Gran milagro realizado por el Omnipotente

Publicado el 06/28/2022

Oh María, vuestra gracia, amalgama divina de humildad y de pureza que revistió a Dios de carne humana, podrá revestirme de la túnica de la santidad.

Monseñor Juan Clá Dias

No existe un título mayor que el de Madre de Dios”, comenta el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira.

Sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo aprecia tanto la virginidad que deseó que su Madre fuese virgen también, obrando en su favor un estupendo milagro que excede a nuestra imaginación: María permaneció virgen antes, durante y después del parto. Según la bella comparación hecha por los teólogos, así como Nuestro Señor salió del sepulcro sin ningún esfuerzo y sin quebrantar nada, de la misma manera salió del claustro materno, sin perjuicio a la virginidad de María Santísima”. 14

¡Nuestra Señora, Virgen y Madre! He aquí uno de los grandes milagros operados por la diestra del Omnipotente. El doctor melifluo, San Bernardo, vio en esta extraordinaria acción de la Providencia uno de los privilegios que más distingue a la Santísima Virgen de todas las otras criaturas: “Realmente no hay cosa que más me deleite, pero también, que más me atemorice que el hablar de la gloria de la Virgen Madre. Confieso mi negligencia, no oculto mi falta de coraje. Porque si me pongo a alabar su virginidad, descubro que muchas otras fueron vírgenes después de ella. Si me pongo a exaltar su humildad, quizá se encuentren muy pocos, pero se encuentran, que a ejemplo de su Divino Hijo, se hicieron mansos y humildes de corazón. Si ensalzo la multitud de sus misericordias, viene a mi mente el recuerdo de algunos hombres y mujeres que fueron misericordiosos.

Una cosa hay en la que Ella no tuvo comparación ni semejanza ni la tendrá jamás y fue en unir las alegrías de la maternidad con la honra de la virginidad: María escogió para sí la mejor parte. En efecto, nadie duda de que si es buena la fecundidad conyugal, lo es mejor la castidad virginal; pues bien, María supera inmensamente ambas. Este privilegio es propio de Nuestra Señora y no se concederá jamás a ninguna criatura, a ninguna otra mujer […] Este es un singular e inefable privilegio suyo y nadie podrá comprenderlo ni explicarlo.

¿Qué diremos entonces si recordamos de quién María se hizo Madre? ¿Qué lengua sería capaz de alabar bastante a la Virgen Madre?

Madre no de un cualquiera, sino de Dios. Doble milagro, doble privilegio que se armoniza de modo maravilloso. Porque ni era digno de la Virgen otro Hijo, ni de Dios otra Madre”.15

Semejante es el pensamiento de Santo Tomás de Aquino al comentar este versículo del Magníficat “Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, su nombre es santo” (Lc. I, 49) […] ¿Qué grandes cosas hizo por vos? Creo que [estas]: que siendo una criatura, darías a luz al Creador, y que siendo esclava engendrarías al Creador, para que Dios redimiera al mundo por Vos y que por Vos también le fuera devuelta la vida. Y sois grande, porque concebiste permaneciendo virgen, superando, por disposición divina las leyes de la naturaleza. Fuisteis encontrada digna de ser madre sin obra de varón; y no una madre cualquiera, sino la del Unigénito Salvador. A esto se refiere el principio del cántico donde dijo «Proclama mi alma la grandeza del Señor». Solo esa alma a quien Dios se dignó hacer cosas grandes es capaz de enaltecerlo con alabanzas apropiadas”.16

Considerando el hecho extraordinario de María conciliar en sí la perpetua virginidad y la maternidad divina, exclamó un piadoso autor del siglo antepasado:

Oh Virgen la maravilla es precisamente la virginidad fecunda: el milagro es precisamente vuestra condición inaudita de Virgen Madre […] Oh Maria, Virgen Madre: de ahora en adelante seréis un ideal que arrebatará a todos los amantes de la verdadera belleza: Virgen Madre, los doctores y los artistas os tomarán por tema de sus más sublimes composiciones y todos, después de agotar su propio talento, dejarán la pluma o el pincel sin haber podido expresar todo lo que les pedía el ardor de su anhelo y el entusiasmo de sus sentimientos.

Virgen Madre, te saludamos haciendo eco a las palabras del Ángel embajador que habló bajo las órdenes de Dios Si nos es tan agradable considerar vuestras grandezas, es que ellas son el fundamento de nuestra esperanza en Vos.

Ya que conseguiste hacer bajar a todo un Dios a la Tierra, bien sabréis hacer llegar a mi alma árida algunas gotas del rocío celestial. Vuestra gracia, amalgama divina de humildad y de pureza que revistió a Dios de carne humana, podrá revestirme de la túnica de la santidad”.17

Tomado del libro Pequeño Oficio de la Inmaculada Concepción comentado; pp. 41-43

Notas

15) BERNARDO. Obras Completas. Madrid: BAC, 1953. Vol. I. p. 721-722.

16) AQUINO, Tomás de; BUSA, Roberto. S. Thomae Opera Omnia. Commentaria in Scripturas. Milano: Cartiere Binda, 1980. Vol. IV. p. 285

17) DADOLLE. Le Mois de Marie. Paris: J. Gabalda, 1925. p. 58; 60-61.

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