La historia gira en torno a los elegidos

Publicado el 06/30/2022

Hay un juego de las almas fieles e infieles, incluidas las víctimas expiatorias, que preservan o degeneran las instituciones. En vista de esto, Dios va creando otras almas, suscitando vocaciones, otorgando gracias para llevar a cabo su plan, porque en su infinita bondad ha dado a algunas almas el honor de marcar el curso de la Historia.

Plinio Corrêa de Oliveira

Debido a un abuso de la noción de misericordia, muchas personas forman una idea de la vida espiritual completamente diferente de lo que realmente ella es. Lo más interno que la vida espiritual tiene es la vida de la gracia en nosotros, que es una participación creada en la propia vida de Dios, recibida por el Bautismo. Esta es la gracia santificante, que se pierde sólo por el pecado mortal.

Tanques de guerra y gases que vivifican o matan

También hay innumerables gracias actuales, con toda una escala de intensidad – desde las suficientes hasta las superabundantes –, donde la persona recibe gracias a veces en mayor, otras veces en menor abundancia, ya sea por un efecto de la justicia o de la misericordia divinas.

Cuando Dios decide llevar a cabo sus grandes intervenciones en la Historia, las gracias más especiales y marcantes no son como esos favores comunes que otorga a cada individuo todos los días, sino que el Creador destina algunas personas que son a veces modeladas naturalmente para la tarea que Él las destina.

Considerando el amor que Dios tiene por estas personas – incluso antes de haberlas creado, porque representan, dentro de su sabiduría, un papel especial en los planes divinos –, ya sea en virtud de sus propias conductas, o por la fidelidad o infidelidad de aquellos llamados a rezar y a sacrificarse por ellas, esas personas pueden estar dotadas de una fuerza de impacto que haga progresar la Historia.

Para usar dos imágenes bélicas, sería como un tanque de guerra que avanza sobre un muro y lo derriba, pudiendo atravesar hasta una cuadra entera en línea recta. Esas personas son los tanques de la Historia. O como los gases que, una vez liberados, no hay arma ni sello que los detenga. Entran por todas las hendiduras, se filtran y, según el caso, vivifican o matan: destruyen las instituciones que no deberían existir y vivifican a las personas.

Los elegidos son el eje del amor de Dios…

Detalle del Pórtico del Monasterio de Batalha, Leiria, Portugal

Entonces Dios tiene unos planes inmutables, que se cumplen, pequen lo que pequen los hombres o practiquen los actos de virtud que practiquen; son planes que Él trazó y que ejecuta. Los antiguos sintieron estos planes y llamaron eso de ‘fatalidad’.

Asimismo, hay planes que Dios difícilmente modifica. Y si los cambia, lo hace en parte, en los accidentes, pero no en el todo.

Finalmente, hay planes que abandona totalmente, y por así decirlo, los entrega a su propio destino. Todo esto se cruza y se mezcla en un aparente desorden, que puede ser visto más o menos como en el urbanismo, en el que hay algunas avenidas que, por la topografía, son necesarias para la ciudad, otras pueden adaptarse a las circunstancias, y otras son totalmente superfluas.

Todo a la luz de la gloria de Dios y de los elegidos que, como un cuerpo, se relacionan a respecto de su gloria más especialmente.

Hay dos maneras para demostrar que se tiene un plan. Una es seguir un curso rectilíneo y llegar hasta el final.

Otra es, cruzando los peores y más variados obstáculos, dirigirse invariablemente en la misma dirección. Es una forma para forzar el plan.

Dios combina los dos métodos, a veces colmándolos regiamente de obstáculos, para después hacerlos brillar más espléndidamente, casi como siendo los autores del plan que llevaron a cabo.

Sin embargo, el arquiplan de Dios consiste en obtener del curso de las cosas– para hablar en lenguaje humano –, una determinada cuota de gloria.

Teniendo bien en cuenta que una vez que el Omnipotente creó innumerables seres inteligentes y libres, entre estas criaturas muchas harían lo contrario a lo deseado por Él.

Entonces, estaba en la naturaleza de las cosas que ocurrieran muchos hechos que Dios no quisiera, como condición, por decirlo así, para que hubiera Creación. Y dentro de la cuota sin la cual la Creación no tendría seriedad, Dios necesitaría dejar ahí una mayor o menor flexibilidad, sacando de esa misma flexibilidad una especie de supergloria para los elegidos que son el eje de su amor y el centro de su plan. De modo que, la existencia del mal y de la maldad que se cometió, redunde en aumento de gloria, tanto para Él como para sus elegidos.

…pero sus pecados pesan mucho para Él modificar sus planes.

San Miguel Arcángel

Por ejemplo, todo lo que sucedió con San Miguel Arcángel ha resultado para Dios en un aumento de gloria. Y como nuestras cosas se realizan dentro del tiempo, no son fulgurantes como las de San Miguel Arcángel, sino que se entrelazan manteniendo siempre una constante: para los elegidos, los más queridos de Dios, esto redunda en mayor gloria para Él, de una u otra manera.

Sin duda, todos están destinados al cielo. Sin embargo, algunos tienen una

vocación específica, una providencia especial y son especialmente queridos.

Sin embargo, si la persona predilecta no enfrenta los obstáculos, dependiendo de los designios divinos, de la gravedad del pecado, caso no sea confirmada en la gracia, puede perderse.

Aunque Dios puede compadecerse de ella y salvarla in extremis. Sin embargo, si esta alma elegida se niega y se pierde, Dios suscita dentro de la Historia – estoy hablando en lenguaje antropomórfico – otras almas que de alguna manera reivindiquen ventajosamente los planes de Dios. Es decir, nunca sucederá que el poder de Dios para suscitar almas elegidas sea eclipsado por el adversario.

Los electos, como lo fue el pueblo elegido y la Iglesia Católica lo es, ocupan un lugar muy importante en los planes de Dios, pero las ofensas cometidas por ellos desempeñan un papel muy grande en la justicia divina. Dios es misericordioso con ellos, pero sus pecados lo ofenden especialmente y pesan mucho para que Él cambie sus planes.

A veces Dios suscita un vengador que destroza la confusión

San Vicente Ferrer es conocido como el ángel del apocalipsis

Así que toda la Historia gira en torno a la gratitud y la ingratitud de los elegidos. Muchos de los signos sinuosos y asombrosos de la Historia, incluido el hundimiento o aparente naufragio de instituciones, suceden por pecados cometidos en las propias instituciones, que, de acuerdo con su correspondencia o correspondencia a la gracia, adquieren una cierta libertad, otorgada por Dios, para trazar los planes de la Historia, flotando sobre ellos una gloria o una culpa extraordinaria por los rumbos de la humanidad.

La Providencia, de vez en cuando, suscita un vengador de los planes divinos que se alteran, que no es necesariamente aquel que castiga, sino el que desbarata la confusión. Entonces este restablece la claridad del rumbo para que las almas anden.

Hay, por lo tanto, todo un juego de almas fieles e infieles, incluidas las víctimas expiatorias, que preservan o degeneran las instituciones, y un conjunto de misericordia y justicia del que solo Dios sabe. Entonces, Dios va creando otras almas, suscitando vocaciones, dando gracias para llevar a cabo un plan, porque en su infinita bondad concedió a algunas almas el honor de marcar el curso de la Historia junto con Él.

Extraído de conferencia del 26/1/1980

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