La Iglesia: Cuerpo Místico

Publicado el 05/22/2022

El Creador formó el cuerpo humano con todo cuidado y perfección. El funcionamiento del organismo es algo que sorprende incluso a los mayores especialistas y conocedores de la materia. Sin embargo, este cuerpo material fue creado como imagen de otro organismo, constituido por Dios como un cuerpo: es el Cuerpo místico de Cristo, la Iglesia Católica. Cada miembro está unido a los otros, y tenemos todos responsabilidad del progreso o retroceso de la santidad de ese Cuerpo.

Sabemos que nuestro cuerpo consiste en una serie múltiple de células, las más variadas posibles. No sé si la medicina siquiera conoce enteramente el cuerpo humano, con todas sus complejidades, todos sus lados positivos y negativos. Cuando el hombre imagina que ha llegado al punto final, aparece una nueva enfermedad y hay una transformación de esta célula en esto, en aquello. El cuerpo, de todas maneras, es muy complejo, pero tiene una configuración, una constitución realmente inteligente. Es imposible para un ser común y corriente, en su inteligencia, incluso siendo un Ángel, idealizar y realizar un cuerpo tan perfecto como el nuestro. Hay una verdadera sucesión de maravillas en nuestro cuerpo. Y las células parecen estar dotadas de inteligencia porque operan en un sentido y no en otro. Cuando un organismo entra en desorden, las células parecen volverse locas y aparece el cáncer, un tumor, etc. Sin mencionar la invasión de otros gérmenes del exterior, que a menudo el cuerpo en sí no tiene en cuenta, porque es insuficiente en asuntos de defensa orgánica, en el campo de estar totalmente dispuesto a inmunizar contra estos y aquellos gérmenes. A menudo hay bacterias terribles que toman cuenta…

Este organismo es, nada más y nada menos, creado por Dios, en función de otro “organismo”. Debido a que a menudo pensamos que Dios crea el cuerpo y luego se impresiona con su creación, mira al cuerpo y dice: “Ah, pero ¡qué bien quedó! ¡Mire, ¿quiere saber algo?, crearé algo más alto que eso, según eso que creé”. Dios no se lleva sorpresas, porque lo sabe todo y desde toda la eternidad. Por lo tanto, ha visto desde toda la eternidad el organismo humano. Y no fue el organismo humano lo que le sirve o le sirvió como elemento base para crear otros seres similares.

Así que pensamos que Dios cogió como base el cuerpo humano para crear el cuerpo místico de Cristo. Porque el cuerpo místico de Cristo está compuesto por una cabeza, que es Él, y otros miembros, los más nobles, los más santos, como el caso de Nuestra Señora, y nosotros, que formamos parte en cuanto células de este Cuerpo místico. Ahora bien, sucede todo lo contrario: Él tomó como ejemplo el Cuerpo místico de Cristo para crear el cuerpo humano, el cual se crea a imagen, con una cierta similitud con el Cuerpo místico de Cristo.

Conocí a un gran pensador católico que quería tener algunas nociones otorgadas por un médico sobre el cuerpo humano, porque quería estudiar la sociedad orgánica basándose en el cuerpo humano.

Así que tenemos en Dios dos figuras altas para crear el cuerpo humano: una es el Cuerpo místico de Cristo y otra es la sociedad orgánica. Una es mística y sobrenatural, otra es natural, pero más alta que el cuerpo humano. Y el cuerpo humano es el tipo, la sociedad orgánica es el prototipo, y el arquetipo dentro de esta línea está en el Cuerpo místico de Cristo.

El cuerpo místico de Cristo tiene una propiedad extraordinaria porque toma los elementos más variados. Es lo que también tenemos dentro del organismo en sí: tenemos células que producen el cabello, células que producen las uñas, células que restauran el hígado, células que reparan daños producidos en el corazón, células que producen una defensa orgánica y así sucesivamente. Así también la sociedad orgánica y, por lo tanto, también, incluso más, la sociedad espiritual, el Cuerpo místico de Cristo, con las corrientes más variadas, con las mentalidades más variadas, con los espíritus más variados. Sin embargo, desde que haya santidad, todo está organizado, todo se equilibra, todo armoniza, todo está perfeccionado.

Eso es lo que nuestro Señor trajo con la creación de su Cuerpo místico y con la redención, por lo tanto.

María, Madre de la Iglesia

Toda la construcción se ajusta y se levanta para formar un templo santo del Señor.” (Cf. Ef 2, 21). Sí, el Cuerpo místico de Cristo es el más hermoso de todos los templos, de los cuales Jesucristo es parte, siendo su Cabeza, Nuestra Señora es parte de este Cuerpo místico como Madre y, al mismo tiempo, medianera. Algunos autores místicos, teólogos, generalmente le dan el carácter del cuello, porque dicen que Jesús es la cabeza, pero todo pasa por Ella y todo lo que baja de la cabeza para el cuerpo y sube del cuerpo a la cabeza pasa por Nuestra Señora siendo Ella el cuello. Dicen otros místicos que los santos vivos son el corazón de este cuerpo místico, porque hacen bombear todas esas maravillas… Es hermoso, hacen bombear todas las maravillas que descienden de la cabeza y las pasan a través de Nuestra Señora al resto del cuerpo.

Y así, hay hipótesis y más hipótesis, no confirmadas por la Iglesia, sujetas a estas o aquellas apreciaciones y precisiones. Pero de todos modos todo esto se entiende porque podemos tomar el cuerpo humano, que está más cerca de nosotros, para entender algo mucho más alto que es el Cuerpo místico de Cristo. Y este Cuerpo místico de Cristo es el templo del Señor: el templo más hermoso, el templo sagrado, etc.

Y vosotros también estáis integrados en esta construcción” (Cf. Ef 2, 22). Es decir, será parte del Cuerpo místico de Cristo “para convertirse en morada de Dios por el Espíritu”. Todos los que forman parte del cuerpo místico de Cristo son moradas de Dios. Ahora bien, esto representa una modificación completa de todas las perspectivas políticas, sociales, relacionales, familiares, económicas. Todo cambia y es una perspectiva tan nueva, hecha de tantos aspectos inimaginables que se diría: “Esto aquí no sirve en ninguna parte. Con toda la mentalidad que existe entre los paganos y, sobre todo, en el propio pueblo judío, es completamente incomprensible que esto sirva de alguna manera. Es inadmisible, esto no se arraiga en absoluto.” ¡Pues fue lo que arraigó! Y los eventos históricos incluso facilitaron todo esto, porque con la persecución de los primeros cristianos hubo un enorme “refervorizar”. Además, fue posible una selección, porque los que eran, eran y los que no eran, no es que dejaron de ser: pasaron a ser lo que no eran, o sea, nada. Y así los cristianos se establecieron en la fe en una forma robusta, profunda, arraigada con fuerza dentro de la sociedad.

Hubo un cierto tiempo en que el emperador romano escuchó de alguien que todo el imperio romano fue tomado por los cristianos. Y es cierto, el imperio estaba en sus funciones principales, dirigido por los cristianos bautizados.

Viene después la invasión de los bárbaros. Los bárbaros juegan el papel de una “peinilla delgada”. Cuando la persecución religiosa había terminado la “peinilla” era ancha, la “peinilla delgada” de los bárbaros viene después. Los bárbaros destrozan todo. Pero con esta destrucción nace una sociedad, nace una Iglesia —la iglesia ya había nacido—, pero nace una perspectiva de una iglesia diferente a la que existía, nace un nuevo mundo. Este es el mundo de la Edad Media, que durará sus prácticamente mil años. Estos mil años de historia son magníficos, porque toda la civilización y la misma iglesia van en un crescendo continuo.

San Pablo insiste más: “No concibe un cristiano sino como un hombre que corre en busca de santidad”. Él usará en sus epístolas el nombre “santo” por todos lados. Cada dos por tres, él dice “santo”. Considera el nombre de santo como el nombre característico de un cristiano. Él, San Pablo. Y más, es el apóstol del Cuerpo místico de Cristo. Hace apologías del Cuerpo místico de Cristo y muestra cómo cada uno de nosotros tiene una responsabilidad por ese Cuerpo, en su integridad. Podemos hacer que este cuerpo alcance mayor perfección; O podemos hacer que sea más difícil caminar a esa perfección. Él, en su carta Efesios 4, 14-15, dirá que “debemos conquistar esta restauración total del cuerpo místico, con nuestra santidad”.

Por lo tanto, tenemos una responsabilidad no sólo en relación a nosotros, no solo en nuestra relación con Dios, sino incluso con todos los bautizados. Es curioso que hay personas con una vocación para santificar a los demás, con la vocación de enseñar a otros, con la vocación de obtener nuevas vocaciones y no les importa alcanzar la perfección. ¡No puede suceder eso! Un apóstol que existe para beneficiar a los demás debe comprometerse a ser santo, porque eleva todo el Cuerpo místico y hace lo que es más esencial que la misma palabra que pueda llevar. San Pablo dice que solo obtendremos esta perfección del Cuerpo místico siempre y cuando nos convenzamos y nos volvamos varones perfectos. ¿Y cómo convertirse en un varón perfecto? Creciendo en el amor por Dios y en el amor al prójimo por amor a Dios.

La Iglesia tiene que manifestarse, la Iglesia no puede vivir oculta; La Iglesia tiene que encontrarse en cada rincón, la Iglesia se debe mostrar, es una sociedad palpable, sensible y visible. La Iglesia es una organización jurídica, tiene todas sus leyes, sus autoridades, se organiza de acuerdo con una jerarquía. La Iglesia tiene su historia, dos mil años de historia. Esta es la Iglesia externa. La iglesia interna es el Cuerpo místico de Cristo. Quien es bautizado, quien es confirmado, quien comulga, quien vive en la gracia de Dios, participa en el Cuerpo místico de Cristo. El cuerpo que tenemos es una mera figura del verdadero Cuerpo. ¿Cuál es este verdadero cuerpo? Es el que está constituido por nuestro Señor Jesucristo como cabeza, y todos los bautizados que están en gracia de Dios como cuerpo.

Nosotros, en gracia, estamos participando en el cuerpo Místico de Cristo. Participando de este cuerpo místico, recibimos todos los méritos. Tres niñas van a hacer la primera comunión hoy, seis fueron bautizadas aquí, recibieron gracias sobre gracias, entraron a la Comunión de los Santos, pasan a formar parte de este Cuerpo Místico. Los méritos que tenían estos niños y estas niñas son tales que también nosotros participamos de ellos, desde que estemos en la gracia de Dios. Ellas, pasando del estado de maldición –porque no eran bautizadas–, al estado de las hijas de Dios, reciben cantidades enormes de gracias de las que nos beneficiamos nosotros también.

Todos nos beneficiamos de los actos de piedad que los otros hacen, desde que estemos en la gracia de Dios. Y por eso, siendo miembros vivos de la Iglesia, de este Cuerpo Místico, debemos hacer todo lo posible para evitar el pecado.

Más aún. La Iglesia también es universal. Nuestro Señor dice: “Id y enseñad a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. La Iglesia es para todos los pueblos, para todas las razas, para todas las condiciones sociales. Nunca debe hacerse acepción de personas por estas o aquellas razones, la Iglesia tiene su manto extendido por toda la naturaleza humana. Pero Ella también es un reino externo, y sobre este reino externo, Nuestro Señor tiene en el Evangelio numerosas figuras: Ora es una red que recoge los peces, ora es una semilla que se lanza en el campo, ora es el grano de mostaza que es tan pequeño, tan minúsculo y que, plantado, da un árbol de tres o cuatro metros de altura. Y así es el reino exterior de la Iglesia.

Basílica de Nuestra Señora de Fátima. Cotia, San Pablo, Brasil

La Iglesia es inmortal. Tiene la protección de nuestro Señor Jesucristo. Contra Ella nunca prevalecerán las puertas del infierno, nunca será destruida. Y no se trata de que llegue al estado de moribunda. La Iglesia está tan asistida que siempre está rejuveneciendo con nuevos movimientos, con nuevas gracias, con desarrollos espirituales totalmente inéditos. La Iglesia va así hasta el fin de los tiempos.

Mons. Joao Clá Dias – Trechos de homilías y meditaciones, con adaptaciones.

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“Caballeros de la Virgen” es una Fundación de inspiración católica que tiene como objetivo promover y difundir la devoción a la Santísima Virgen María y colaborar con la “La Nueva Evangelización” , la cual consiste en atraer los numerosos católicos no practicantes a una mayor comunión eclesial, la frecuencia de los sacramentos, la vida de piedad y a vivir la caridad cristiana en todos sus aspectos. Como la Iglesia Católica siempre lo ha enseñado, el principal medio utilizado es la vida de oración y la piedad, en particular la Devoción a Jesús en la Eucaristía y a su madre, la Santísima Virgen María, mediadora de las gracias divinas. Sus miembros llevan una intensa vida de oración individual y comunitaria y en ella se forman sus jóvenes aspirantes.

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