Jesús viviendo en María

Publicado el 05/26/2021

Oh, Virgen María, sois clemente en nuestras necesidades, dulce en nuestras tribulaciones, buena en nuestras angustias, pronta para ayudarnos en nuestros peligros.

Plinio Corrêa de Oliveira

Esta frase de san Ildefonso está muy bien calculada, porque con relación a las necesidades es necesario sentir pena, de dónde viene exactamente la clemencia, por la cual una persona se siente tocada por la desgracia y el infortunio que otros están atravesando. Entonces, se vuelve generosa.

En las tribulaciones, la persona quiere dulzura, encontrar amparo, un apoyo, una palabra amiga. Por eso, por ejemplo, Nuestro Señor quiso que sus Apóstoles estuvieran despiertos y vigilasen en el Monte de los Olivos. Quería apoyo, la dulzura de la amistad en la tribulación en la que se encontraba.

Por eso, en la angustia, Nuestra Señora es bondadosa porque nos ayuda en las tribulaciones y los peligros.

Hay una capilla en São Paulo con un hermoso título: Nuestra Señora de los Afligidos. Es la Virgen María invocada en cuanto teniendo piedad, perdonando y siendo misericordiosa con quienes se encuentran en todo tipo de aflicciones.

Cuando se trata de una aflicción que Nuestra Señora puede remover sin que por ello disminuya el beneficio espiritual de una persona, Ella lo elimina. Siendo una aflicción que, en su sabiduría, María Santísima considera necesaria para el mismo fin, enuentra la manera de que la persona tenga más fuerza, de sentir la dulzura de Ella, de poder resistir mejor esa aflicción. Esta es la idea que se ha expresado en esta y tantas otras devociones a la Madre de Dios.

Un icono bizantino muy significativo

Pero especialmente, esta idea se expresa en el culto a Nuestra Señora Auxiliadora. Para comprender cada vez mejor esta devoción, sería interesante comentar aquí una oración compuesta por el célebre Padre Condren, hombre de alta espiritualidad en Francia, completada por Monseñor Olier y enriquecida por Pío IX, en 1853, con trescientos días de indulgencia.

Esta oración fue objeto de un comentario especial por parte del venerable Padre Libermann, y además Don Chautard tiene algunos extractos en los que la comenta bellamente, en función a un ícono bizantino que representa a Nuestra Señora con una mirada recogida en oración, donde se ve que está contemplando ideas, conceptos, volcada al mundo de lo espiritual y lo imponderable, y no a las cosas contingentes que la rodean.

Tiene las manos abiertas, que era la actitud de quienes rezaban en la antigua liturgia bizantina, y en su pecho aparece un círculo, dentro del cual está Jesús con el halo de santidad en la cabeza, todavía representado como muy joven, casi un niño, sosteniendo un rollo de pergamino en su mano izquierda y la derecha en la actitud de los que están enseñando. Es una alusión a la Encarnación del Verbo. Llevando al Niño Jesús con Ella, quien, viviendo en Ella, es un Maestro, Nuestra Señora se recoge para escuchar sus enseñanzas dentro de Ella.

Por otro lado, la actitud contemplativa de la Santísima Virgen es una enseñanza que Ella da a los demás. De modo que aquí la mediación se ejerce magníficamente. El Niño Jesús enseña a Nuestra Señora y, a través de ella, instruye a los de afuera. El recogimiento de Ella es docente.

Este ícono representa precisamente el principio de que si tenemos una vida interior y Jesucristo vive en nosotros a través de la piedad, la vida sobrenatural, la moral, por el deseo de santificarnos, por la fidelidad a la ortodoxia – que es un imperativo del primer mandamiento: amar a Dios por encima de todas las cosas – cuando esto sucede, entonces Nuestro Señor nos usa como tribuna, púlpito o cátedra, y a través de una ósmosis que se puede ver en nuestras palabras y en todo nuestro ser, Él enseña a los demás.

Jesús y María viviendo en otros

Yo estaba leyendo una biografía de San Francisco de Sales, en la cual el autor hacía observar que el Santo escribió unos libros excelentes, como la “Introducción a la Vida Devota”, y otro muy bueno, sin ser tan célebre, que es el “Tratado del Amor de Dios”. De las notas de sus sermones, se verifica que fueron exposiciones de puntos perfectamente comunes de la Doctrina Católica. Sin embargo, la gente no se cansaba de escucharlo.

Un calvinista de lo más horrible fue a escuchar lo que predicaba, y luego le preguntó, diciendo:

– Escuché lo que dijiste. ¿Quieres que te lo diga con franqueza? No entiendo tu fama. No entiendo, sobre todo, por qué estas señoras te buscan tanto. Analizando tus palabras, después de todo, escribiendo, muchos ya han dicho lo que dices. Entonces, ¿qué hay de nuevo en ello?

Pues bien, lo que había era Jesús y María viviendo en San Francisco de Sales. Había tal unción, tal vida interior, tal ósmosis de gracia en lo que decía, que Dios hablaba a través de él y le daba una fecundidad extraordinaria. ¿De dónde venía la fecundidad?

Exactamente de este hecho: la presencia de Jesús y María en alguien, pasando por ósmosis a otra persona.

San Juan Bautista María Vianney fue exactamente así. Don Chautard cuenta que una vez un abogado de París fue a ver al Cura de Ars y, al regresar a su ciudad, alguien le preguntó:

– ¿Qué viste en Ars?

Él responde:

– Es muy sencillo. Vi a Dios en un hombre.

Aquí está la idea de “inhabitación” que no es física, por supuesto, no tiene relación ni siquiera con la presencia real, sino que es recibir la gracia e irradiarla. La gracia proviene precisamente de esta “inhabitación” de Dios que tuvo Nuestra Señora con una presencia física, real y sobrenatural, en todos los grados y formas posibles.

Debemos ser leones que rugen contra el mal

En este sentido, se me pidió que comentara la siguiente oración, y luego hablaré de Nuestra Señora como Auxiliadora, en función de eso.

Oh, Jesús, que vives en María, ven y vive en tus siervos: en el espíritu de tu santidad, en la plenitud de tus fuerzas, en la perfección de tus caminos, en la verdad de tus virtudes, en la comunión de tus misterios. Domina todos los poderes enemigos en tu espíritu, para la gloria del Padre. Amén.

Jesús vivió en María y, a través de María, se comunica con los hombres. Nuestra Señora es el tabernáculo, el santuario desde donde se extienden todas las gracias a los hombres. Es el templo del Espíritu Santo, el tabernáculo donde está Nuestro Señor, y por eso debemos pedirle a Jesús, viviendo en María, porque es desde dentro de este Templo que Él quiere recibir nuestras oraciones.

¿Pedir qué? Que Él viva en nosotros. Es decir, que tengamos el espíritu de Nuestro Señor Jesucristo, un espíritu que es todo santo, que es el espíritu de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana. Por tanto, el espíritu contrarrevolucionario, expresión más característica y radical del espíritu de la Santa Iglesia.

Además, pidamos la plenitud de las fuerzas de Nuestra Señora. María Santísima es la Virgen fuerte, combativa, intransigente y absolutamente inflexible ante el diablo, el mundo y la carne. Debemos pedir esta fuerza, que es intransigencia, vigilancia e iniciativa dentro de la combatividad.

¿Contra qué? Primero, contra lo que está mal dentro de nosotros. Segundo, contra el mal que está afuera. De tal manera que seamos leones rugiendo contra el mal, como Nuestro Señor Jesucristo es el León de Judá, y como su Santísima Madre, de quien se dice que, sola, aplastó todas las herejías del mundo entero.

Seguir perfectamente los caminos de nuestra vocación

Luego, pedir la perfección de los caminos de Jesús. Nuestro Señor es quien traza el camino para cada uno. Y a nosotros nos indicó el camino de nuestra vocación. Muchos no saben cuál es su vocación y ruedan por la vida como piedras en el fondo de un río. Nosotros, gracias a Dios, sabemos cuál es el nuestro. El camino para nosotros está despejado. Debemos pedir la gracia de seguirla de manera perfecta, “en la verdad de vuestras virtudes”, por lo tanto, no una virtud mullida, flácida, inconsistente, sino auténtica, verdadera y sincera. Esta es la vida de Jesús que se nos comunica.

Ahora llega el pedido de acción contra nuestro oponente:

Dominad sobre toda potestad enemiga…

Dominar al diablo, a las fuerzas del mundo que intentan arrastrarnos hacia el mal. Pedir eso para nuestro bien, por supuesto, pero para la mayor gloria de Dios, porque queremos esto por amor a Él.

Más que el éxito del apostolado, necesitamos querer nuestra santificación.

¿Cómo se relaciona este comentario con la fiesta de Nuestra Señora Auxiliadora? La mayor ayuda que nos puede dar María Santísima es precisamente la de comunicarnos este espíritu de santidad, esta fuerza, esta perfección de camino, esta autenticidad de virtudes, esta comunión de misterios, esta victoria contra el diablo; y comunicarnos todo esto para nuestra santificación. Sobre todo, incluso más que el éxito del apostolado, querer que cada uno de nosotros se santifique. Y para esta santificación, la asistencia de Nuestra Señora funciona de esta manera.

El pensamiento “Jesús viviendo en María” está íntimamente ligado a la noción de Nuestra Señora Auxiliadora. Se nos presenta, en la imagen, con el Niño Jesús en su brazo para indicar la relación maternal que tiene con su Divino Hijo, esa relación de intimidad absoluta, de atender las últimas y menores dificultades de un niño, con ese cariño, esa bondad que se tiene, no por los grandes y los fuertes, sino por los pequeños y los débiles.

¿Ya pensaron alguna vez en lo que significó para Nuestra Señora ver llorar a su niño? ¿Darse cuen- ta de que tenía frío o hambre, y sa- ber que era Dios infinitamente po- deroso, noble, su Creador, lloran- do allí en la cuna y pidiendo su ayu- da, queriendo ser tratado y adora- do por Ella como un niño? De tal manera, está entrañada en esa inti- midad entre ambos la idea de que Él es su Hijo, que Jesús quiso reci- bir de María un culto dulce, pequeño, accesible, todo hecho de cariño, porque en la esencia divina hay un fundamento para eso.

Como si fuésemos un niño en su regazo
Esto hizo de la Santísima Virgen la Madre de toda la humanidad. Nuestra Señora, Madre de Jesucristo y de todos los cristianos, es Madre del Cuerpo Místico de Cristo. Y con relación a cada uno de nosotros, su posición es querer que sea- mos como niños, como el niño que lleva en su regazo, que le pide todo tipo de cosas, y al que Ella da mucho más de lo que pide, hasta incluso lo que no sabe pedir. Pero la condición es rezar con esa intimidad, con la certeza de ser atendidos por Ella, como si fuéramos un niño. Es a este título que María nos ayuda. Es esa multitud de ayudas otorgadas a los más pequeños, mucho más que a los grandes.

Aquí está bien expresado el rasgo filial de la devoción a Nuestra Señora Auxiliadora, que establece una línea de comunicación, afinidad o identidad con el pequeño camino de Santa Teresita del Niño Jesús. Es el niño, el pequeño que rinde culto así a la Virgen María, con quien Ella quiere tener relaciones así. Desde este punto de vista se podría decir que el Reino de los Cielos pertenece a los niños, y quien no es un niño pequeño no entra en él.

En la Iglesia, las almas más gran- des, majestuosas, fuertes y extraordinarias, siempre que trataron de la Santísima Virgen María, hablaron en ese diapasón. Aun cuando decían las cosas más altas sobre Ella, tenían bien en mente que era la Madre que deseaba tratar a cada uno de ellos con esa amabilidad, esa solicitud, esa sonrisa con la que se trata a un niño. Aquí está una descripción de la devoción a Nuestra Señora en cuanto Auxiliadora. 
Extraído de conferencia de 23/5/1966

 

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“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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