La futura glorificación de la Virgen María

Publicado el 03/07/2022

Monseñor João Clá Dias

Fundador de los Heraldos del Evangelio

Tratemos sobre el triunfo de Jesucristo por medio de su Madre.

Me resulta imposible transmitir lo que llevo en el fondo de mi alma sobre el porvenir glorioso reservado a la Santa Iglesia durante el Reino de la Virgen María.

Faltan palabras para describir [a la Madre de Dios] renovada y desbordante de gracia por la acción del Espíritu Santo, quien actuará en favor de María, con María y por María.

Un trecho de la profecía de Baruc nos ofrece una pálida idea sobre las intuiciones que llenan de entusiasmo su corazón: “Jerusalén, quítate tu ropa de duelo y aflicción, y vístete para siempre el esplendor de la gloria que viene de Dios. Envuélvete en el manto de la justicia que procede de Dios, pon en tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu esplendor a todo lo que hay bajo el cielo. Pues tu nombre se llamará de parte de Dios para siempre: «Paz de la Justicia» y «Gloria de la Piedad».” (5, 1-4).

Entretanto, el plan del Altísimo sorprenderá incluso a los espíritus de mayor penetración, pues “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”(Ef. 3,20).

Cualquier imaginación sobre el triunfo del Corazón de María y del consecuente enaltecimiento de la Iglesia, no pasa de un simple borrador comparado con las maravillas que operará el Señor de los Ejércitos, a fin de glorificar a su hija predilecta, a su madre virginal y a su esposa inmaculada.

Entretanto, esta sublime realidad no excluye otra aún más bella, señalada por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira “En la medida en que los justos van concibiendo la idea de cómo será el Reino de María, este reino se acerca a nosotros”1

Es propio al profetismo no apenas prever y anunciar, sino también anticipar y antegozar de alguna forma los acontecimientos percibidos a distancia.

Elías divisó la lluvia torrencial que caería sobre Israel, al recibir la noticia que una pequeña nube del tamaño de un puño se levantaba en el horizonte, y que esta lluvia haría reverdecer el suelo estéril por la implacable sequía con la que Dios castigó durante tres años los pecados del pueblo.

Inmediatamente mandó decir al Rey Acab que se apresurase a volver a su palacio para que la lluvia no lo detuviese por el camino. (cf. 1R. 18, 41-46). Pues bien, más allá del fenómeno físico, el Profeta discernió en la nubecilla una prefigura de la Virgen que traería a la Tierra otro diluvio, no de agua, sino de gracia: a la propia fuente divina que redimiría al género humano, convertido en estéril por la desobediencia de nuestros primeros padres [Adán y Eva].

Y narra la Beata Ana Catalina Emmerich2 que Elías escogiendo a tres de sus discípulos los envió como mensajeros a los paganos del norte y del sur, e incluso hasta el lejano Egipto, para anunciarles que se preparasen, pues estaba por llegar una Virgen de la cual nacería el Salvador de los hombres.

Este episodio muestra que, cuando ciertas almas son llevadas por el soplo de la gracia a volar en el firmamento de la futura exaltación de Nuestra Señora, ellas deben dejarse guiar sin recelos.

Aunque dichas almas se queden cortas en comparación con lo que será realizado, su anhelo de ver vengada la honra de la Madre de Dios apresura la manifestación de la justicia y de la misericordia divinas, tal como lo explica el Dr. Plinio:

El Reino de María, será la esencia más pura, lo mejor de lo mejor del Reino de Nuestro Señor Jesucristo. [Este Reino] será tan alto que los hombres quedarán desconcertados. Ahora bien, esto vendrá en la medida en que la brisa de la promesa sople en nuestros rostros.

Hay una frase muy bonita en las Escrituras ‘Si hoy escuchan su voz —la voz de Dios— no endurezcan sus corazones’ (cf. Sl. 94, 7-8). Yo diría ‘Si sienten hoy su viento, no desvíen sus rostros’. […] De aquí se concluye que el Reino de María exige una gran vigilancia.

Mejor dicho, nosotros nos definimos como los batalladores a favor de las ruinas sagradas que restan de la Civilización Cristiana y ,al mismo tiempo, como los jardineros del primer retoño de la era mariana que se desarrolla en toda su delicadeza, en toda su fragilidad, pero en toda su pujanza”3.

Tomado del Libro Maria Santíssima! O Paraíso de Deus revelado aos homens– III – Maria, eixo da História, Capítulo 5, pp.117-120

Notas

1CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Palestra. São Paulo, 19/12/1981.

2Cf. BEATA ANA CATALINA EMMERICH. Visiones y revelaciones completas. Madrid: Ciudadela Libros, 2012, v.II, p.316.

3CORRÊA DE OLIVEIRA, op. cit.

Deje sus comentarios

Los Caballeros de la Virgen

“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

version mobile ->