Historia de la Virgen de Lourdes. Capítulo 5

Publicado el 02/09/2021

Día 24 de febrero: “Penitencia, Penitencia, Penitencia”

Hasta este día, los que estuvieron en la Gruta, siempre contemplaron a Bernardita inmóvil, en éxtasis, prácticamente todo el tiempo de la aparición. En ocasiones, se notaba un ligero movimiento de los labios, como si hablase, pero, sin que fuese emitido algún sonido.

Hoy, ella mantiene una conversación prolongada con la Aparición, como siempre, inaudible para todos. Es bien probable que en esta fecha, ella haya aprendido la oración y oído o escuchado, los tres secretos que se referían solamente a ella. Recibió aún otra orden:

– “Besa la tierra en penitencia, por la conversión de los pecadores”.

Ella inicia así los actos penitenciales, besando el suelo y caminando de rodillas.

Todos la oyeron exclamar: “¡Penitencia, penitencia, penitencia!”

Fue la primera y única vez que ella se dirigió a los presentes, a lo largo de todas las apariciones, repitiendo lo que escuchara de la Virgen María.

La fuente milagrosa

La segunda semana de la quincena de apariciones, va del día 25 de febrero hasta el día 4 de marzo. Varios episodios importantes, ocurren en este período.

A mitad de la quincena: La fuente milagrosa

Dios utiliza el agua, ese elemento de la naturaleza, totalmente indispensable para la vida humana y a la vez lleno de misterios y simbolismos, para la manifestación de Su poder, de Su grandeza, de Su misericordia. Es lo que sucedió, por ejemplo, en las Bodas de Caná y es lo que Él estableció como materia para el sacramento del Bautismo.

En el día 25, en la mitad exacta de la quincena, por recomendación de la Virgen María, será descubierta por Bernardita, una fuente de agua. Es una de las más famosas del mundo, sino, la más célebre.

Veamos como sucedió:

Centenas de personas se apretujaban en la Gruta, con la intención de obtener los mejores lugares para ver a Bernardita.

Reina el silencio, la oración es continua, no se toleran sombreros en la cabeza de los hombres. La Gruta, ya es considerada un lugar sagrado.

Bernardita, actúa como de costumbre. Ella, comienza por hacer actos penitenciales, indicados el día anterior por la Dama, siempre de rodillas, besando el piso repetidas veces, con una agilidad increíble, en ese suelo pedregoso y cenagoso, repitiendo siempre: “Penitencia, penitencia, penitencia”.

Como el suelo de la Gruta es húmedo, todo el mundo queda admirado con el hecho curioso que camina de rodillas, arrastrando sus ropas por las piedras y por el lodo, sin que se arruguen y queden sucios.

Al llegar a la cavidad, bien junto a la Dama, ella recibe una orden:

“Ve a beber de la fuente y lávate en ella. Come de la hierba que encuentres allá”.

Bernardita, mira a su alrededor y no ve ninguna fuente. Con un simple gesto, la Dama le indica, que debe ir hacia el fondo de la Gruta.

Bernardita, comienza a escarbar con las manos el suelo húmedo. Se va formando un poco de lodo, cada vez menos denso, hasta que se transforma en una agua turbia y llena de barro. Con esfuerzo, ella junta en sus manos un poco de esa especie de lodo.

Por tres veces, se lleva la palma de la mano hasta la boca, sin conseguir beber, de tan repugnante y sucia que está esa agua. Solamente en el cuarto intento consigue sorber un poco.

A continuación, se echa en el rostro esa agua enlodada. Toma algunas hojas de una planta y come.

Retorna, acto seguido delante del nicho, siempre de rodillas y besando la tierra.

Los presentes quedan sin entender qué es lo que sucedió. ¿Por qué Bernardita se echó ese lodo en el rostro? ¿Por qué comió de esa hierba?

Insensible a todo, Bernardita, vuelve al lugar acostumbrado y continúa rezando el rosario, como si nada hubiese sucedido, hasta que la Visión desaparece. Apaga su vela y se retira en la más completa calma, haciendo su solemne y majestuosa señal de la cruz.

En la Gruta y en la ciudad, todo el mundo comenta las extrañas actitudes de Bernardita.

Los incrédulos creen que ahora sí acabó todo.

Los mediocres encogiendo los hombros dicen: “¿Vieron? Esa cosa no andaba bien. En fin, pobrecita la niña…”

Los devotos superficiales están desconcertados. Sienten que su débil fe está quebrantada.

Felizmente, están los que tienen verdadera piedad. Aunque extrañados con los hechos sucedidos, están convencidos. Debe existir alguna explicación.

La explicación es simple: La Santísima Virgen hizo brotar de los dedos de su hija predilecta la fuente de agua, que será instrumento de Dios para convertir las almas y curar los cuerpos.

Si elevamos el pensamiento hacia lo más alto, encontraremos en el Evangelio actitudes de Nuestro Señor que escandalizaron a los fariseos. Él, hace un poco de barro, mezclando su saliva con la tierra, para dar vista a un ciego. También, sin los rituales de lavarse las manos, permite que sus discípulos tomen espigas verdes en el día sábado para saciar el hambre.

Es así, como la Virgen María actúa con Bernardita, haciéndola pasar por una humillación, por un sufrimiento, para que, de ahí se levante a los Cielos un cántico de gloria a Dios.

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