El primer milagro
El día 26, nuevamente no hubo aparición. Sin embargo, a partir del día siguiente no hay ninguna falla hasta finalizar la quincena, aumentando cada vez más el número de personas que asisten a la Gruta.
El primero de marzo, más de dos mil personas, no se dan cuenta que bien temprano, incluso antes de la Aparición, ocurrió el primer milagro de las decenas de millares, que se han realizado en Lourdes.
La Sra. Catalina Latapie, reside a 6 km. de Lourdes. Ella trabaja para ayudar al marido a mantener el hogar. Dos años antes de las apariciones, tuvo una caída y se lesionó el brazo derecho. El resultado fue funesto: fuerte luxación en el brazo, sobretodo en la mano, con parálisis de algunos dedos, que quedaron doblados y totalmente inmovilizados. Esto es una desventura, para quien, se mantiene haciendo trabajos manuales.
La medicina de la época no resolvió nada y quedó paralítica de dos dedos.
Cuando tuvo conocimiento de los prodigios de Lourdes, sintió una voz interior como si fuese una llamada que la atraía a la Gruta. En plena noche, llevando a sus dos pequeños hijos de la mano, parte para Massabielle. Al llegar, ella reza fervorosamente pidiendo su curación.
Sumerge la mano paralítica en el agua de la fuente y es instantáneamente curada. Sus dedos y toda su mano, recuperan su plena elasticidad y capacidad de movimientos.
Profundamente emocionada, agradece a la Santísima Virgen la gracia que acaba de recibir. Aun rezando con recogimiento, esta madre de cuatro hijos y que se encuentra embarazada, siente un característico dolor en las entrañas. Con la fe fortalecida, suplica otro favor de su Santísima Madre: que la ayude a volver sin problemas. Llena de confianza retoma los 6 km. de vuelta, llevando a sus dos hijitos.
Llegando a casa, sin algún tipo de ayuda y casi sin dolor, solita, da a luz un niño, que se llamará Juan Bautista y será sacerdote. La partera, que también fuera a Lourdes, llega pero ya sin nada tener qué hacer.
Especialistas de nuestros días, estudiando esta cura, clasificaron la lesión sufrida por Catalina de “parálisis cubital pos-traumática”. (LDA 5, 168-9)
La Capilla y la procesión
El día 2 de marzo, Bernardita quedó mucho más tiempo cerca de la cavidad interna de la Gruta, donde ella tiene sus conversaciones con la Dama. Ella recibe la misión de transmitir un mensaje al párroco de la ciudad.
El Padre Domingo Peyramale, es muy celoso y aplicado a sus feligreses. De carácter fuerte, cuerpo hercúleo, voz imperativa, sus palabras tronaban en el púlpito contra los vicios. A veces causaba miedo, pero era de corazón generoso y acogía muy bien a sus parroquianos.
Un escritor así lo describe: “Su boca parece modelada para el comando, para la oración y para la convocatoria de una cruzada”. Por ocasión de calamidades públicas, como la peste del cólera, era el primero en la brecha, arriesgando su propia piel.
Él, recibió las primeras noticias con reservas. Quería observar los hechos y prohibió que cualquier clérigo asistiese a las apariciones. Pero sentía los frutos espirituales en su parroquia. una gracia nueva enfervorizaba a sus fieles, incluso a hombres que hacía muchos años no se confesaban, retomaban el camino del santo Tribunal de la reconcilición.
Él, recibe a Bernardita con benevolencia, pero desconfiado:
– ¿Usted sabe que está provocando mucha agitación por estar diciendo por ahí que ve a la Santísima Virgen María?
– Yo no dije a nadie que vi a la Santísima Virgen María.
El Padre Peyramale pensaba que la afirmación partía de Bernardita. Sorprendido, le pregunta quién es a la que ella ve.
– Pero entonces, ¿quién es esa Dama?
No sé, señor Padre, Ella no me lo dice. Pero Ella quiere que vaya a la Gruta en procesión y que sea construida una capilla en el lugar.
– ¡¡¡Una capilla!!! ¡¡¡Una procesión!!! Mire, vaya a decir a su Dama que el Párroco de Lourdes no acostumbra tratar con desconocidos. Antes que nada, que Ella se identifique, que diga quién es. Después veremos este asunto.
A él le gustaría bastante, que se produjese un milagro y pide una señal.
– Y… que… Ella haga florecer ahora, en pleno invierno, el rosal de la Gruta. Después conversamos.