la Revolución Francesa, fue correr a través de la frontera y quedarse al otro lado de las tropas alemanas, asegurando su propia supervivencia.

¿Qué le pasó a esa mujer? Hubo un momento de asombro, ella se dejó fascinar por el bien. ¿Qué es lo que Nuestra Señora quiere de nosotros?

Nuestra Señora con el Niño (colección particular)

Que nos dejemos fascinar por la Contra-Revolución considerada como un todo, y cuyo contrapeso es detestar todo cuanto no esté de acuerdo con ella. Si no hacemos eso, estaremos defraudando nuestra vocación. Si María Santísima nos llamó es porque el camino es viable y Ella nos acompañará por la vía de todas las intransigencias, de todas las seriedades, pues a eso Ella nos invita.

 (Extraído de conferencia del 7/3/1982)

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