Hace 50 años, un providencial y victorioso holocausto

Publicado el 05/05/2025

Editorial

Con la lectura del libro “El alma de todo apostolado” de Don Chautard, nació en mi espíritu la idea de que solo podría realizar la obra para la cual era llamado si me empeñara en ser santo. Y me propuse ofrecerme como víctima expiatoria a Nuestro Señor, a Nuestra Señora, por la victoria de la Contra-Revolución.

No llegué a formalizar el ofrecimiento de víctima en aquella época, pues tenía una cierta iluminación para entrever que no era lo que la Providencia deseaba de mí entonces. Ella quería que viviera. Pero, de hecho, mi voluntad era pedir morir como Santa Teresita, imaginando nuestras misiones semejantes, o sea, hacer más después de muerto que durante la vida. Así, terminaría mis días siendo joven todavía, consumido por cualquier enfermedad, pero al menos habría pagado el precio de la Contra-Revolución. A pesar de todo, noté que no era el momento para eso, aunque haya tomado delante de María Santísima una actitud de quien se hubiera ofrecido realmente.

En la extensa trayectoria que se me abría, al lado de algunas intensas consolaciones, sobrevinieron también grandes pruebas. Juzgaba que las adversidades y contrariedades se presentaban porque yo tenía culpa, eran infidelidades, pecados ocultos, de cuya existencia no me daba cuenta. Sin embargo, me venía este pensamiento: “Tal vez sea porque estoy dispuesto a servir de víctima expiatoria, y ese ofrecimiento me aplasta como yo quise”. Así, era triturado entre la resignación de ser víctima expiatoria y un clamor interno en sentido contrario. Entonces, la conclusión: “No, no es víctima expiatoria, sino castigo”.

Me sentía tentado a decir que todo aquello que mis manos tocaban, se deshacía. Eran, a decir verdad, los sufrimientos y las dificultades propias a la vía de expiación que iba trillando, considerando que la Santísima Virgen tenía en cuenta aquella primera disposición mía. Ese deseo de ofrecimiento fue reiterado poco antes de mi accidente automovilístico de febrero de 1975, y también aceptado por Ella.

En la madrugada del domingo precedente al accidente, tuvo lugar en el salón de mi residencia una conversación en la cual tratamos del estado en que estaba nuestro Movimiento. Analizada la situación, llegamos a la conclusión de la necesidad de un gran sufrimiento y una grande expiación para que las cosas tomaran su debido rumbo.

Si durante aquella reunión se me apareciese un ángel y me dijese: “Tú no conoces los ‘enjolras’ que están por llegar, no sabes el bien que de eso resultará bajo los auspicios y el impulso de tu hijo João Clá, ni los beneficios que podrán venir para todo tu apostolado y para la Causa Católica en Brasil y en el mundo, así como no sabes que muchas de tus preocupaciones actuales —no todas, desgraciadamente— se sanarán, si quieres hacer este sacrificio: es necesario que vayas a Amparo y que en la carretera tengas un accidente”, estoy seguro que tomaría el automóvil en aquel mismo momento y, contando que ninguno de mis acompañantes nada o casi nada sufriese, me diría a mí mismo: “!Vamos al choque, a la sangre, al hospital, a la silla de ruedas, a las muletas y a todas las otras consecuencias!” No dudaría en dar ningún paso rumbo a ese extremo, para la gloria de Nuestra Señora.

De hecho, a partir de entonces, comencé a notar en mis seguidores más jóvenes una actitud no vulgar con relación al ideal y a mi propia misión. Ese hecho me alentó muchísimo y, con profunda gratitud a la Madre de Dios, pase a ver el desarrollo del aura de mi obra en los más diversos lugares del mundo.

La presente edición es dedicada al cincuentenario de ese victorioso holocausto ofrecido en la fiesta de la Reina del Buen Suceso y consumado al día siguiente, fiesta del Beato Stefano Bellesini, gran devoto de la Madre del Buen Consejo. 

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1) Cfr. Conferencias del 3/2/1981 y 23/3/1985.

2) Para la elaboración de este número fueron compilados extractos de las siguientes conferencias: 26/4/1977, 4/12/1977, 23/6/1981, 30/1/1982, 28/1/1983, 2/2/1983, 10/4/1983, 13/5/1983, 3/2/1984, 9/4/1984, 26/9/1984, 3/2/1988, 29/1/1991, 1/2/1992, 25/4/1992, 26/4/1992, 28/6/1992, 13/9/1992, 3/2/1993.  

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