La estrella que ilumina nuestra vida

Publicado el 12/23/2022

Hay almas a las que Dios llama a formar familias espirituales que a ejemplo de las constelaciones del firmamento, están llamadas a representar aspectos y perfecciones del propio Dios. En el firmamento de la Historia, la Sagrada Familia brilla con luz propia, iluminándonos con el ejemplo de su vida.

Hno Julián Sáenz, EP

“Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”, dice el salmo 119. Cada Navidad viene trayendo a nuestras vidas una luz de esperanza y un oasis de paz, en medio de las luchas por las cuales ya atravesamos o estamos atravesando.

Probablemente, no todo lo que habíamos planeado o imaginado durante este 2022 sucedió de acuerdo a lo que esperábamos. En medio de esas luchas y dificultades, recordemos que unos son los planes de Dios y otros los planes de los hombres.

Y esos momentos de dificultad y prueba son los que moldean nuestra alma cuando, a ejemplo de los santos son afrontados con paciente resignación, fortaleza y valentía cristiana.

Estrellas del Cinturón de Orión

En el firmamento del cielo, hay estrellas dotadas de especial resplandor que forman constelaciones únicas e irrepetibles. Orión, la Osa Mayor, la Osa Menor y Andrómeda, son algunos ejemplos.

De la misma manera sucede con las almas. Hay almas a las que Dios llama a formar familias espirituales, tanto en la vida terrena como en el cielo; esas familias a ejemplo de las constelaciones del firmamento, están llamadas a representar aspectos y perfecciones del propio Dios a los hombres, por más que durante su vida terrena, estás almas hayan permanecido en el más completo anonimato.

Aquí me viene a la mente, el famoso lema de los tercios durante la guerra civil española: «Ante Dios nunca serás un héroe anónimo» 1.

Y si nos fuera dado contemplar con los ojos del propio Dios el desarrollo de la Historia, nos quedaríamos extasiados y admirados al encontrar una cantidad inmensa de “héroes anónimos”, que supieron configurar su vida y sus planes con los que Dios tenía trazados para ellos.

Los mediocres, los egoístas, los cobardes, los pusilánimes y perezosos jamás brillarán como las estrellas del cielo.

Y es en este tiempo de Navidad que se acerca, contemplamos en el firmamento de nuestra fe, una estrella que supera en brillo y resplandor a todas las estrellas. Esa estrella es el Niño Jesús quien junto a San José y María Santísima, quiso formar una bellísima constelación llamada Sagrada Familia, para iluminar con el ejemplo de su vida a toda la humanidad.

Al principio de este mensaje le decía que tal vez todo lo que esperábamos en este año no salió de acuerdo a nuestros planes.

Pues, imaginemos lo que habrán sentido San José y María Santísima, al tener que salir de modo imprevisto de su hogar en Nazaret, para ir a empadronarse en el censo que el emperador Cesar Augusto había decretado para todos los súbditos del Imperio.

El avanzado estado de gestación de la Virgen, hubiera podido eximirla de cumplir este decreto; sin embargo, para darnos ejemplo de docilidad, confianza y abandono en la Divina Providencia, el santo matrimonio decidió emprender el viaje, previendo en el horizonte las dificultades que les irían a sobrevenir ¡Que ejemplo tan grande nos dan en este pasaje del Evangelio, Jesús, María y Jose!

Y así, cuando nosotros confiamos en Dios en medio de lo inesperado, en medio del aparente desmentido, nuestra luz crece en intensidad y brillamos como estrellas en medio de las tinieblas y la oscuridad; siendo así, sin muchas veces saberlo, luz y ejemplo luminoso para otros.

En medio de la soledad de aquellos parajes, no teniendo por techo más que las estrellas del cielo, la figura augusta de San José y Nuestra Señora brillaban más que las constelaciones del firmamento.

En medio de la soledad de aquellos parajes, no teniendo por techo más que las estrellas del cielo, la figura augusta de San José y Nuestra Señora brillaban más que las constelaciones del firmamento. El propio Dios hecho hombre estaba en las entrañas purísimas de María, y era el faro que iba guiando su camino.

En nuestro caminar, muchas veces nos sentimos yendo por un sendero difícil, tortuoso y sembrado de peligros.

Teniendo esto presente, quiero darle un consejo: para no zozobrar en medio de las tempestades, eleve siempre sus ojos a lo alto y vea en la estrella que más brilla, ese símbolo sublime de la alianza que Dios quiso establecer con usted por medio del Niño Jesus. El resto de la historia ya lo conocemos… sin embargo, hay otro maravilloso ejemplo que nos da la Sagrada Familia.

Al llegar a Belén y cumplir con el censo, el santo matrimonio no encuentra lugar en las hospederías de la ciudad. ¿Qué dolor y qué abatimiento el de San José al no encontrar una digna posada para su virginal esposa, que ya estaba próxima a dar a luz.

Sin embargo, en medio de la perplejidad y la duda, el santo varón estaba convencido que toda esta situación inesperada sucedía y era permitida por Dios para hacer brillar de una manera inaudita su designio de amor sobre ellos. Y, por una iluminación divina, San José se acordó de una gruta solitaria situada en una colina a las afueras de Belén, dónde en su infancia se refugiaba, para en la soledad y en el silencio, desahogar su corazón con Dios.

Y así, las casas de Belén representaban a un mundo indigno de recibir a todo un Dios hecho hombre, que buscaba en la humildad su morada eterna con los hombres de buena voluntad.

Que la luz de la Sagrada Familia, sea esa estrella que ilumine sus pasos y la luz en su sendero, no solamente en esta Navidad sino a lo largo de su vida.

Y en el momento de su nacimiento, una luz más intensa que el sol y las estrellas salía de la gruta, y como decía Monseñor João Clá Dias, era un resplandor capaz de iluminar al mundo entero sino hubiera estado dentro de la humilde gruta 2.

Esto nos da un maravilloso ejemplo de cómo Dios nace únicamente en las almas de aquellos que son mansos y humildes de corazón.

¿Y cómo alcanzar entonces esa mansedumbre y esa humildad que tanto necesitamos, y de la cual, en muchas ocasiones nos sentimos tan carentes?

Permitiendo que esa luz penetre hasta lo más íntimo de nuestro ser, en aquel santuario interior del alma dónde estamos a solas con el Señor. Por eso, le invito a ponerse delante del pesebre y decirle con total confianza al Niño Jesús:

Muchas veces me siento sin fuerzas para caminar, para cumplir con mi deber, por eso te pido, Niño Jesús, que así como fuiste llevado en los brazos de tu madre, quiero que esos brazos virginales me lleven todas las circunstancias de la vida y que jamás me baje de ellos para querer caminar por caminos que no son los que me conducen a ti.

“Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, haz que entre las tinieblas tu esplendor veamos. Hay muchas cosas que me desconciertan y me roban la paz del alma, pero en esta Navidad, tú Señor, quieres nacer espiritualmente en mí.

Yo sé que detrás de las tinieblas, siempre brilla tu luz esplendorosa, más refulgente que todas las constelaciones y estrellas del universo.

Divino Niño Jesús: sé que detrás de este camino inesperado por el que estoy atravesando en mi vida, detrás de este sinsabor, detrás de esta enfermedad, de esta necesidad, de este abandono, allí estás tú, Señor.

Muchas veces me siento sin fuerzas para caminar, para cumplir con mi deber, por eso te pido, Niño Jesús, que así como fuiste llevado en los brazos de tu madre, quiero que esos brazos virginales me lleven todas las circunstancias de la vida y que jamás me baje de ellos para querer caminar por caminos que no son los que me conducen a ti.

Y que a ejemplo de San José, sea un alma enteramente pura, humilde y abrasada en amor a ti. Amén.

Que la luz de la Sagrada Familia, sea esa estrella que ilumine sus pasos y la luz en su sendero, no solamente en esta Navidad sino a lo largo de su vida.

Notas

1 Cfr. JOSÉ MARÍA RESA. Memorias de un Requeté: Ante Dios, nunca serás héroe anónimo,  Editorial Bayer Hnos. y Cía, 1968

2 Cfr. MONSEÑOR JOÃO CLÁ DIAS, San José, ¿quién lo conoce?… Capítulo IX – San José en la Natividad de Nuestro Señor; p.223

 

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