Plinio Corrêa de Oliveira.
Debemos considerar el valor simbólico de la obra de Nuestra Señora que transformó suavemente a estos niños simplemente apareciéndose varias veces en Fátima. Los tres cambiaron extraordinariamente como consecuencia de las revelaciones. Con uno de ellos, la Santísima Virgen dijo que estaba molesta. Fue Francisco, quien no la vio por eso. Por tanto, se le puede considerar un convertido.
Tenemos aquí algo parecido con el Secreto de María, es decir, una de esas acciones profundas de la gracia en el alma, que se desarrollan sin que la persona se dé cuenta. Ella crece en amor de Dios, en deseos de dedicarse, en oposición al pecado, pero todo eso se da maravillosamente dentro del alma.
Si la obra de Nuestra Señora en Fátima fue así, especialmente con esos dos niños llamados al Cielo, Jacinta y Francisco, podemos preguntarnos si eso no tiene un valor simbólico y si no indica cuál será la acción de Ella sobre toda la humanidad, cuando cumpla las promesas que hizo en Cova de Iría.
Sería, por tanto, un comienzo del Reino de María, siendo el triunfo del Inmaculado Corazón sobre dos almas pregoneras de la gran revelación de la Virgen, y que, por sus sacrificios y oraciones en la tierra y por sus oraciones en el Cielo, ayudaron y aún ayudan enormemente a las almas a aceptar el mensaje de Fátima.
Así, Francisco y Jacinta son los intercesores naturales para pedir y obtener de María Santísima que comience su Reino en nosotros, desde ya, por esa transformación misteriosa que es el Secreto de María.
Pidamos que ellos velen especialmente sobre aquellos que tienen la misión de predicar y vivir el mensaje de Fátima.
Extraído de conferencia de 13/10/1971