La victoria de la confianza. I Parte

Publicado el 01/15/2022

En el siglo XVII, Polonia fue invadida por soldados suecos y noruegos protestantes que avanzaron como un diluvio por todo el país. El rey huyó, la mayoría de los nobles pactó con el enemigo, el clero nada hizo. Apenas un puñado de monjes, algunos nobles y un pequeño número de plebeyos resistieron, comandados por un varón heroico: Fray Agustín Kordecki.

Plinio Corrêa de Oliveira

Hay una cuestión preliminar que hacer notar para comprender la nobleza de la lucha cuya historia vamos a considerar. No se trata simplemente de la resistencia de un monasterio polaco contra la embestida de un ejército sueco, y, por lo tanto, de una mera guerra nacional. Si así fuese, ya sería una cosa digna para la cual valdría la pena que un polaco diese su vida; su patria fue invadida, él tiene deberes con ella, entonces sacrifica su vida, es algo que está bien.

Monasterio de Jasna Gora

Sin embargo, para esos religiosos del Monasterio de Jasna Gora estaba en foco una causa mucho más alta, que era la causa de la Religión. Porque, de un lado, Polonia constituyó, en todos los tiempos, una especie de muralla separando el mare magnum de dos herejías en Europa: de una lado, el mundo ruso, que en aquel tiempo ya era cismático; y del otro, el mundo protestante, es decir, Prusia y los Países Bálticos. Constituyendo una potencia en el Báltico, por tener puerto en aquel mar y separar a Rusia de Alemania, Polonia es una longa manus de la Iglesia Católica en aquellas tierras de apostasía.

Carlos X Gustavo, Rey de Suecia

Otro presupuesto a ser considerado es que el rey invasor, Carlos X Gustavo de Suecia, fue uno de los mayores generales y tal vez el líder protestante más importante de la época. Suecia y Noruega constituían en aquel tiempo un solo reino. La península escandinava poseía guerreros excelentes. Los soldados sueco-noruegos no tenían quién los superase en valor militar en Europa. Además de ser un gran general, Carlos Gustavo disponía de una muy buena marina, que podía atravesar aquellas distancias entre Suecia y el continente con toda facilidad.

Este rey intervino en la guerra de Religión que se estaba trabando en el continente europeo entre católicos y protestantes, a propósito de la dirección del Sacro Imperio Romano-Alemán.

Los protestantes querían quitar a la Casa de Austria de la dirección del Sacro Imperio e imponer un emperador protestante, de manera que todo el mundo alemán se pasase al protestantismo. Carlos Gustavo percibió muy bien que él no conseguiría eso si no tomase cuenta de Polonia, que apoyaba a los príncipes católicos contra los príncipes protestantes.

Polonia era un reino electivo con una constitución política excesivamente descentralizada, en el sentido de que los nobles tenían un poder que transformaba al rey en una especie de figura de proa sin verdadero poder militar. Esto debilitaba la nación en las embestidas que sufría.

Además, Polonia tenía en ese tiempo un rey débil. Así, los soldados suecos y noruegos avanzaron como un diluvio hacia adentro de Polonia.

Señales del castigo divino

Uno de los pocos puntos que resistieron fue el monasterio localizado en la colina de Jasna Gora, en Czestochowa.

Resistió, por lo tanto, en la lucha contra el invasor de la patria y el mayor líder protestante de aquel tiempo, en una guerra eminentemente religiosa en la cual el monasterio funcionó como una fortaleza donde, como veremos, Nuestra Señora hizo una serie de milagros estupendos.

Czestochowa era para Polonia lo que el santuario de Aparecida es para Brasil, pero con mucho más relieve, porque tuvo una participación efectiva en las grandes luchas de aquella nación, mayor de la que Nuestra Señora Aparecida tuvo aquí.

Ahora bien, Polonia había caído en la tibieza, atrayendo sobre sí el castigo divino que se hizo anunciar por algunas señales.

Cuando Dios Altísimo decidió castigar a los polacos, primero envió, en su bondad, varias señales pre-anunciando la catástrofe que se aproximaba.

Así, permitió que el 19 de febrero de 1654, la alta torre del Santuario de Czestochowa fuese alcanzada por un rayo y se consumiese por el fuego.

Entonces, la primera señal de la cólera de Dios fue un rayo que cayó sobre el campanario del santuario y lo destruyó. La torre es símbolo de la Iglesia, y ésta el símbolo del país.

En ese mismo año, en 9 de julio, todos vieron un milagro que ocurrió en el Sol, sobre cuya superficie apareció una cruz que se iba transformando en corazón, el cual era traspasado por una espada. A cierta altura del disco solar se veía la mano de una persona sosteniendo una manzana que se dividía en cuatro partes, transformándose después en un azote.

El año siguiente, partía del Norte el azote de Dios contra los polacos: Carlos Gustavo, rey de los suecos.

Los suecos tomaron fácilmente todo el país, casi sin resistencia

Pasando directamente a la narración de la batalla en Czestochowa, vemos las tentativas del enemigo de vencer al monasterio pacíficamente.

Los suecos tomaron fácilmente todo el país, casi sin resistencia. Casi toda la nobleza, parte de la cual era calvinista, aceptó a Carlos Gustavo como protector de Polonia, abandonando al Rey Juan Casimiro a su propia suerte. Después de conquistar Cracovia, en el extremo Sur, enviaron, por orden del rey sueco, un ejército de tres a cuatro mil hombres para tomar el Santuario-fortaleza de Czestochowa, a unos doscientos kilómetros de allí.

Adelantándose al enemigo, el conde Jan Wejhard Wrzesowicz, a fin de conquistar las buenas gracias del rey de los herejes, exigió de los frailes queentregasen la Fortaleza de Jasna Gora a él, católico, para evitar que ella cayese por vía directa en manos suecas. Si no atendiesen a su exigencia, él amenazaba tomar el santuario por la fuerza.

Los monjes, teniendo al frente a su prior, Fray Agustin Kordecki, intentaron cambiar al conde de su vil pretensión y rechazaron su propuesta.

Ese miserable quería que los monjes le entregasen el monasterio-Fortaleza a él, pero en la línea de la táctica “ceder para no perder”, como diciendo: “Entréguenme el monasterio para que yo lo defienda, porque de lo contrario, lo tomo a la fuerza, pues es preciso que alguien lo defienda eficazmente contra el Rey de Suecia”.

Sin embargo, era evidente que él no quería eso. Su intención era entregar el monasterio al Rey de Suecia. Entonces Fray Kordecki, con mucho criterio, intentó disuadirlo, pero el conde rechazó la propuesta.

Mientras tanto, algunos nobles, huyendo del avance sueco, buscaban refugio en Jasna Gora. Uno de ellos aconsejó a los religiosos no ceder a sus enemigos y afirmó que los que allí buscaban refugio estaban dispuestos a morir en defensa de la honra del santo lugar, confiados en la protección de Nuestra Señora.

Es muy bonito porque, siendo un monasterio, no poseía tropas propias, y por tanto, no tenía cómo defenderse de la exigencia de aquel conde traidor. Es cuando la Providencia manda el auxilio: son los nobles que venían huyendo de otro lugar y se internan allí, que prometen hacer resistencia.

Noten que sólo después de que el superior Fray Kordecki rechazó la propuesta del Conde Jan Wejhard fue que llegaron los refuerzos. Nuestra Señora quiso antes que se practicase, sin fuerzas, el acto de coraje para que después viniese la fuerza que justificaría el acto de coraje. Es muy del modo de Nuestra Señora tratarnos tantas veces:

– ¡ Ve hacia delante! – dice Ella.

Nosotros respondemos:

– Pero, Madre mía, ¡no hay suelo firme aquí!

– ¡Pise!

Nosotros pisamos y… “¡Ah, hay suelo!”

“Antes morir dignamente que vivir en la impiedad”

Después del primer rechazo de los monjes ante el binomio “miedo-simpatía”, el Conde Jan Wejhard, no obstante, no desistió de su plan. Envió un ultimátum al prior exigiendo, sin ambages, que Jasna Gora se rindiese al rey sueco, jurando sumisión y fidelidad al usurpador.

Y que los religiosos se comprometiesen a denunciar cualquier sublevación de la que tuviesen noticia en el futuro.

Los monjes respondieron inmediatamente, por medio de su prior: “Antes morir dignamente que vivir en la impiedad”

¡Perfecto! Vean lo que la Providencia quiso de ellos. Ese traidor acabó recibiendo una declaración de guerra en la cara.

Fray Kordecki no dio la siguiente respuesta que sería presuntuosa: “Vengan, que voy a probarles que tengo coraje”.

Sino que dijo lo siguiente: “Ud. es más fuerte que yo y me amenaza.

Pues bien, yo prefiero morir. Por tanto, voy a resistir. Si Vd. viene, yo lo mato.” Y después, cuando él fue, lo mató verdaderamente. Es la actitud perfecta.

¡Cómo hace bien al alma ver que esta es la conducta de sacerdotes bien orientados! Yo sostengo que uno de los Santos más suaves que hubo en toda la Historia de la Iglesia – San Francisco de Sales – en estas condiciones haría exactamente esto.

San Juan Bosco, Santa Teresita, San Francisco de Asís harían lo mismo, porque santidad es esto. Y cuando no es esto, no es santidad, es engaño.

Dicho sea de paso, cuando estuve en la ciudad de Ginebra en 1950, un guía me mostró el muro a partir del cual San Francisco de Sales intentó reconquistar a los protestantes, a mano armada, la ciudad de Ginebra de la cual era Obispo. Era el Santo de la “Filotea”. Muy bueno con los buenos. Pero cuando el sujeto es un impío, ¡el trato es temible!

Corresponde al símbolo lindo que San Bernardo dio a los Templarios: traje blanco y negro. Blanco es el trato con los hijos de la luz, y negro, con los hijos de las tinieblas.

Valdría la pena, si tuviésemos recursos, hacer una película reconstruyendo esa escena. Una atmósfera muy delicada en una iglesia con una imagen de Nuestra Señora, pétalos de flores cayendo, unos rayos de sol entrando oblicuamente por el vitral e incidiendo de lleno sobre un fraile que reza piadosamente.

Es Fray Kordecki que comienza a recitar su oración: “¡Madre mía, aplastadlos!”.

Se levanta, pasa cerca de una criatura, la agrada, le da un poco de comida, enseguida va a enfrentar al conde traidor con una mirada de quien discierne los espíritus y dice: “¡No señor, no cederé!”. Después vuelve calmo al claustro, rezando el Rosario. Esto dejaría a la “herejía blanca”2 confundida.

Dios parecía haber abandonado…

Como el conde traidor no tenía medios para conquistar Jasna Gora por las armas, atacó algunas propiedades del convento, causándoles daño y se apresuró a ir al encuentro del General Miller, el cual se dislocaba con tropas suecas en las inmediaciones. Tentándolo con los tesoros del santuario, consiguió convencerlo a atacar Jasna Gora enseguida.

El prior, convocando al Consejo del monasterio, comunicó su decisión de no entregar el santo lugar a los herejes, y de resistir con todos los medios disponibles. Su decisión fue unánimemente aprobada.

Vean cómo el conde que antes quiso aproximarse del convento, como “aliado”, diciendo los monjes que tomasen cuidado y entregasen a él la fortaleza, cuando vio que los suecos protestantes estaban próximos, no tuvo otro deseo sino de atraerlos para caer encima de los tesoros del monasterio. Es el “quinta columna” siempre fiel a sí mismo: da “buenos consejos”, es amable, es blando, pero cuando llega la hora del peligro traiciona y procura vender. Como no fue atendido y no pudo traicionar, incitó a los enemigos para atacar el convento.

Rey Juan Casimiro de Polonia

Mientras esto sucedía, el Rey Juan Casimiro se refugiaba en el vecino Principado de Opole, en Silesia, donde trataría de reunir a los que quedaban del ejército de Polonia.

Pero ningún auxilio podía prestar a Jasna Gora. Muchos nobles, por otro lado, satisfechos con las promesas de paz y seguridad hechas por los suecos, comenzaron a volver a sus propiedades.

Pero Stanislau Warazycki, capellán de Cracovia y primer Senador de la Corona, enviaba en ese momento provisiones y doce cañones, como dote suya, para auxiliar en la defensa de Jasna Gora.

Es lo que se nota en todas partes aquel gusto de la vida comodona y de una cierta paz. Cuando la persona se acostumbra a una vida sin esfuerzo, acostumbra a una vida sin esfuerzo, con facilidad también es crédulo con los enemigos y no quiere ver, incluso cuando otros le advierten, que se trata de una celada. Así, esos nobles polacos, cuando los protestantes trajeron una cierta paz, desde que hubiese cierta tolerancia, inmediatamente volvieron  a sus propiedades. Quiere decir, se entregaron totalmente a las fauces del león.

Por otro lado, esos nobles que deberían defender la independencia de Polonia, y sobre todo, la religión, tenían la obligación de proteger el Monasterio de Czestochowa; no obstante, terminaron abandonando el monasterio a su suerte.

Stansilau Warazycki

Hubo sin embargo un Stansilau Warazycki, capellán de Cracovia y primer Senador de la Corona, que envió un pequeño refuerzo a Jasna Gora. Fue lo que les dio la Providencia. Y como dijo el superior, los habitantes del monasterio-fortaleza prefirieron resistir hasta con el sacrificio de la propia vida, según aquella famosa frase de Judas Macabeo: “¡Es preferible morir en el combate a ver nuestro pueblo perseguido, y profanado nuestro santuario!” (2 Mac 3, 59).

Parece un trecho desolador de la historia, porque se hace el vacío en torno de Czestochowa: el rey huye, la mayor parte de los nobles adhiere a los invasores, apenas un noble de categoría envía un refuerzo pequeño, y está creada para Czestochowa una situación aparentemente sin salida. La impresión principal era que Dios los había abandonado. En realidad, Él estaba preparando la gran gloria de la manifestación de Nuestra Señora en Czestochowa.

Precisamente, cuando Dios permite que aquellos que quieren luchar por Él se sientan enteramente abandonados, en realidad Él no los abandona. Por el contrario, les promete implícitamente una alianza especial. Los lleva al combate y da a entender que los ayudará, pero los medios humanos son pequeños. Parece una catástrofe general. Sin embargo, Dios quiere mostrar con eso que es Él quien salvará la situación.

La hora de la soledad era el inicio de la gloria

Al mismo tiempo, Dios prepara para sus defensores una gloria especial. Porque la gran gloria de Czestochowa es ésta: en cuanto el rey huye, los nobles, que son la clase militar por excelencia, abandonan la posición de fidelidad hacia el reino.

Casi todos pactan con el enemigo. El clero tampoco hace cosa alguna – lo que el autor de la narración prudentemete omite, pero se ve, por los silencios, lo que sucedió. Czestochowa, con un puñado de monjes, algunos nobles y un pequeño número de plebeyos, queda sola en la resistencia. La gloria consistió en quedar abandonada.

Exactamente la victoria después quedará luminosa porque sólo ellos resistieron. Aquella hora de soledad será el inicio de su gloria.

Así también cuando, a veces, en nuestra historia vemos que quedamos enteramente solos, no debemos asustarnos. Pensemos que precisamente esa soledad va a manifestar la gloria de Nuestra Señora que vencerá en nuestra debilidad. De otro lado – consideración menor, pero que para las horas de decaída puede
tener su valor psicológico, por lo menos – debemos recordar que quien reacciona y lucha a partir de mcasi nada, cuando llega al auge tiene una gloria mucho mayor.

Llegan informaciones de que el General Miller, con un ejército de tres a cuatro mil hombres y diecinueve cañones de grueso calibre, más algunos bandos de apoyo del Conde de Srzescwicz, de Waclaw Sadowski y del Príncipe de Saxonia, parte de Wielun en dirección a Czestokowa, donde debería llegar el día 18.

Entonces, no faltaron consejos prudentes al padre prior. Así, el prior del convento de Wielun, considerando la desproporción de las fuerzas militares, aconsejaba a Fray Kordecki no ofrecer resistencia, ahorrando así a Jasna Gora de daños materiales. Eso tuvo su influencia en los defensores de carácter más débil.

Esos que sitian son protestantes, pero vienen con una invitación de fuera de un sacerdote a otro sacerdote, de un superior de convento a otro, incitando también a entregarse.

Interior del convento de Jasna Gora

Y siempre con la misma argumentación: “¡Salven de daños materiales a este convento tan famoso, histórico, artístico! Padre prior, si ese convento fuese destruido, más que a las balas protestantes, deberá su destrucción a Ud. Porque si Ud. no hubiese resistido, los protestantes no lo hubieran destruido. En la historia gloriosa de los superiores, sus antecesores, que tanto construyeron, vea qué papel Ud. va a hacer. Ud. va a ser, en la crónica de ese convento, Fray Kordecki, el destructor. Piense, rece, medite delante de Dios antes de tomar la resolución de exponer a Jasna Gora, tesoro de Polonia, a las bombas de los suecos.” Y el demonio susurrando a la conciencia: “Es así, es imprudencia. Ya le dije…”, etc.

Ahora, el mal consejo hace el papel de una saeta incendiada lanzada dentro del convento.

Fray Kordecki no contaba sólo con los recursos materiales. Animaba a todos a ofrecer la vida en defensa de la honra del santo lugar y a depositar toda la confianza en la Virgen Santísima, que en tan extrema necesidad no les faltaría con su auxilio. Pide a todos que asistan a la Misa que rezará delante del altar de la imagen de Nuestra Señora de Czestochowa. Ordena que se lleve el Santísimo Sacramento en procesión por los muros y bastiones. Bendice los cañones uno por uno, los proyectiles de plomo, los de hierro y los barriles de pólvora.

El fuego de la lucha y del combate es inherente a la virtud de la fortaleza

Admito perfectamente la posibilidad de que Fray Kordecki vaya a ser canonizado. En el proceso de canonización, la Iglesia examina todos los pasos de la vida del candidato a la honra de los altares. Por tanto, para canonizarlo la Iglesia llegaría a la conclusión de que en el acto arriba narrado él manifestó las virtudes teologales – fe, esperanza y caridad – y cardinales – prudencia, justicia, templanza y fortaleza – en grado heroico.

Pues bien, tal es la deformación producida por la “herejía blanca”2 en la devoción a lo largo de la Historia que, hoy en día, no habría una iglesia construida en alabanza a él, en la cual se pudiese ver representada la bendición de la pólvora y de los cañones, con los soldados suyos armados y él bendiciendo solemnemente avistando ya a las tropas protestantes llegando a lo lejos para el combate.

Probablemente encontrarían en su biografía la afirmación de que, antes o después de ese episodio del cerco de Jasna Gora, Fray Kordecki dio aulas de Catecismo. Entonces quedaría “San Agustín Kordecki, patrono de los profesores de Catecismo”, representado sonriente, junto a un niñito.

Es la deformación metódica de los Santos realizada por la “herejía blanca” que vuelve exactamente necesaria la lectura de biografías como ésta. Para mostrar bien que ese fuego de la lucha y del combate es inherente a la virtud cardinal de la fortaleza, sin la cual nadie es canonizado; y contra la cual si una persona pecara, o va al Purgatorio – si el pecado fuere leve –, o para el Infierno, si el pecado fuere grave. Está acabado.

Entretanto, los suecos llegan a los pies de Jasna Gora. Son las dos de la tarde. El General Miller envía, un delegado con una proposición de paz por escrito, proponiendo la capitulación pacífica de Jasna Gora para evitar un inútil derramamiento de sangre. También el adversario declarado se finge clemente.

Las tropas enemigas tomaban ya posición para el asedio y estudiaban la colocación de los cañones de la fortaleza.

“No nos pareció conveniente responder por escrito a esa carta – registra Fray Kordecki. Ya no era hora de escribir, mas de actuar por las armas. Les respondimos por las bocas de los cañones.”

La respuesta fue tan convincente que, al anochecer, Miller tuvo que pedir una tregua, y aprovechó para asegurar a los frailes que ningún mal pretendía hacer al santuario.

Como las tropas suecas hubiesen ocupado depósitos de trigo perteneciente al convento y localizado fuera de los muros, sus defensores los bombardearon por la noche con proyectiles incendiarios a fin de que no sirviesen de provisión al enemigo.

Al día siguiente, Miller ocultó su artillería en la vecina aldea de Czestochowa y desde ahí bombardeó Jasna Gora.

Cuando los religiosos se dieron cuenta, consideraron que la destrucción de la aldea nada significaría en comparación con la defensa del santuario de Nuestra Señora; y moviendo su artillería en esa dirección, incendiaron las casas de tejados de heno. Sorprendidos, muchos suecos salieron a campo abierto y fueron alcanzados por los defensores del monasterio.

La boca de los cañones habló, no tengo nada que decir. El comentario está hecho de por sí. Vemos bien la ofensiva tomada por ese hombre.

Fresco de Nuestra Señora de Czestochowa, que reposa en el Monasterio de Jasna Gora

El comandante de los herejes envía nuevo mensaje pidiendo la capitulación, pues Carlos Gustavo le ordena tomar la Fortaleza de Czestochowa. Era de noche y como al día siguiente era domingo y fiesta de Nuestra Señora se celebraron varias ceremonias, entre las cuales una procesión con el Santísimo Sacramento en el interior de los muros. Así los suecos tuvieron que aguardar hasta el mediodía por la respuesta que, al final, fue negativa. ¡Es una altanería extraordinaria!

Los suecos que esperen. Nosotros estamos ahora adorando al Santísimo Sacramento durante una fiesta de Nuestra Señora, y no vamos a dar atención a protestantes. Más tarde responderemos.

Extraído de conferencias del 26 y 30/6/1972

Notas
1) Carlos X Gustavo (*1622-+1660), de la casa del Palatinado – Zweibrucken. Reinó de 1654 a 1660.
2) Expresión metafórica creada por el Dr. Plinio para designar la mentalidad sentimental que se manifiesta en la piedad, en el arte y en la cultura en general. Las personas por ella afectadas se vuelven flojos, mediocres, poco propensas a la fortaleza, así como a todo lo que signifique esplendor.
3) Término surgido durante la guerra civil española (1936- 1939) para referirse a los habitantes de Madrid simpatizantes del General Franco, los cuales, dentro de la ciudad, trabajaban
a favor del ejército enemigo. Por extensión, la expresión es utilizada para designar a quien ejerce una acción subversiva o traicionera dentro de un grupo, haciéndose de amigo para favorecer al adversario.
 

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