La búsqueda de la perfección en todas las cosas

Publicado el 10/24/2021

Una nota muy importante de la escuela del Dr. Plinio es la ‘arquetipización’, o sea, la búsqueda de la perfección de todas las cosas.Esta tendencia del sentido del ser lleva a la persona continuamente a un deseo de elevación. Aplicando ese principio a la consideración de ambientes, el Dr. Plinio analiza el estilo griego, románico y gótico.

Plinio Corrêa de Oliveira

Iglesia del Corazón de Jesús, São Paulo​, Brasil

En la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús está difusa por el aire una impresión de acogida y de protección muy grande, mas también de mucha sabiduría, tranquilidad y bondad. ¿En el fondo, qué es eso?

Una operación eminentemente religiosa

Cuando entramos en algún ambiente, lo que por excelencia causa impresión, más que cualquier objeto, es la persona que encontramos allí o a quién, de algún modo, aquel ambiente y los objetos en él contenidos nos reportan.

Lago Titicaca, frontera entre Perú y Bolivia

Me acuerdo de haber visto un cuadro representando el Lago Titicaca, en Bolivia, ¡de un azul y un plateado lindísimos! Daba la impresión de una inmensa ala de mariposa que ondulaba al soplo del viento. Aunque ese lago no sea una creatura humana, ni fue ideado por un artista, al verlo da una impresión parecida con la que se tendría en la convivencia con una persona que nos causase análogo efecto.

Así también, cuando al contacto de la gracia sentimos una determinada impresión sobre un objeto, de hecho, tenemos la sensación de que si estuviésemos con Dios.

Altar principal de la Iglesia del Corazón de Jesús, São Paulo​, Brasil

En la Iglesia del Corazón de Jesús nosotros no vemos a Dios, pero sentimos la impresión que tendríamos si estuviésemos con Él, mostrándose bajo aquel aspecto. Ese darse a conocer de Dios, sin que nosotros lo veamos, es lo principal en la Iglesia del Corazón de Jesús.

Esa impresión, por lo tanto, es un como que ver a Dios. Creo que ese punto es absolutamente capital para que comprendamos lo que son las arquetipizaciones. Porque, aunque en una arquetipización pueda no estar presente una gracia tan grande cuanto la del Corazón de Jesús, y se pueda concebir una arquetipización en el plano apenas natural y sin presencia ninguna de la gracia, es un hecho que la verdadera arquetipización conduce a una idea de cómo sería una determinada cosa si ella fuese aún más semejante a Dios.

Es, por lo tanto, un ver a Dios en todas las cosas que constituye el alma verdaderamente católica. Eso no significa, por ejemplo, que mirando una silla estoy imaginando al Padre Eterno sentado allí.

¡No es eso! Pero aquella silla, si yo la arquetipizo, veo mejor por donde se parece al Creador. Por consiguiente, buscar la arquetipía de todas las cosas es procurar ver mejor a Dios en ellas, y constituye una operación eminentemente religiosa, incluso en el plano natural.

A eso le doy mucha importancia para que se comprenda lo que es la vida interior, el recogimiento especialmente en nuestra escuela.

Porque en la escuela común sería, por ejemplo, al ver una corona, hacer el siguiente raciocinio: corona es símbolo del poder, entonces, cómo es bello el poder que Dios instituyó.

Sin duda, es una vía muy buena. Pero forma parte de nuestro espíritu mirar la corona y verla como un símbolo – en el orden natural y sobrenatural – mostrando a Dios en ese sentido de la arquetipización, o sea, un modo de componer cómo sería la figura de Dios a partir de esa corona. Ese gusto mío de la arquetipia es, en el fondo, un anhelo de Dios, pero aún no explícito. Es un deseo inmediato de ver una cosa más excelente que la corona, el cual, de punto en punto me conducirá a Dios.

Tendencia del sentido del ser a la perfección 

Entonces, en el propio modo de considerar la corona entró un cierto estilo de ver la belleza que subconscientemente ya está orientado hacia para Dios.

El trabajo del subconsciente aquí me parece muy importante, porque si fue hecho con el mero consciente, sin un movimiento de la sensibilidad más o menos simultáneo, la cosa no se hizo como yo estoy diciendo. Es el libre curso del impulso del sentido del ser que tiende naturalmente a la excelencia del ser. Propiamente la palabra “subconsciente” aquí es un término tan enmarañado que prefiero expresarme así: es el libre curso del impulso del sentido del ser rumbo a la perfección de todas las cosas en su propio género.

Esa tendencia del sentido del ser a la perfección de las cosas lleva continuamente a un deseo de elevación y, por lo tanto, debe conducir a la persona a querer que existan en el orden humano los más altos representantes de los más elevados grados que llegan más cerca de la perfección del ser.

El estilo griego y el románico

Iglesia Santa María de Eunate. Murruzánbal, Navarra, España

Pero volviendo a la consideración de ambientes, cuando comparamos un edificio en estilo románico con uno de estilo griego, ¿qué diferencia notamos? Una cosa curiosa, puede haber razones técnicas para eso, yo no discuto, pero las construcciones griegas tienen una solidez suficiente de manera a no dar la impresión de la fragilidad que preocupa, inquieta, esto es seguro.

No obstante, ellas no poseen el aspecto de fortaleza y no brillan por la fuerza. Se diría casi que el griego tiene la preocupación de hacer esconder la fuerza del edificio bajo el aspecto de ligereza, de levedad, de elegancia.

Partenón. Atenas, Grecia

Entonces, por ejemplo, la columna griega es, cuanto  sea posible, esbelta, recordado el tronco de una palmera, etc. Las columnas y todo el edificio románico son muy pesados. El edificio tiene algo de las paredes de una fortificación, y da al espíritu una idea de lucha que de ningún modo está presente en el aspecto de la perfección del universo que el edificio griego quiere sustentar y manifestar.

Tribuna de las Cariátides ubicada en el lado norte de la Acrópolis. Atenas, Grecia

Mirando el Partenón, por ejemplo, nadie puede decir: “¡Oh que lucha!” O exclamar al ver la Tribuna de las Cariátides: “¡Cuánto heroísmo!” Soy entusiasta de esa tribuna, pero eso no se puede afirmar. Por cierto, desconfío que las columnas delimitaban una especie de periferia y que el templo era un cuadrado grande de albañilería por dentro. Es preciso decir, desde ya, un cuadrado grande de tal manera sin gracia que, si no fuese por el techo y las columnas, sería la cosa menos interesante que podría existir.

Probablemente, adentro era medio oscuro, pero una oscuridad enteramente diferente de la existente en el románico.

Al considerar una construcción románica se tiene la impresión de un hombre que carga un peso serio, preocupaciones difíciles, mas que están a su altura. 

Y que él tiene fuerza porque es un gigante, para hacer frente a aquello y avanzar.

Ese es el lado románico. Se ve también que sus cualidades son las de una persona muy preocupada. Hay una atmósfera difusa de preocupación en la oscuridad del templo románico.

Pero nace el vitral, que introduce en todo eso una cierta forma de belleza, de pulcritud, que completa aquel aspecto sombrío de la construcción románica con algo que no es propiamente la lozanía.

El edificio románico es muy “pensativo”, muy “preocupado”. Los colores del vitral románico no son tales que hablen de alegría, de satisfacción. Ellos hablan de una especie de dulce maravilloso, de maravillosa dulzura, que se compagina bien con aquello que es la meditación en Dios, del hombre cansado. Del hombre que no va a cantar el Gloria in excelsis Deo, el Magnificat, pero que también no va a gemir como Job encima de su estercolero; sin embargo, él encuentra una cierta consolación en medio de su tristeza, que es propiamente el bienestar de la consolación, el consuelo cristiano

La esperanza del Cielo comienza: nace el gótico

Sainte Chappelle. París, Francia

Cuando se inicia la Edad Media, eso va tomando, con la ojiva, un carácter diferente, porque la esperanza del Cielo va iluminando aquello que no está muy presente en el románico. El románico parece que dice más: “Dios te ayuda en la Tierra. Confía en Dios.”

Y el gótico parece que afirma más: “Es verdad, Dios te ayuda en la Tierra, pero eso no es tan importante. Lo mejor es que Él te ayuda en el Cielo. ¡Piensa en el Cielo! ¡Dirígete hacia allá! Allá tú tendrás la explicación de todo.”

Esa posición que parece que es la perfecta, comienza a hacer florecer la levedad dentro de la seriedad y de la atmósfera de una iglesia que continúa con ciertos trazos de fortaleza. Ahí sí, los vitrales comienzan a tener lozanía.

También la altura de los templos parece dar un carácter festivo y lleno de esperanza, lo que se refleja en el modo de realizar el culto, los ornamentos que se tornan esplendorosos, etc. Así, a partir de un determinado momento la esperanza del Cielo se acentúa más que la esperanza de la ayuda en esta Tierra. Para mí, el auge de eso y lo contrario del románico es la Sainte-Chapelle. ¡Es una maravilla!

Sombrilla gótica

Pero también habla mucho en ese sentido aquel tipo de columna gótica que se abre como una palmera. Aquello es muy bonito y ya habla de un mundo en que la seriedad se tornó leve, de tal manera ella venció el dolor y la aflicción sin haber huido. En el orden del espíritu, aquella sombrilla es casi el primer precursor de la aeronáutica, pues hace pensar un poco en una ligereza que nos va a llevar la Cielo, va girando y conduciendo nuestras almas hacia regiones azules que ellas deben contemplar.

En ese sentido, el gótico aparece consolando menos que el románico. Para el hombre desolado que entra en un edificio de ese estilo, el románico parecer decir afectuosamente: “Siéntese, sufra, yo le voy a ayudar en su sufrimiento.” El gótico es otra cosa.

Iglesia en estilo gótico de los Caballeros de la Virgen, Tocancipá, Colombia

Él como que dice lo contrario: “Tome rápido contacto conmigo que su sufrimiento pasa ya. Yo lo llevo a las regiones del Cielo.” Son los brazos de Dios que se bajaron para elevar al hombre.

Es un poco como un padre o una madre que se inclina sobre un niño pequeño con dificultad de caminar y lo levanta. Así es el gótico con nosotros.

Extraído de conferencia del 7/11/1986

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